Después de más de ¡300 días!
de un Gobierno en funciones España vuelve a tener en la triste
figura de don Mariano Rajoy Brey a un
nuevo Presidente y, por ende, a un nuevo
Gobierno. A titulo personal diré que no me parece una
buena noticia para este país que Mariano
Rajoy vuelva a presidir una legislatura (que presumo será corta) pero su
opción ha sido con diferencia la más votada y en eso consiste el ser demócrata:
en aceptar siempre las reglas del juego democrático. Decir que la gente se equivoca cuando no vota
como uno entiende que debería hacerlo no deja de ser un mero ejercicio de
sectarismo. Estos 300 días de impasse
han sido realmente jugosos para saber, en su conjunto, el verdadero nivel de
nuestra clase política y, poder verificar,
el resultado de este largo tiempo de espera.
Salta a la vista que el balance obtenido no puede ser más pesimista y
decepcionante. Lo que más ha despertado mi interés en este periodo ha sido
comprobar el perfil de las nuevas generaciones de políticos. Gente joven que
está llamada a ser actores principales de la política española de los próximos
años. Forman parte de la Generación de mis hijas
y en ellos estará fundamentado el futuro que le espera a los españolitos del
hoy y del mañana. Me centro por falta de
espacio, pues esto daría para un largo ensayo, en siete políticos de la nueva
hornada. Pablo Casado, Pedro Sánchez,
Susana Díaz, Albert Rivera, Pablo
Iglesias. Iñigo Errejón y el
inefable Gabriel Rufián. Pablo
Casado es la gran esperanza blanca del PP
y cuyo perfil encaja más con CIUDADANOS
que con el Partido de la gaviota. Un
verso suelto envuelto en un poemario que el tiempo ya ha convertido en
obsoleto. Pedro Sánchez se ha convertido en el “Robín
de los bosques” del socialismo español y se ha creado una madeja que lo
terminará enredando hasta limites insospechados. Alguien que estaba llamado a liderar el PSOE y que al final se ha convertido en
un rebelde ¿con causa? Susana Díaz es una política de
laboratorio criada en la “guardería”
del PSOE andaluz y con un claro
convencimiento de que la política consiste en trepar sin desmayo caiga quien
caiga. Albert Rivera es un liberal de derechas (¿los hay también de
izquierdas?) con un verdadero talante democrático y unas formas de los que hace
años adolece su principal aliado ideológico: el PP. Tiene, a que negarlo, el
trono de la Derecha española
esperándolo. Tiempo al tiempo. Pablo
Iglesias es un personaje mediático que políticamente ha sido devorado por
su propio egocentrismo. Las redes sociales y la televisión han terminado por
configurar su personalidad y conseguir que se crea el centro del universo. Un populista en la Corte de Belén Esteban. Iñigo
Errejón, por el cual siento una cierta debilidad, se me presenta con
diferencia como la cabeza mejor amueblada de esta generación. Brillante en sus
apreciaciones y capaz de entender que por la senda del sectarismo se camina
desde la nada al vacío. Lo terminarán
orillando como pasó siempre con aquellos que en política racionalizan y buscan
verdaderas soluciones a los problemas de
la gente. Pero este “guiso” quedaría
incompleto sin la salsa picante del ínclito Gabriel
Rufián. Evidentemente y a diferencia
de lo que han hecho algunos articulistas no me permitiré hacer ninguna licencia
sobre su primer apellido. Cada uno se llama como se llama y nadie tiene la
culpa de apellidarse Delgado y pesar 130 kilos de peso. Gabriel Rufián milita en
la formación independentista llamada ERC
(por cierto un partido con una gran historia de lucha democrática). Ha llegado
al Parlamento español como una
especie de paladín de la izquierda más radical y del nacionalismo catalán.
Cuando, desde la tribuna, se dispone a parlamentar sube la escalera lentamente y con displicencia
para dejar constancia de cuanto aborrece el sitio y a los presentes (salvo,
evidentemente, a sus correligionarios).
Insulta de la forma más soez a sus adversarios y siempre se acuerda de
la cal pero nunca de los tiros en la nuca, las bombas callejeras y los
secuestros o extorsiones. Causa una cierta
inquietud que una persona joven pueda acumular tan alto grado de
resentimiento. Pero él va a la suyo y si
ante alguna “parida” hay que pedir
disculpas para eso ya está Joan Tardá, su jefe de filas. Tiene a Felipe
González y a Susana Díaz en el
centro de sus fobias y cualquier ocasión es buena para atacarlos. Nada nuevo bajo el sol. Gabriel Rufián es un político que odia la política que no esté
acorde con sus intereses. Un sectario
revestido con la bandera catalana y, falsamente, con la lucha de los
trabajadores. Su recorrido político se
me antoja corto aunque convulso. Pero, para que engañar, todos somos hijos de
la desesperanza. Pero, eso si, algunos todavía sin rencor.
Juan Luis Franco – Martes Día 1 de Noviembre del 2016
No hay comentarios:
Publicar un comentario