“Cualquier civilización posee en
su
corazón la flor de su decadencia
y cualquier éxito termina
embarrado
en el fracaso de la muerte”
- Vicente Verdú –
Creo aún a riesgo de estar equivocado que la influencia judía sobre la
idiosincrasia sevillana no ha sido suficientemente estudiada y analizada. En la
página Web “Caminos de Sefarad” (Red de
juderías de España) se dice: “La judería de Sevilla comprendía los actuales
barrios de Santa Cruz, Santa María la Blanca
y San Bartolomé, y estaba separada del
resto de la Ciudad
por una muralla, que bajaba desde el comienzo de la calle
Conde Ybarra, pasando por la
Plaza de las
Mercedarias, hasta la muralla de la
Ciudad. (…. …..) Desde
entonces los navíos hebreos comenzaron a llegar a la famosa Tarsis, es decir a
la magnifica región española que debe su nombre al Tartesio o al Guadalquivir”.
Pero más que de enclaves y elementos
históricos que es cosa de estudiosos e historiadores quiero hacer referencia
que legado sentimental y vivencial nos dejaron los judíos. Damos por hecho que lo estrictamente musulmán
forma parte de nuestra manera de comportarnos de puertas para dentro y lo
romano el hacerlo de puertas para fuera.
Pero, ¿por qué dejamos siempre al margen a los judíos en nuestra manera
de sentir y pensar? ¿Acaso no eran tan
sevillanos como los demás? Lo judío, los
judíos, tienen mala prensa entre la progresía
que nos invade (o al menos lo intenta) y todo cuanto tenga que ver con Israel siempre es motivo de
escarnio. Pero no olvidemos que la
mayoría de los españoles profesan –profesamos- una religión llamada
judeo-cristiana y que sin la Cultura judía no
entenderíamos la de Occidente. Paseo casi a diario por la judería sevillana
y me gusta imaginar a los judíos conversando en las puertas de sus casas. Sus
estrechas y mágicas callejuelas simbolizan cuanto Sevilla tiene de verdad y
pasearlas sin prisas es tocar el cielo (que perdimos) con las manos. Fueron, y serán, sevillanos para eternidad.
Juan Luis Franco – Miércoles Día 25 de Enero del 2017
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