Afortunadamente hace muchos años que dejé de machacarme haciendo
análisis retrospectivos de mis diferentes ciclos existenciales. Hay etapas de mi vida en las que me cuesta
trabajo reconocerme y otras que me resultan bastantes satisfactorias. Cuando
tienes la sensación de haber actuado siempre desde el terreno de la
solidaridad, la bonhomía y la decencia pocos peros (ni manzanas) puedes
ponerte. De vez en cuando me encuentro
en mis paseos matutinos por el Centro de la Ciudad a personas que
han compartido conmigo en algún momento una relación afectiva de espacio-tiempo
y a las cuales me alegra ver en activo ante la vida y sus circunstancias. Como comentaba Pedro Carrasco que le decía su padre…”Hijo mío, pa’trá ni pá’ cogé carrera”. Otros de los que suelen pararme me ponen en
una seria tesitura y me provocan un cierto grado de incomodidad. Recuerdo a uno que me paró hace unos días en
la calle Francos. La conversación después de pararme
transcurrió, más o menos, por los siguientes derroteros: ¿A como tú eres Juan Luis
Franco?, evidentemente, aún sabiendo lo que me esperaba, no tuve más
remedio que asentir. Siguió nuestro buen hombre con su particular
interrogatorio…” ¿No te acuerdas de mí,
verdad?, la respuesta de manual no
podía ser otra que una negación. “Si hombre, haz memoria yo soy Manuel
Fernández Loreto del Colegio San
Diego”. Es decir: dado que para
ponerme a trabajar salí del Colegio San
Diego con catorce años tenía ante mí a un señor barbudo, barrigón y calvo
al que hacía ¡cincuenta y seis años!
que no veía. La escapatoria en estos
casos es realmente complicada y este absoluto desconocido empezó a desgranarme
en diez largos minutos como había sido su vida en lo laboral, lo familiar y lo
sentimental. Le digo, para escaparme,
que tengo mucha prisa y se despide de mí halagando lo bien que me conservo
(cosa evidente dado que me ha reconocido tras tantísimos años sin verme). Esto
me suele ocurrir con relativa frecuencia y la verdad es que no encuentro la
manera de escaquearme. Ellos quieren que yo haga memoria y yo lo que pretendo
es dejarla tranquila. Vivir para (no)
recordar.
Juan Luis Franco – Viernes Día 13 de Enero del 2017
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