jueves, 30 de abril de 2009

De la cera al farolillo.

Al paréntesis que media entre una Semana Santa y otra ya le quedan dos semanas menos. Todavía con las manos calientes, despues de haber cobijado en ellas a esta paloma de pasión, fé, tradición y esperanza y ya arrancamos, sin solución de continuidad, con la semana de farolillos. Un año más cobrará forma una Ciudad efimera y perecedera en el tiempo. Volátil en su belleza y esplendor y sevillana por todos los poros de su piel. Esta paloma a diferencia de la de Alberti no se equivocaba y se posó un año más en la cúspide de la crúz del Cristo del Amor para comprobar desde alli la máxima expresión de cariño que imaginarse pueda: un pelícano que se picotea su propio vientre y así sus polluelos pueden alimentarse con su sangre. Luego se volvió a poner en marcha el mágico circulo de la vida sevillana para dejarnos exhaustos de emociones, vivencias y sensaciones compartidas. Había que combatir esta melancólica carga y un vasco, don José María de Ybarra, y un catalán, don Narciso Bonaplata, se encargaron de frenar este vacio desconsolador al sevillano modo. Es decir: creando como antidoto a la Semana que se nos fue la luminosa Feria de Abril. Corría el año de 1846. Alguien podría preguntarse: ¿es tan sevillana la Feria como la Semana Santa?. La respuesta es sola una: rotundamente sí.

Ahora, se adueñaran por las calles de esta Ciudad creada para siete días, una lujuria controlada y gratificante (o al menos asi lo esperamos y deseamos). La belleza más deslumbrate y sevillana tomará mil formas distintas. Estará reflejada en su multicolor paseo de caballos. Con casetas engalanadas desde el gusto por la belleza de lo efimero. Veremos el culmen de la hermosura femenina vestidas con trajes de flamencas (o de gitanas como se decía antaño). Se intentará –con mayor o menor fortuna- bailar por sevillanas. La faena soñada por todos los toreros en la Catedral del Toreo. Niños radientes y anhelantes soñando con la estruendosa entrada en la Calle del Infierno. Se vivirá por unos días (ni muchos ni pocos, los justos) una alegría desbordante y contagiosa. Desde Sanlúcar nos llegará un río de manzanilla para soñar, y poder aparcar momentáneamente los duros quehaceres diarios y el grave cerco social y económico que nos rodea. Se compartira una alegría desbordante entre copa y copa. Con un poco de suerte puede que aún estemos a tiempo de escuchar alguna sevillana corralera. La adolescente que ayer buscaba bajo un cielo de farolillos el roce de una mano enamorada y el primer beso arrancado en la altura de la noria, hoy posiblemente sea una abuela sentada en la entrada de la caseta y que se pregunta de vez en cuando cuanto tarda su nieta.

“Mi niña se fue a la mar,
a contar olas y chinas,
pero se encontró de pronto,
con el río de Sevilla” (F.García Lorca)



Semana Santa y Feria, dos formas diametralmente opuestas de nuestra idiosincracia, pero tan nuestras como la Giralda.

Quede constancia –en mi caso particular- que utilizando un argot muy popular en Sevilla, “uno no es muy feriante”. Me siento desbordado por sus calles y casetas, pero asumiendo perfectamente que esto no deja de ser una actitud personal, que parte en definitiva de un carácter mas dado a la reflexión y al sosiego que al bullicio colectivo y desbordado (la Semana Santa la controlo, la Feria me controla a mí).

Pero evidentemente son tan sevillanos como yo el gentío que abarrota hasta la saciedad el Real de la Feria. Creo sinceramente que puede que ellos si hayan sabido atrapar las claves de este milagro de la primavera sevillana.

Sevilla ha sido, es y será siempre bipolar. Lo cual ya se nos manifiesta claramente en nuestra Semana Mayor, donde se funden sin sobresaltos el recogimiento y el gozo más desmedido. Conviven armoniosamente el Silencio y los Gitanos. El Gran Poder y la Macarena. El Calvario y la Esperanza Trianera. Los Estudiantes y la Candelaria. San Benito y Santa Crúz.

Cada día de la semana tenemos ejemplos en esa doble faceta. Se funden la reflexión y el desbordamiento de lo externo. Todo es real y todo camina en la misma dirección. La que nos nos lleva directamente hacia la niñez perdida y recuperada. Cerramos los ojos y extendemos la mano con la esperanza de que un ser querido nos enseñe las dos ciudades soñadas. La que recorre el Hijo de Dios y su bendita Madre tras un reguero de lagrimas de cera, y la que se crea de manera efimera para rendir culto a los sentidos durante una semana de vida y arte. Buscamos nuestra verdad y nos la enseñaron por calles, plazuelas y amarillo albero.

Si tienen la suerte de ser feriantes disfruntela a tope. Hagan caso omiso de los agoreros. Busquemos la dicha que la desdicha nos viene sola y sin previo aviso. Beban no solo el oro liquido de Sanlúcar, sino lo que es más importante, el néctar que esta Ciudad ofrece a propios y extraños. La vida atrapada a través de una edificante lujuria de los sentidos, donde lo unico imperecedero son los sevillanos que toman al asalto el fortín de la belleza efímera.

Sed felices por unos días y disfrutad, que si estamos de paso, mejor morir con el alma en paz con Dios, la conciencia serena y los zapatos llenos de albero.

martes, 28 de abril de 2009

Se vende. Se alquila. Se traspasa.

En una gran proporción el caserío urbano (ignoro el campestre) de Sevilla está en venta o como mal menor se alquila. Pasear por cualquier zona de nuestra Ciudad, lo mismo dá que sea céntrica o de las afueras, es encontrarse con un enjambre de carteles en pisos,casas o locales comerciales donde se nos comunica a través de un teléfono de contacto que se le está buscando nuevo propietario o inquilino. Los motivos de que sus actuales propietarios quieran cambiar de aires serán de lo mas variopinto, pero en todas habrá un denominador común: no corren tiempos de bonanza. Es hora de vender y pocas de comprar. La necesidad aprieta y los bienes de que se disponen y su puesta a la venta en el mercado, se presentan muchas veces como la única solución para salir del atolladero. Serán posiblemente muy pocos, los que vendan o alquilen sus viviendas o locales sin que el fantasma de la crisis haya aparecido sobre sus vidas.

Los datos que aporta la Encuesta de Población Activa (EPA) referidos al primer trimestre del 2009 son absolutamente estremecedores. A modo de resumen son: España sobrepasa los 4.000.000 de parados. Andalucía se acerca peligrosamente al 1.000.000. Sevilla ronda los 202.000. A estas terroríficas cifras se añade el que hay miles de familias donde todos sus miembros en edad de trabajar están parados. Otras, tambien por millares, han terminado su período de prestación por desempleo y son familias sin ningun tipo de ingresos condenadas a la indigencia. Lo que mueve al desengaño es que el paro todavía no ha tocado techo. Es una pena que el Presidente del Gobierno español, don José Luis Rodríguez Zapatero, no acertará en sus previsiones , cuando aseguró estar convencido de que en marzo del 2009, ya se vería algo de luz en este largo y sufrido túnel. A lo mejor es que dentro de nuestra proverbial torpeza entendimos el mes pero no de que año se trataba.


Doctores tiene la Iglesia de las finanzas y la política para buscar las fórmulas que nos permitan salir del atolladero. Mala pinta tiene el asunto a corto y medio plazo, pues los mismos cazadores que salvajamente han tiroteado a las liebres y se las repartieron ahora se ofrecen para salvarlas. Para colmo este mundo de ingenuos del que todos –en menor o mayor grado- formamos parte cree que será Mister Obama quien nos rescatará del naufragio. Siempre encontramos a mano -para paliar nuestra desidía social y política- a un salvador que nos pondrá de nuevo en el camino del binestar, el confort y la felicidad. Nunca logramos enterarnos que solo existe un Salvador –para los que tienen la fé del creyente- para nuestras almas. Una parte considerable del presente y futuro socio/económico está en nuestras manos. El día que sepamos valorar la importancia de nuestro –en teoría- humilde voto, entendiendo que lo importante es votar con la cabeza y no con el corazón desde posiciones nostálgicas, seguramente que la cosas empezarán a irnos mejor. Si además nos implicamos a través de una verdadera vertebración social vía asociasiones (todas, desde las recreativas, sindicales, culturales o religiosas tienen en su discurso programático un noble fin social) seguro que en algo ayudaremos para mejorar esta lamentable situación. Por ser miembro activo de la Orden del Vaso Medio Lleno quiero confiar que no todo está perdido.



Volviendo al trasiego de venta y alquiler de una parte de nuestro caserío, no me resisto a relataros una circunstancia que he vivido recientemente y que es clarificadora al respecto. Por motivos personales, paso casi a diario en autobús por el tramo comprendido desde la Puerta Osario a la Avenida de la Borbolla. Por estos lares transcurrio prácticamente la mitad de mi vida siendo por tanto conocedor de los mismos. Pues bien, al pasar por los Jardines de Murillo observo con tristeza que de los cuatro bares que salpicaban su costado hacía la avenida (el Bar Jardines, el Bar Cristales, las Tres Carabelas y la Bodega Puente) solo está operativo uno de ellos. Concretamente el mas cercano a la calle San Fernando, hoy propiedad de los Hermanos Gómez. Los demás son fruto del abandono más deprimente. ¡Pobre Jardines de Murillo quien te ha visto y quien te vé!. Hoy te han cubierto de rejas para salvaguardarte del paso nocturno de los vándalos que están arrasando esta Ciudad. Yo te recuerdo en estos días de Feria con tu hilera interminable de puestos de turrones. Tu bullicioso trasiego con muchachas de flamenca cantando en grupos procedente de los corrales de vecino. Con los veladores de tus bares a tope de gente librando batallas amorosas con papelones de pescao frito, pan de rosca, aceitunas sin hueso, rábanos picantes, jarras de cervezas y refrescos para los niños. Gente humilde y decente de las que sabían convivir y disfrutar sin envidiar a señoritos montados a caballo, y grandes casetones con gente comiendo exquisites con cara de estreñios. Siempre ignorando la música que les proporcionaban excelentes orquestas. Nosotros apoyados en las barandillas desde el exterior si gozabamos con aquellos sonidos musicales que nos sabían a gloria. En fín, he terminado mezclando a la crisis galopante con la nostalgia de la Feria en el Prado. Espero sepais diculparme pero es que en cuanto le doy bola a este niño que vive en mi interior, se me escapa a navegar por los mares de los sueños. Pues eso, que no nos quiten nuestra capacidad de soñar con lo que un día fuímos y con lo que queremos ser. “Ajolá”, como decimos por aquí así sea. Nos vá mucho en el empeño. La Vida por vivir ni más ni menos.

jueves, 23 de abril de 2009

¿Adios con el corazón?

Como he comentado en alguna otra ocasión el Toma de Horas lo cree con una doble finalidad. A saber: comentar el pasado, presente y futuro de esta vieja, sabia, hermosa y maltratada Ciudad y por otra, enaltecer nuestra Semana Mayor, por entender que en ella se da el culmen de nuestros sentimientos y tradiciones más nobles. Solo en puntuales ocasiones he roto este compromiso ético y estético. Aquellas en que la actualidad que nos rodea así lo ha justificado y requerido. No puedo –ni podemos- sustraernos a problemas que son vitales para nuestro machacado presente y lo que es más serio, para el futuro de nuestros hijos y nietos.

Viene esto a cuento con la “marcha” a Madrid de nuestro último –por ahora- Presidente de la Junta don Manuel Chaves González. Desde la anhelada llegada de la democracia a nuestra tierra cuatro han sido los Presidentes que ha tenido esta Autonomía, que se dejó en el camino un hermoso lastre de ilusiones y esperanzas. Primero, y durante un corto período, empezó la terna don Placido Fernández Viaga, que fue a que dudarlo un buen y fugaz Presidente. Luego le siguió Rafael Escuredo, quien a la postre significó un excelente referente para los intereses de los andaluces. Ha sido con diferencia el mejor y el más comprometido con los problemas reales de Andalucía. El relevo lo tomo José Rodríguez de la Borbolla al que yo definiría como un politico mediocre. Sin dudar era un hombre coherente pero pusilamine ante el tirón y el impulso que esta Tierra demandaba por vías de urgencia. Al final –hasta ahora- la Presidencia de la Junta la ocupó quien más años -con diferencia- ha estado al frente de Andalucía. Me refiero evidentemente a Manuel Chavez González, al que se podría catalogar dentro de los políticos inocuos, ni malos ni buenos, sino políticamente planos. Es un hombre – a que dudarlo- honrado y trabajador, pero que junto a su “mano derecha” Gaspar Zarrías han sido incapaces de vertebrar Andalucia y sacarla de su impenitente y tristemente histórico subdesarrollo. Los negativos datos de paro y educación son clarificadores al respecto, admitiendo en su haber un importante avance en las tareas de Sanidad. Al César lo que es del César.




Pues bien, cuando estamos en el ojo del huracán de una crisis galopante y sin freno, el señor Chaves se nos marcha a Madrid requerido por su Jefe de filas. Es reclamado para una Vicepresidencia de carácter territorial y deja a los andaluces con dos palmos de narices. Nos llegó desde Madrid (según algunos a empujones) y allí se vuelve para poner su veteranía y clarivendia política al servicio del Estado. Eso está muy bien, ¿pero y los andaluces que lo votaron para cuatro años?. ¿Qué explicación es la pertinente?. Ahora nos salen que en en las elecciones se vota a partidos y no a personas. ¡A buenas horas mangas verdes! Y que todo está bajo control. ¡Faltaría más!.







Hace unos días me encuentro a un amigo de los que forman el grupo de los sabios (aquellos que saben escuchar mucho y hablar poco y sentencioso) y me dice sobre el particular:….” ¿Tú sabes cúal es la diferencia entre Chaves y Montilla?, pues que el primero es un socialista andalúz y el segundo un catalán socialista. ¿Captas el matiz?. Si José Montilla abandona la presidencia de la Generalitat para irse a un ministerio a Madrid posiblemente tendría serias dificultades para volver a poner los pies en Cataluña. Sin embargo aquí, como reitera hasta la saciedad Antonio Burgos, nunca pasaaaa nada”. Pero como la vida está llena de paradojas posiblemente –yo así lo creo firmemente- con la llegada de José Antonio Griñán Andalucía salga ganando. Es un socialista de la vieja escuela y por tanto orientando su política a medio y largo plazo hacia la Educación. Entiende firmemente que en una buena base educativa está la clave de un futuro menos axfisiante y traumático. Lo que si resulta preocupante y nos ponen los pelos de punta es los nombres que se barajan para algunas consejerías. Son las cuotas que exigen los partidos para que los obedientes y mediocres ocupen tareas de responsabilidad. Es lo que hay y solamente en nuestras manos está el cambiar este estado de cosas.

Dos cuestiones para concluir. Como español desearle al señor Chaves toda clase de venturas en su nuevo cargo, esperando que logre superar –lo tendrá fácil- la nefasta gestión de algunos politicos/as (de todo signo) que mandamos a la Villa Y Corte. Y como andaluz desear al señor Griñán que sea capaz de sacar a Andalucia de este atolladero de despropósitos y burócratas que han condicionado que estemos en el vagón de cola de la vieja Europa. Suerte de corazón a los dos y por si acaso y sin ánimos de ser pesimista permitanme exclamar: ¡Que Dios nos coja confesaos!.

martes, 21 de abril de 2009

Las sirenas de los barcos

Comprobado queda ,tanto por activa como por pasiva, que cuando ya los años se ensañan con nosotros dándonos a entender que el camino recorrido ha sido largo y variopinto y, que la meta empieza a vislumbrarse en un horizonte más o menos lejano, inevitablemente surgen espontáneamente los recuerdos. Curiosamente –o quizás no tanto- los de la niñez que son los más lejanos en el tiempo se nos aparecen como los más próximos. En un proceso de introspección vivencial nos saltamos olimpicamente la madurez, juventud y adolescencia y recuperamos al niño que un día fuimos. Decir que la niñez es la fase mas feliz del ser humano es hartamente superficial. Siempre dependerá del trato afectivo que recibimos y de las circunstancias familiares y sociales donde transcurrieron nuestros primeros años. En mi caso personal fui un niño tremendamente feliz. Carencias había por un tubo pero vivía rodeado de un afecto y un entorno que me marcarian positivamente para siempre. Era una amalgama de padres, tíos, abuelos, hermanos, padrinos, vecinos y amigos donde no sentirse querido y protegido era prácticamente imposible. San Nicolás, La Alfalfa, la Puerta de la Carne, las Mercedarias, San Bartolomé, San Bernardo, el Barrio de Santa Cruz, los Jardines de Murillo, el Prado de San Sebastián o el Parque de María Luisa fueron testigos y cómplices gozosos de mis correrías infantiles. En menos de doscientos metros en dirección a la Giralda transcurrió mi corto periodo estudiantil. En el Protectorado de la Infancia, el Colegio San Diego o el de San Isidoro (conocido popularmente como Mesón del Moro) me enseñaron en un plis plas a leer (bendita la hora), a escribir(aunque todavía no he aprendido bastante) y lo que se conocía por las cuatro reglas. Es decir: sumar, restar, multiplicar y dividir. La ética, el civismo y la educación ciudadana la aprendíamos desde el ejemplo del día día de nuestros mayores y maestros. La calle –dado que no podíamos acoplarnos en nuestras modestas habitaciones de corrales de vecinos- era nuestro hábitat natural. En ella estaba –como siempre- lo mejor y lo peor de la vida. Pero nuestros progetinores cuidaban que siempre camináramos por la acera de la decencia y la rectitud. Mil veces que naciera querría hacerlo con la misma gente y en el mismo entorno.

Teníamos los niños de entonces un eficaz antídoto contra las necesidades imperantes, ni más ni menos que la capacidad de soñar. El Cine (las peliculas como les decíamos) nos transportaban a un mágico mundo de espadachines, tarzanes y vaqueros justicieros. De gángster perversos que a punto de morir con doce tiros en el pecho, aún tenían tiempo de mostrar su arrepentimiento. De idolatradas actrices de labios sensuales y curvas exuberantes en talles de avispa, a las que las censura muchas veces nos privaba de un largo beso de tornillo con el “muchacho bueno” de la peli. De pobres indios cuyas flechas siempre daban en la rueda de los carromatos, o como mucho en el hombro de algun vaquero, mientras que una simple descarga de un fusil posibilitaba que se cayeran a tríos sin soltarse de los caballos. Nunca tendremos con que pagarle al Séptimo Arte la vital importancia que tuvo para nuestra generación.





Pero curiosamente –y por encima de los demás- prevalece en mí un recuerdo infantil que se resiste a abandonarme a pesar de los muchos años transcurridos. Era el sonido nocturno de las sirenas de los barcos. En el silencio de las frías noches invernales y acurrucados por recias mantas procedentes de la Parroquia o que nos traía mi tío Antonio de aviación, escuchábamos –a pesar de la distancia que nos separaba del Puerto- con total nitidez el dulce rugido de los mercantes. Yo me desvelaba (mi hermano que dormía conmigo ni se enteraba) y me preguntaba a que sería debido esa sinfonía nocturna en el Guadalquivir. ¿Qué nos anunciaban?; ¿qué habían llegado a puerto sanos y salvos?; ¿quizás que se marchaban a recorrer los mares de ultramar? . Eran tres pitidos. El primero estridente y los restantes bajando en intensidad. Yo tardaba en dormirme, soñando despierto con aventuras marinas que tomaban forma en mi imaginación. Pensaba en marineros tatuados con patas de palo y garfios dispuestos al abordaje. Traidores y corruptos pasados por la quilla. Bellas mujeres cantando nostálgicas entre el espeso humo de las tabernas de los puertos. Madres suspirando por una vuelta efímera a tierra firme. Todo soñado en clave de libertad. Pasado por el tamiz del cine y el romanticismo. Espero acordarme mientras viva de las sirenas de los barcos que venían o se iban del Río Grande. En su sonido sigue latente la eterna capacidad de soñar de un niño que pronto espera estrenarse como abuelo.

jueves, 16 de abril de 2009

Hora de Balance

Pasó con toda su carga de emociones y sensaciones compartidas la Semana Santa del 2009. Un hecho feliz ha sido su nota determinante: pudieron salir, sin excepción, todas las hermandades a realizar su Estación de Penitencia. La temida y casi siempre omnipresente lluvia se olvidó –afortunadamente- de Sevilla en estos días. Decía una canción en mi ya lejanos días infantiles….”que llueva, que llueva, la Virgen de la Cueva, los pajaritos cantan, las nubes se levantan, que sí, que nó, que caiga un chaparrón….., pues eso que llueva que falta hace, pero nunca en nuestra Semana Mayor. Ya todo está consumado y queda un año por delante para soñar la que nos nacerá en el 2010. Ahora fugazmente será tiempo de balances muchas veces precipitados y carentes de objetividad. Muchos verán - o mejor dicho veremos- la paja en el ojo ajeno y obviaremos la viga en el nuestro. Esto siempre ha sido y será así por los siglos de los siglos. La Semana Santa es una paloma blanca que sobrevuela Sevilla durante una Semana de Pasión. Unos, debidos al vigor de su juventud corretean sin parar bajo su vuelo. Otros desde las limitaciones que causa la edad o la condición física, se conforman con acariciarla amorosamente cuando se para a beber en alguna fuente. Algunos la verán pasar nostálgicos desde su balcón o ventana añorando tiempos mejores. Los ausentes asomados en los balcones del cielo arropados por las saetas sublimes de Vallejo, Caracol y La Niña de los Peines. Hay tantas Semanas Santas como sevillanos la contemplan. Querer que discurra en una sola dirección es perder el tiempo y el sentido de las cosas. La fé, las tradiciones, las sensaciones y los lazos amorosos solo tienen un denominador común: la Ciudad. Después cada uno se siente identificado fundamentalmente con unas imágenes, una Hermandad o un barrio. Ahí radica su grandeza: en su diversidad. Nunca podremos hablar de un hecho vertebrador en sí mismo. Nos refugiamos con los “nuestros” en compartir sentires y emociones que se renuevan cada año. Lo verdaderamente importante es que aquí siempre gana la Ciudad. Madre amorosa, que nos abre sus arterias en primavera, para que por ellas discurran el Hijo de Dios y su bendita Madre. Pongamos nombre allí donde palpita nuestro corazón cofrade y sevillano. La misma Esperanza habita en la Macarena, Triana, San Roque o la Trinidad. Jesús Nazareno camino del Calvario sevillano saliendo de San Antonio Abad, el Valle, el Salvador, la calle Castilla o allí donde anida el alma eterna de Sevilla: San Lorenzo. Cristo crucificado solo y desamparado (hasta por su Padre)……”Padre por qué me has abandonado”, que busca consuelo ante la inminencia de su muerte bajo el cielo azul de Sevilla. Sale a expirar desde el Patrocinio, la Colegial, San Bernardo, Santa Cruz, la Universidad, el Museo o la Magdalena. Madres sevillanamente bellas en su dolor, que nos llegan desde San Nicolás, el Museo, San Esteban, los Negritos o San Juan de la Palma. Todos y todas con un denominador sentimental comun: su profunda sevillanía. La Semana Santa es un puzle compuesto por cientos de piezas nacidas desde la fé, los sentimientos y las tradiciones. Pasa rápido por hacer verdad aquello de ….”lo bueno, si breve, dos veces bueno”. Pues por ahí andamos gracias a Dios y a la madre que nos parió sevillanos y cofrades.






¿Balance del 2009?. Sinceramente que cada uno haga el suyo. Pongamos un ejemplo: si una Semana Santa es espléndida, pero tu hermandad fue de las pocas que no salieron por la lluvia, ¿quién podrá convencerte que para ti no ha sido nada buena?. Aquí la objetividad –y nunca mejor dicho- siempre irá por barrios. Los defectos que se hayan podido apreciar –llamativo el de las “sillitas”- son los reponsables políticos quienes deben poner los medios para subsanarlos. Los cofrades lo que debemos –y creo que hacemos- es mostrarnos en las calles con toda nuestra carga sentimental y dando testimonio de nuestra fé y sevillanía. Es un amoroso relevo que nos trasladaron nuestros mayores y con seguir la senda que nos trazaron cumplimos nuestro objetivo por las calles. No hay motivo para la nostalgia. Acudamos regularmente a visitar a nuestros imágenes en sus templos. Vivamos con pasión y sentimiento los cultos internos. Ahora más que nunca la Sociedad nos reclama en nuestro compromiso cristiano y cofrade. Somos algo más que una túnica, un cirio, una insignia, una cruz, un costal, un tambor o una trompeta. Como cristianos de base tenemos que dar testimonio de bondad y solidaridad en nuestros quehaceres cotidianos. Aparte de ir una vez al año a nuestra Casa Hermandad a retirar la papeleta de sitio, también debemos hacerlo para ofrecernos en aquello en que podamos ser de utilidad. Siempre podremos sacar un poco de tiempo a nuestras ineludibles obligaciones laborales y familiares para dedicarlo a los demás. Paciencia pues, que ya mismo escucharemos a un coro de campanilleros anunciando la Buena Nueva. Como siempre, el Señor de Sevilla con su Quinario, nos mostrará de una manera latente que otra Semana Santa empieza a nacer.

martes, 14 de abril de 2009

Diez minutos en la Gloria.

(A Eduardo Pérez, que con su ejemplo nos enseña a amar al Gran Poder y a Sevilla)

El pasado día 6 de abril del 2009, Lunes Santo por más señas, se me quedará grabado a sangre y fuego en aquel rincón del alma donde se almacenan y permanecen nuestros grandes momentos sentimentales y vivenciales. Eduardo Pérez López, uno de los grandes baluartes donde se sustenta la Hermandad del Gran Poder, me proporcionó la enorme posibilidad de permanecer diez minutos en la Gloria. Me cita, sin desvelarme el motivo, a media mañana en la Plaza de San Lorenzo. La semana anterior me comentó que iba a mostrarme algo que seguro me gustaría sobremanera. Allí lo veo en medio de una gran fila de pacientes devotos/as que esperan anhelantes el enfrentarse al Señor de Sevilla y despues de besar su mano pedirle socorro y sosiego (¿enfrentarse al Gran Poder?, que tonterias llega uno a escribir, como si esto fuera posible). Después de hacerle una señal en la distancia me acerco al enigmático encuentro con Eduardo. Me saluda con su afecto acostumbrado y me asombro una vez más con su porte aristocratico y sevillano. Impoluto en su vestir, se me representa una mezcla del cantaor Manuel Centeno y del torero Juan Belmonte. Parece escapado del escaparate de la extinta tienda de Izquierdo Benito. Configura en su persona lo mas exquisito de una generación de sevillanos de modales deslumbrantes y con un sentido del temple lamentablemente en vías de extinción. Con ellos se nos marchará una generación irrepetible de sevillanos seductores, filosóficos, filántropos, bondadosos y sabios. Para mí siempre representó, este asiduo visitante de Casa Coronado en la Puerta de la Carne, una caja de sorpresas. Sus gustos musicales van desde la música clásica a venerar a cuartetos como The Shadow. Lo mismo se emociona con Juanita Reina que con Ella Fitzgerald. Se extasia con el cante de Manolo Caracol o con cualquiera de los grandes del soul o del blues. En cada nueva conversación te descubre nuevas facetas de su personalidad y nunca deja de sorprenderte gratamente. Bueno, ¿y para que me había citado este genuino hermano del Gran Poder?. Pronto tendría la oportunidad de descubrirlo. Me agarra del brazo y me introduce por un lateral de la Basílica después de ir saludando a tirios y troyanos. Me deposita suavemente junto a la portentosa figura del Señor de Sevilla, y le dice a la señora que con un paño le limpia la mano gastada de tantos besos de ternura……”déjalo en tu lugar durante diez minutos”. Dicho y hecho. Y allí estaba el hijo de Rafael y Encarnación a escasos centímetros del Hijo de José y de María. Aquel al que los siglos han denominado, denomina y denominarán el Señor de Sevilla. ¡Diez minutos en la Gloria!.

Por allí pasó el pueblo en estado puro. Ayudé a personas mayores a arrodillarse. Cogí en mis brazos a niños de pocos meses y les puse sus frágiles cabecitas ante una mano tan dulce y misericordiosa. Todos le susurraban pidiendo –no para ellos- sino para alguno de los suyos. Pedían salud, trabajo, sosiego y amparo. Sabían –porque ellos son los máximos exponentes de la sabiduría popular- que estaban hablando cara a cara con el Hijo de Dios. Y en todas las súplicas siempre un denominador comun: el cariñoso tuteo. Le hablan al Gran Poder como a alguien muy cercano y familiar. Frases como:..”padre mío, tu que puedes, ayuda a mi hijo a encontrar trabajo”; “Señor Mío del Gran Poder ponme bueno a mi marío”……..




Todos sin excepción, hombres y mujeres, mayores y jóvenes le hablaban desde el afecto más cercano y rotundo. La anécdota que terminó de derrumbarme emocionalmente fue cuando se acercó una señora mayor (que Él me perdone por atreverme a romper este pacto de amorosa complicidad) que portaba un calcetín de deporte en su mano derecha. Me pide que por favor la ayude a ponerse de rodillas, que tiene un nieto a punto de perder una pierna por un accidente con la moto. Le ha cogido de su habitación la prenda que portaba, quería postrarla en el pié del Señor y que interceda por su curación. Ya sin solución de continuidad me rescatan de esta atalaya de amor sevillano y me devuelven al mundo de los mortales empapado de Fé y preso de la emoción con un dulce nudo en la garganta. Nunca podré olvidar este Lunes Santo del 2009, cuando mi amigo Eduardo López me hizo participe de estar diez minutos en la Gloria. Estuve flotando en esta nube de Fé sevillana con la sola compañía –nada más y nada menos- que del Cisquero y el Pueblo de esta Ciudad a la que amo tanto. ¡Que Él te guarde muchos años amigo Eduardo!.

jueves, 2 de abril de 2009

La Hora D.

Ya, sin más preámbulos que llevarse a los sentidos llegará la Hora D en un abrir y cerrar del alma. D que viene de Domingo de Ramos. D que nos sabe a Dicha compartida. D que nos llevará a Deambular por las calles de la Ciudad en busca del Hijo de Dios y su bendita Madre. D que nos marca una cita ineludible con nuestros queridos Difuntos. D de Despojado. D que nos transporta a la gloria sevillana en estos siete Días. Domingo soñado todo un año. Dolorosa Amargura. Dios hecho hombre por la rampla del Salvador en una Borriquita y de nuevo la máquina del tiempo y la memoria sentimental vuelven a ponerse en movimiento. Todo armoniosamente configurado para que todo parezca nuevo y eterno a la vez. La Pasión de Jesús al sevillano modo. Llega la Hora D. La Hora de la Dulce espera concluida.


Arrancaremos en la mañana del Domingo de Ramos visitando cuantas capillas nos permita nuestra capacidad de aguante. Volveremos a emocionarnos ante los pasos preparados para tomar amorosamente la Ciudad. Todo estará dispuesto para si Dios y la lluvia lo permiten volver a darle al mundo una lección de amor, sensibilidad, arte y fé. Los sevillanos no decimos nunca que nuestra Semana Santa es la mejor de todas. ¿Para qué?. Nosotros sabemos lo que tenemos y nuestra obligación es ayudar dentro de nuestra modestia a su continuo esplendor. Alguien dijo, que la diferencia fundamental entre los franceses y los italianos es que los primeros se creen el ombligo del mundo y los segundos no se lo creen porque saben que lo son. Pues por ahí andamos. Ya todo está consumado. La Cuaresma toca a su fín. Enrique Henares dio su Pregón. Como todos esperabamos y sabíamos cortó orejas y rabo. ¿Alguien podía dudarlo? Terminó el tiempo de Quinarios y el trasiego de las Casa de Hermandad. Ya todo está matemáticamente dispuesto para que una voz emocionada nos diga….”a esta é”


Guardaré con doble vuelta de llave esta “Toma de Horas”en el baúl de los sentimientos hasta que el Resucitado entre en Santa Marina. Tiempo habrá de elaborar analisis y balances sobre lo vivido. Ahora toca perderse por callejuelas y plazuelas que posiblemente solo pisemos en estas fechas. Busquemos nuestros mejores momentos para sentirnos vivos y emocionados. Detrás de un antifaz con un cirio o una cruz. Con una vara o una insignia. Debajo de un costero. Con una corneta o un tambor. Inmersos en la bulla. Sentados en la Carrera Oficial. Con lágrimas de melancolía ante la pantalla de una televisión local. Trabajando por los demas para que todo salga perfecto. Haganle caso al insigne poeta Joaquín Caro Romero cuando dijo en su pregón que …..”la vida es una semana”.

Pues eso, a vivir plenamente lo que se nos ofrece en toda su plenitud. Sed felices y hasta despues de estos siete diás de Gloria si así lo permite Dios y la Madre Andalucía.