“No te pido que atajes las que
vayan dentro,
pero por lo menos no te metas las
que vayan fuera”
(Alfredo di Stéfano a su portero
cuando era
entrenador del Valencia)
Se ha muerto don Alfredo Di Stéfano
y, definitivamente, el fútbol se queda sin su mayor referente mundial. Grande
entre los grandes este jugador argentino que llegó al Real Madrid procedente
del Millonarios de Colombia. Su gran valedor en el fichaje fue don Santiago
Bernabeu y ambos, uno en la cancha y otro en los despachos, configuraron que el
Real Madrid fuera –creo que todavía lo es- el Equipo más importante de toda la Historia del Fútbol. Cuando Di Stéfano se marchó al Español de
Barcelona (ya por la edad en pleno declive futbolístico) dejó las vitrinas merengues
llenas de títulos europeos y nacionales. Junto con Luis del Sol siempre se me configuraron
como los dos ídolos futboleros más importantes de mi infancia y juventud. A don Alfredo se debe que desde niño siempre
haya tenido al Real Madrid como mi segundo equipo (algo así como un equilibrio
compensatorio: el Betis para sentir sufriendo y el Madrid para gozar
sintiendo). Ambos, don Alfredo y don
Luis, formaron parte de la mejor delantera de toda la Historia del Balompié.
Era la siguiente: Canario, Del Sol, Di Stéfano, Puskas y Gento… ¡Ahí queda
eso! Se nos muere este “viejo” inmortal
recién cumplido los ochenta y ocho años de edad (nació un cuatro de julio de
1926) y cuando la Selección Argentina
ha conseguido el pase a las semifinales del Mundial ganándole por uno a cero a
Bélgica. Todo resuelto en clave futbolera para que la magia del balón se quede
anclada en los sentimientos de la gente y no en las componendas
burocráticas-mercantilistas de los despachos. Luto en España; luto en Argentina y luto en el
corazón de los buenos aficionados al bien llamado Deporte Rey. Definitivamente el tiempo de mi generación cada
día es menos de este tiempo. Las ausencias, una tras otra, se nos representan
más notorias y este fardo de orfandad empieza a ser cansino sobre nuestras
espaldas. Peleamos por el presente y el pasado siempre se empecina en
atraparnos. Gracias de todo corazón
“viejo” por todo los que nos diste y por hacernos soñar a los niños del “pan
con aceite y azúcar”. “Once pares de botas” te esperan en el cielo para que
sigas armando un Equipo de fútbol como solo tú sabías hacerlo. Gracias “viejo”. Gracias “che”.
¡Que bueno que viniste para quedarte para siempre! Ya formas parte de la leyenda y, lo más
importante, de los sentimientos de millones de aficionados. Sin personajes como
vos los legítimos sueños de los pueblos serían una pura entelequia. Se nos ha ido para siempre la Saeta Rubia. Queda para siempre con Dios amigo.
1 comentario:
Una triste y desconsolada orfandad. Se fue uno de los tótems de nuestro tiempo. Un abrazo. José Luis Tirado.
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