“A mis soledades voy,
de mis soledades vengo,
porque para andar conmigo
me bastan mis pensamientos”
- Lope de Vega –
El ser humano, los seres humanos, se nutren de momentos de gozos y
penas para luchar inútilmente contra la soledad. Es un fantasma que en penumbras te espera
agazapado por las esquinas para echarte
al cuello una cadena con la efigie de Robinson
Crusoe. El ser humano universal está solo ante la naturaleza con la
vigilancia distante y cercana a la vez del Sumo
Hacedor. No existe una Dolorosa sevillana que exprese mejor la Soledad
de soledades como la que habita y recibe en San
Lorenzo. Sale a la calle el Sábado Santo sin palio y con la corona
de espinas del dolor entre sus manos. Cierra un ciclo sentimental de la Ciudad
para dar testimonio de que principio y final son las caras de una misma moneda.
Amamos, sufrimos, gozamos y padecemos
para terminar enredados en
nuestros asuntos y así poder escurrir el
bulto ante la inevitable aparición de la soledad. El niño quiere la luz de su
cuarto encendida para espantar los fantasmas de la soledad. El anciano la
quiere apagada para poder soñar con un tiempo donde tenía más compañía que los
recuerdos que hoy son sus mayores aliados. Somos contradictorios por nuestra propia naturaleza:
nos enamoramos para dejar de estar solos y nos desenamoramos para volver a
estarlo. Alguien dijo “Mejor solos que
mal acompañados” y de manera inconsciente se terminó agarrando a la rama de
un árbol. Soledades.
Juan Luis Franco – Lunes Día 28
de Noviembre del 2016
No hay comentarios:
Publicar un comentario