La anulación de la “Doctrina Parot” por el Tribunal de Estrasburgo, con
la subsiguiente excarcelación de asesinos conversos y confesos, han provocado
la justa indignación y el asco de las personas decentes (independiente de sus
credos y/o ideologías). Ver en la calle a etarras asesinos y comprobar
asqueados el caluroso recibimiento que, por parte de algunos vecinos de sus
pueblos, les hacen como “Héroes de la liberación vasca”. Gente cruel y asesina
que han causado la muerte de personas inocentes (incluyendo niños) y que lejos
de arrepentirse de sus crímenes se ufanan de ellos. Insisto, entran ganas de
vomitar y cuestionar seriamente unas leyes que se ponen al servicio de los
criminales. Comprobar estos días por la televisión la salida ufana de asesinos
potenciales que han llevado la ruina y la desgracia a muchas familias españolas
es un canto a la desesperanza. Cuando nuestros políticos, de todo signo y
condición, dicen compartir el asco de los ciudadanos pero que poco o nada se
puede hacer es que algo está fallando estrepitosamente. Estos canallas
integrales debían –deben- de pudrirse en las cárceles y tan solo un sincero
arrepentimiento podría plantearnos en un futuro que salgan de las mismas. Más
bien hacen todo lo contrario y se muestran orgullosos de sus “hazañas
patrióticas”. Unen a su condición de asesinos integrales una incapacidad para
reconocer que todo cuanto han hecho es potencialmente inútil para el País
Vasco. Vivimos unos tiempos muy difíciles de digerir y donde el asco ante estas
injustas situaciones es el pan nuestro de cada día. Manifestar, una vez más,
nuestro apoyo incondicional a las victimas del terrorismo que deben estar
sumidas en el más profundo desasosiego. En nuestra maltrecha “Piel de Toro”
vuelven a ganar los malos en esta Historia interminable. Es nuestro sino en una
tierra donde siempre prevalece la sangre derramada por las victimas inocentes. El
vomito del viento.
jueves, 28 de noviembre de 2013
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