miércoles, 29 de diciembre de 2010

Fin de una decada



(A los añorados ausentes por lo que nos dieron y a los presentes por lo que nos pueden dar).

Pocas horas le quedan ya a este difícil y desosegado año 2010. Cuando embarque en el muelle de los días perdidos se llevará también consigo la primera década del siglo XXI. Década convulsa y confusa a más no poder. Ahora será el momento, en los distintos medios de comunicación, de establecer balance de los años vividos. Todo pasado por el tamiz de lo que nunca volverá. Se nos mostrarán los acontecimientos de mayor relieve acaecidos y, las sensibles bajas de algunos que nos dejaron huella indeleble en nuestros sentimientos humanos y flamencos (Luís García Berlanga, Luís Caballero, Terremoto y, el doloroso por inesperado Enrique Morente, entre otros). Parece que fue ayer cuando este siglo se desperezó y arrancó a caminar y ya ha pasado una década. Ha discurrido a una velocidad vertiginosa y ha marcado –para lo bueno y lo malo- una considerable distancia con el último tramo del siglo XX. Hemos entrado de lleno en un mundo donde prima de manera absoluta la técnica y el individualismo. Hemos pasado de decir: “yo soy yo y mis circunstancias” a, “yo soy yo y mis artilugios”. Lo que nos parecía moderno y revolucionario en el siglo pasado, hoy se nos muestra como piezas de museo.


Entre Salva Gavira y un servidor hemos “parido” 146 Toma de Horas en este ya casi finiquitado 2010. 29 más que en el 2009. Siempre buscando como eje vertebrador la Ciudad de Sevilla y sus aconteceres cotidianos. Sinceramente no me parecen muchos ni pocos, sino los justos y necesarios para descargar nuestra sevillana adrenalina sentimental. Intentamos aportar nuestro modesto granito de arena a esta playa donde reina –demasiadas veces- la incompetencia y el desosiego. Buscamos el perfume de la rosa sin obviar el denunciar el aire fétido de algunos arriates. Por ahí andamos y –si Dios así lo quiere- por ahí seguiremos dando la “vara”. Todo, eso si, portando la bandera del respeto y la tolerancia.


En lo personal para mí ha sido un año inolvidable. El 31 de enero me nació mi nieto Rafael. El 16 de noviembre mi madre cumplió 98 años con la mente lucida y en un estado físico más que aceptable. El capítulo de bajas personales –salvo una dolorosísima excepción- lo he terminado en blanco. Se configuró una más que excelente Bienal de Flamenco y se declaro al mismo Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. La lista de mis amigos no se ha visto incrementada pero tampoco ninguno se ha borrado de la misma. El Señor de Sevilla sufrió una violenta agresión de la que afortunadamente Él –y nosotros- conseguimos salir ilesos. La Ciudad, eso si, sigue “gobernada” por unos impresentables que cada día tienen más cerca su fecha de caducidad. La feroz lacra del paro golpeó especialmente a Sevilla llevando el desosiego a miles de familia. El Betis recuperó su libertad provisional hasta que la Audiencia le conceda la definitiva y, se pueda enterrar para siempre la etapa más tenebrosa del beticismo. Suerte, mucha suerte “Gordo”. Vivimos tiempos convulsos y debemos implicarnos en ser parte activa de la solución de los problemas.
Brindemos pues por los nuestros y por los que comparten con nosotros la noble y difícil aventura de vivir. Esta Ciudad, que se mira a través de los ojos de un Puente, siempre será la excusa perfecta para que nuestra vida tenga sentido. Quererla, cuidarla y defenderla es algo inherente a nuestra noble condición de sevillanos.

Despidamos pues a este duro 2010 brindando por el afecto, la solidaridad y la amistad y, levantemos la copa al cielo en memoria de los que un día nos dejaron. En ellos y por ellos estaremos eternamente inmersos en el mágico círculo sentimental de la Ciudad. De todo corazón: ¡Suerte, salud y trabajo!

lunes, 27 de diciembre de 2010

Los Santos Inocentes



Mañana es 28 de diciembre, día que celebra la Cristiandad para conmemorar a los Santos Inocentes. Mañana quedarán solo 72 horas para sacarle el pañuelo de la despedida al infausto 2010. Se recuerda este día un hecho histórico, confuso en forma y fecha, sobre la matanza de niños por Herodes el Grande. Algunos historiadores lo sitúan como un acontecimiento hagiográfico y otros dan una fecha más cercana al 8 de enero. Herodes, que entre decreto y decreto, tuvo tiempo de casarse diez veces y tener catorce hijos, dicen que mandó matar a todos los niños de dos años para asegurarse de que el Mesías estuviera entre ellos. Le salió el tiro –el cuchillo- por la culata, y no pudo dejarnos huérfanos de divino consuelo, ni tampoco –afortunadamente- sin nuestra Semana Santa. Lo que parece incuestionable es que este singular personaje histórico solucionaba los problemas de Estado pasando por la piedra a todo bicho viviente.

De todas formas, e independiente de la constatación de la veracidad histórica de esta matanza de inocentes, pocas dudas existen de que las masacres padecidas desde el reinado de Herodes hasta nuestros días, justifican con creces que tengamos un día en el calendario para reivindicar la memoria de los Santos Inocentes. No ha habido época pasada, presente ¿y futura? donde los niños, en definitiva los Santos Inocentes, no hayan padecido los horrores de guerras cruentas y fraticidas.

Son los surcos sangrantes de este planeta de sombra y luz llamado Tierra. Ayer por compartir edad con Jesús de Nazaret y, hoy por habitar en zonas donde el día a día se compromete con la hambruna, el horror, la sangre y la miseria. Criaturas indefensas quemadas vivas en los hornos crematorios de los campos de exterminio nazis, o pasadas a cuchillo por bandas tribales del Continente africano. Niñas violadas ante las miradas horrorizadas de sus madres, y niños secuestrados en las favelas para el repugnante negocio del comercio de trasplantes de órganos.


Huérfanos, de padres y cariño, deambulando solitarios por ciudades de lujosos rascacielos. Secuestrados y sometidos al criminal negocio de la prostitución infantil y a la mendicidad más terrible. Se lo preguntaba Miguel, el Poeta de Orihuela, (¿Quién salvará a este chiquillo menor que un grano de avena?) y, todavía no hemos encontrado los humanos la respuesta. Son Inocentes por su temprana y frágil edad. Santos, por ser inmolados continuamente en la piedra del sacrificio por el único delito de existir. Los vemos continuamente en los informativos y sus tristes y acusadoras miradas parecen decirnos: ¿Por qué no viene Dios a nuestro rescate? ¿Por qué pagamos tan duramente el simple hecho de ser niños? Ellos no conocen a Papá Noel ni depositan cartas en el buzón del Cartero Real para los Magos de Oriente. Viven inmersos en su tragedia cotidiana y esperando tan solo una mano amiga que los libere del yugo inherente a los Santos Inocentes. Llevan dos mil años temiendo que llegue la noche y se les presente el Herodes de turno. Pararlos en el camino antes de que consumen sus sangrientas tropelías es cosa de todos. Por eso, y por miles de motivos más, es bueno que mañana día 28 sea el día de los Santos Inocentes. Mejor esto que celebrar días que, no los marca el calendario de la Cristiandad, sino el espíritu comercial de los grandes almacenes.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Navidad o la dulce melancolía


Canta Frank Sinatra a través del ordenador su canción “Call Me”. ¡Santo Dios, como canta este italo-americano! Como los buenos vinos gana y gana con el paso de los años. Hoy se juega la Lotería. Espero y deseo que la Diosa Fortuna deje caer sus polvos mágicos donde de verdad se necesiten. Incluso hasta con los ojos cerrados acertará en el blanco de las necesidades. Son ya millones de familias españolas las que viven instaladas en la zozobra más inquietante. Que Dios reparta suerte y, en caso contrario, buscaremos como siempre el socorrido antídoto de la salud.

Ya, y de manera inminente, se hará verdad aquello que llevamos escuchando toda la vida: “La Nochebuena se viene, la Nochebuena se va, y nosotros nos iremos y no volveremos más”. Pero mientras, disfrutemos de aquellos rescoldos de felicidad que la vida nos proporciona. Vivimos instalados de manera permanente en los resbaladizos territorios del masoquismo, y así no hay manera de atrapar cuanto de bueno la vida nos ofrece. Añoramos el pasado y planificamos el futuro y, mientras, al presente que le vayan dando. Si algo caracteriza al ser humano es su capacidad de empeorar lo manifiestamente placentero. El latiguillo del “pero” planeando sobre los escasos momentos de dicha. Dicen: “es verdad que estamos pasando un buen rato pero…….”. Siempre los agoreros recordándonos implacables que después del domingo siempre vendrá el lunes. Por tanto, si llega la Nochebuena, atrapemos los rescoldos de verdad que aún le quedan, y cuando se vaya, la despedimos con el pañuelo blanco de la nostalgia. Vivamos por los que ya no pueden hacerlo. Desearnos felicidad aunque sea bajo la dictadura del calendario nunca viene mal. La hipocresía que encierren estos bucólicos deseos navideños dependerá del interior de cada uno. No culpemos a la Navidad de que anden sueltos tantos fariseos.

Mi amigo Sebastián dice que estos días sueña con que se cumplan sus tres deseos más íntimos: 1) Poner a su vecina mirando “pa Brenes”. 2) Jugar al pin-pong con un japonés y, 3) Ver a su Betis en las semifinales de la “Champiónlí”. Soñar, además de gratis, es placentero y da sentido a nuestra existencia.

Dentro de muy pocos días el Señor de Sevilla nos abrirá el pórtico de una presentida y soñada Cuaresma. Ya queda menos para lo que un postulante a pregonero llamaría: “Los preámbulos del gozo”. La vida –sevillana- atrapada en los felices momentos del reloj que marca las cosas intemporales. Pero mientras todo eso llega, capturemos el momento que ahora marca el calendario de las emociones compartidas. Tiempo habrá de envolvernos con el halo de la melancolía. Ahora toca zamarrear la nube de las tradiciones para que caiga sobre nosotros la lluvia de la vida y las cosas inmateriales.

Sigo pues esta mañana a lo mío: escuchando a Frank Sinatra y mirando de reojo el televisor, por si la Diosa Fortuna apunta su flecha de “jurdeles” hacia este atribulado sevillano. Sed felices que es de verdad para lo que Dios nos dio el aliento de la vida. Bebed, comed y disfrutad con los vuestros que, si somos pocos, no seamos encima mal avenidos. Dejad los coches, la crisis y las prisas aparcadas. Va a nacer el Mesías y esto –para los cristianos- siempre es un grato motivo de felicidad. Un afectuoso, sincero y navideño abrazo.