lunes, 31 de octubre de 2011

¿Quién firmará que he muerto de muerte natural?



“No debemos temer a la muerte
Porque, mientras somos, la muerte no es
y cuando la muerte es, nosotros no somos”
- Antonio Machado – (parafraseando a Epicuro)


Cantaba Serrat aquello de: “Si la muerte pisa mi huerto: ¿Quién firmará que he muerto de muerte natural?/ ¿Quién lo voceará en mi pueblo? / ¿Quién pondrá un lazo negro en entreabierto portal? / ¿Quién será ese buen amigo que morirá conmigo, aunque sea un tanto así?”. Mañana arranca Noviembre y lo hace con dos fechas muy señaladas en el Santoral cristiano: el Día de todos los Santos y el de los Difuntos. La santidad envuelta en el velo negro de la muerte o, la muerte bordada en el difuso manto de la santificación. Los santos no nacen se hacen. Los difuntos ya traen con ellos su pasaporte en el momento de nacer. Lo dice una letra que canta Camarón: “Cuando Dios no da la vida también nos condena a muerte”. Dos crucificados sevillanos simbolizan como pocos las dos caras del duro ejercicio de morir: Uno, tiene su morada en los aledaños de la Universidad y su Muerte, su Buena Muerte, nos muestra de manera rotunda que ya todo está consumado y que el descanso eterno es posible. Otro, se nos muestra como un perpetuo trianero agonizante. No quiere dejar definitivamente Triana, pues sabe que pocos lugares existen en el mundo menos proclive para morirse (Triana para nacer, vivir o soñar, pero nunca para morir). “El Cachorro” agoniza y, a la vez, eterniza a través del barroco más sublime el duro transito que nos lleva de la vida a la muerte. Sus ojos vidriosos parecen suplicarle al Dios Padre una nueva prorroga vivencial trianera. Lo escribió Zorrilla en boca del Tenorio:….”que en esta apartada orilla más pura la luna brilla y se respira mejor”. Este Don Juan sevillano, converso y confeso mujeriego, se nos aparece estos días con su rostro embozado por los pliegues de su capa; su mano apoyada en la empuñadura de su espada y con las redes de la seducción prestas para ser lanzadas al aire. Lo decían las poseedoras de estrecheces virginales: “Don Juan, Don Juan, la puntita nada más”. Don Juan terminó como todos los machos sevillanos de pura cepa: hablando solo por las esquinas de la judería y pegándole cornadas al aire de la eterna madrugada del Barrio de Santa Cruz. Días pues de recordatorios florales para con los ausentes eternos. Trasiego de cubos para limpiar –una vez al año no hace daño- las tumbas y nichos de los caídos en la batalla de la vida. Rindamos pleitesía a aquellos que nos dejaron huérfanos de su compañía y sintámonos gozosos por el placer de formar parte indisoluble de un patrimonio sentimental común. La vida escribe su guión natural cuando las personas se mueren de viejas. Si nos deja algún ser querido en la plenitud de su existencia, todo quedará para siempre enmarañado en las redes del desosiego y la pena honda. Lo cantaba “El Carbonerillo” en uno de sus fandangos más famoso: “Con las lágrimas se va / la pena grande que se llora / la pena grande es la pena / que no se puede llorar y esa no se va, se queda”. Mañana es Día de Todos los Santos y pasado Día de los Difuntos. Tiempo de reflexión sobre el porqué de las cosas. Nacer y morir como las dos caras de una misma moneda. “El Pensador” de Rodin en las Puertas del Infierno meditando sobre la condición humana. “La Divina Comedia” de Dante escenificando el Infierno, Purgatorio o Paraíso como destino final de los seres humanos.


La Muerte, como punto final, propiciando la ruptura definitiva con todo y con todos. Para los creyentes preámbulo de la vida eterna que dimana de nuestra fe y la de nuestros mayores. Los mismos que estos días recordamos instalados en la isla de la nostalgia y el afecto más verdadero. Es vuestro día y, lo más importante, un día el reloj del Tiempo determinará que también sea ya el nuestro para siempre.

domingo, 30 de octubre de 2011

Sobre el nivel del mar



(A Martín Carlos Palomo que nos muestra el alma de Sevilla en los azulejos de sus paredes).

Dice una placa metálica ovalada instalada en la Estación de RENFE de Sanlúcar la Mayor que: según la “Dirección General del Instituto Nacional Geográfico y Estadístico” ese lugar se encuentra exactamente a “145 metros sobre el nivel del Mediterráneo en Alicante”. Hermosa apreciación y merecedora de concederle algunas líneas en los “Toma de Horas”. Es frecuente en muchas Estaciones españolas de trenes este tipo de aclaraciones reflejadas en rotundas placas metalizadas. Ejemplos clarificadores de otras épocas con mediciones mucho más arcaicas pero llenas de rigor y costumbrismo. Posiblemente habrá -o debía haberla- una en la Estación de Zamora que nos aclare a cuantos metros se encuentra con relación a la Playa de la Victoria en Cádiz. En Sevilla existían algunos azulejos callejeros cargados de significación urbana y sentimental: “Hasta aquí llegaron las aguas en la riada de…..”. Quedan muy pocos, poquísimos, pues el modernismo, el falso modernismo, siempre consistió en arrasar con todo lo antiguo por considerarlo obsoleto y desfasado. Hoy han llenado las calles de placas doradas sin alma donde se anuncian Abogados; Agentes de la Propiedad Inmobiliaria; Médicos; Gestores; Diseñadores; Consultores Fiscales y/o Matrimoniales y toda una gama de profesionales que esperan ansiosos el, cada día más espaciado, ring… ring de los timbres de las puertas. Por eso aplaudo sin reservas que en la reciente remodelación de la Estación de Tren de Sanlúcar la Mayor hayan sabido conservar esa placa que relaciona campo y mar. Son historia viva de una época donde los campos se median por varas; los caminos por leguas; los mares por millas y, las relaciones humanas por sentimientos. Soñar el Mediterráneo alicantino mientras esperas la llegada de un tren de cercanías que te devuelva a Sevilla, se me aparece cargado de simbolismo. De niño, siempre absorto en mi capacidad de soñar, me preguntaba que si la Tierra era redonda y giraba sobre si misma como es que no se salía el agua de los mares y se diluía por el espacio. Mi abuelo Félix, socarrón y largo de filosofía mundana, me lo aclaró un día cuando me dijo: “Suele ocurrir así. Lo que pasa es que como el giro es continuo el agua por ejemplo que en una vuelta se le cae al Océano Atlántico vuelve a caer de nuevo sobre la Tierra. Pero ahora sobre el Mar Mediterráneo y luego ocurre al revés. De esta forma ninguno pierde su caudal”. Me dio “carrete” este añorado Maestro de Escuela, que tanto me enseñó y al que humanamente tanto le debo, pero a mí la explicación me pareció entonces convincente. El Mar –la Mar albertiana- siempre se nos ha aparecido nimbado con la aureola de la aventura y la ensoñación. Cuando alguien mira con los ojos del alma el horizonte marino nunca se resiste a cerrarlos, para soñar con lo que siempre nos reserva el “más allá”. Posiblemente nadie lo expresó nunca como Serrat: “Quizás porque mi niñez sigue jugando en tu playa / y escondido tras las cañas duerme mi primer amor / llevo tu luz y tu olor por donde quiera que vaya / y amontonado en tu arena guardo amor, juegos y penas….” Mediterráneo con su espuma blanca de encajes besando sus playas y olivareros aljarafeños vareando olivos para exprimirle el alma al aceite de su dieta: la mediterránea. Amaneceres luminosos marcados por la distancia y unidos por la luz diáfana y rotunda de las tierras y mares de España.
No hacia falta más: una placa ovalada en una Estación de Tren; un reguero de olivos que se pierde serpenteando por el horizonte y, un soñador de San Nicolás dispuesto a sacarle punta al lápiz de la vida y las cosas.

sábado, 29 de octubre de 2011

La Huella de Lúcifer



No tenemos forma más certera de afirmar -o negar- la existencia de Dios y/o el Diablo que a través del comportamiento de los seres humanos. Cuando las personas se revisten de bondad, sacrificio sin límites, solidaridad y desprendimiento, tenemos motivos fundados para creer en la majestuosa obra de Dios. Cuando, en cualquiera de sus variantes, los genios del Arte alcanzaron la cumbre de la belleza estética solemos decir que estaban inspirados por un Soplo Divino. Los escritores, escultores y músicos que han conseguido traspasar con sus obras la barrera del tiempo y por ende alcanzar la inmortalidad, no hacen más que confirmarnos que tuvieron a Dios como su principal aliado. Aquellos que legaron a la Humanidad grandes conquistas sociales, políticas y/o científicas tendentes a la mejora de la vida en la Tierra, siempre se apoyaron en Dios como albacea. El credo personal de cada uno no es más que un revestimiento intelectual y/o moral para intentar convencernos que se puede crear sin la necesidad de Dios, o que solamente puede crearse con su omnipotente presencia. ¿Qué ser humano a lo largo de su vida no se ha encomendado alguna vez a Dios? La cuestión llega a ser más simple: podemos pasar de Dios; lo trágico es que Él decida pasar de nosotros. A titulo personal no tengo reparos en reconocer que, tanto desde mi antigua vertiente de agnóstico como desde la actual de cristiano de base, en poco ha variado mi manera de comportarme. He intentado aplicar siempre –o al menos lo he intentado- unos principios éticos y morales aprendidos y heredados desde la enseñanza y el ejemplo de mis mayores. Ser buena persona en definitiva sin necesidad de apoyarme en ningún dogma. Lamentablemente si asumimos que en la actualidad cuesta trabajo encontrar a Dios en el comportamiento de los humanos, no es menos cierto que la figura de Lúcifer se muestra omnipresente en nuestra vida cotidiana. Veamos un botón de muestra con lo narrado en los informativos del pasado jueves 29 de septiembre: 1) Una señora embarazada de nueve meses acude a una capilla madrileña para rezar por un buen parto. Lúcifer entró armado de una pistola y la mató de un disparo en la cabeza; hirió de gravedad a otra mujer y luego se suicidó pegándose un tiro. Un ángel bueno consiguió rescatar del vientre muerto de la madre al niño de sus amores. 2) Una mujer imbuida del espíritu de Lúcifer mata a sus dos hijos, de once y tres años, parece ser que ahogándolos en la bañera. 3) Un miembro de la secta de Lucifer, en trámites de separación con su esposa, acude a la peluquería donde ella trabajaba y la mata asestándole ¡diecisiete puñaladas! 3) Dos “padres”, hijos putativos de Satanás, se intercambiaban a sus hijas de ocho años de edad para abusar sexualmente de ellas. Se no dirá que es demasiado simplista achacar a Dios lo bueno y a Lucifer lo perverso pero, Dios juega con ventaja: se nos hizo humano a través de la vida y la obra de un tal Jesús de Nazaret. Tenemos referencia por tanto de cómo quiere que seamos. Lucifer no tiene hijos: tiene herederos de su terrible perversión. La locura (concepto no admitido en Psiquiatría) cuando provoca sangre siempre, en todas las épocas, fue denominada satánica.

viernes, 28 de octubre de 2011

Campanas al alba



En Sevilla los acontecimientos singulares, es decir aquellos que nos atan amorosamente con nuestras tradiciones más nobles, nunca se racionalizan en la ecuación espacio-tiempo. O bien los percibimos lejos, muy lejos; o por el contrario nos encontramos con ellos dentro de los límites más cercanos. Han pasado tan solo algo más de dos meses desde el pasado 15 de Agosto y lo situamos como algo tremendamente lejano en el tiempo. Aquel día, un año más, salió la Virgen de los Reyes despaciosamente por la Puerta de Palos (en Sevilla todo lo bello e imperecedero se mueve al compás del temple) mientras el silencio del pueblo solo era interrumpido por el repicar de las campanas del Convento y la Giralda. Hermoso momento mañanero agosteño de los que se quedan prendidos con broches de alamares en los confines del alma. Ese día, tan singularmente sevillano, cada año se retroalimenta en positivo y gana en cantidad (multitud) y calidad (añeja sevillanía). No hubo vallas ni falta que hacía cuando las pusieron en años anteriores. La vi salir, como cada año, por los aledaños del Palacio Arzobispal y me despedí de Ella desde la escalinata que forma esquina con el Archivo de Indias. “Hasta el año que vienes si Tú quieres”, le digo entre dientes. El sol de la mañana consigue que cada 15 de Agosto Ella se renueve. Paralelamente se renuevan nuestras ilusiones por poder contemplarla un año más en la calle. Todo parece repetitivo y nada más lejos de la realidad. La Virgen se hace ese día más Madre sevillana que nunca y nosotros nos redimimos, ahítos de mentiras y falsedades, como hijos pródigos buscando el Paraíso de la niñez. Termina Octubre dentro de muy pocas horas y se nos aparecen nuestros difuntos con sus almas flotando por la Capilla Real. Visitar estos días con tintes otoñales a la Virgen de los Reyes en su Casa, huérfana de rayos de sol pero nimbada con la aureola de la dulzura materna, se nos hace algo casi de obligado cumplimiento. Dos imágenes existen en Sevilla a las que puedo –se puede- permanecer contemplándolas sin tener que bajarles la mirada: El Señor de la Pasión y la Virgen de los Reyes. Desprenden sosiego y nos atrapan. Él, desde la mansedumbre nada servil del que sabe llevar su Cruz con dignidad y resignación….”Ven y sígueme”. Ella, con una media sonrisa bonachona de madre fernandina complaciente, siempre dispuesta a perdonar nuestros deslices. Mirar al Señor de Sevilla duele en la rotunda redundancia de su dolor. No quiere resignarse con lo que a Él le está pasando y, mucho menos, con lo malo que pueda pasarnos a nosotros. La Macarena te ruboriza prendado ante belleza dolorida tan sevillana. Mi Candelaria me seduce y me impulsa a visitas cortas por lo vericuetos sentimentales de San Nicolás. Entro y salgo raudo temiendo encontrarme con el niño que un día fui y que este ya no me reconozca. Al final todo se reducía a eso: buscar en las imágenes lo que fuiste, lo que eres y lo que serás mañana. La gran tragedia del ser humano siempre consistió en enredar el ovillo de la vida. Negarse, en definitiva, a escuchar las campanas del alba.

jueves, 27 de octubre de 2011

“Harme tuya”.

Es innegable que tenemos motivos de sobras para vivir indignados, deprimidos, hastiados, desesperanzados o simple y llanamente “hasta los huevos” pero, aburridos, lo que se dice aburridos, no lo estamos en absoluto. Antes muerto que aburrido. Lo cotidiano nos ofrece continuamente secuencias merecedoras de la autoría de los grandes Maestros del Cine, don Federico (Fellini) o don Luís García (Berlanga); el humor de Gila, o de los injustamente olvidados, Tip y Coll, en todo su esperpéntico esplendor. Vives situaciones o te las cuentan donde no das crédito a lo que ves o escuchas. Todo forma parte de una Sociedad, la nuestra, donde la tragicomedia es la bandera donde nos reenganchamos cada día de nuestra existencia. Paso a contaros la última que me ha llegado. Os hablaré de Alfonso (cambio su nombre por razones obvias) y de un episodio erótico que le ha tocado vivir en fechas muy recientes. Este vecino, que ya roza los setenta y cinco años de edad, se encuentra en un estado de forma admirable. Le sientan los pantalones vaqueros mejor que a muchos veinteañeros victimas de la comida basura y la ingesta mañanera de bollería. Su profesión era la de Maestro de Obras y, los fines de semana, se dedicaba junto a dos albañiles de su cuadrilla al arreglo de cuartos de baños y cocinas por los pisos de la Barriada. No tenían un solo fin de semana libre pues eran, aparte de muy buenos profesionales, gente formal y nada carera. En aquella época había gente que cambiaban de azulejos más veces que de camisa. Todo enmarcado en la novelería de los efluvios comparativos de familiares y amigos. Debido a la Crisis y a la edad ya Alfonso pica menos -azulejos- que un pollo de cerámica. Si le sale algún trabajo se lo traspasa a su hijo. Hace un par de días me paró por la calle para contarme en exclusiva un episodio que le había ocurrido recientemente. Sobra decir que Alfonso me tiene en gran estima. Me dice: “Juan Luís, si te cuento lo que me pasó el otro día no te lo vas a creer”. Le animo a que prosiga y él prosigue: “Resulta que me para una señora a la que conocía de vista y me dice que si le puedo dar presupuesto para arreglar la cocina. Le digo que se lo comento a mi hijo para que se ponga de acuerdo con ella”. “Me insiste de todas formas que, dado que vive sola y muy cerca, me pase a darle “un vistazo” (como iba yo a pensar que esto tenía una doble intención)”. El bueno de Alfonso se pasa al día siguiente y llama al porterillo de la buena señora. A partir de entonces y una vez abierta la puerta del piso se produce el siguiente dialogo:


-- Pasé usté. Está usté en su casa. Por cierto: ¿usté como se llama?

-- Me llamo Alfonso señora.

-- ¿Arfonso? Yo tuve un novio que se llamaba Arfonso.

Alfonso saca un bloc y un bolígrafo para tomar nota de las medidas de la cocina. Mientras, ella le dice amablemente:

-- Arfonso siéntese usté que voy un momentito al dormitorio.



La escena que vivió Alfonso a continuación es de las que no se olvidan fácilmente. Al poco tiempo apareció la buena señora sin más vestimenta que unas bragas negras con los ribetes en rojo. Se cruza de piernas y apoyándose en la puerta del salón va y le dice de manera insinuante:

--Arfonsito, “harme tuya”.


Alfonso se quedó petrificado con el bloc en una mano y en la otra un bolígrafo con el anagrama del Banco de Santander. Se levantó blanco como un cirio que no ha derramado aún sus lágrimas de cera. Reculó como pudo hacia la puerta y se marchó despavorido buscando desesperadamente la libertad de la calle. Mientras me lo contaba yo no podía disimular una sonrisa que seguro él entendía. Se le notaba que el pobre hombre lo había pasado bastante mal ante este arrebato de pureta revenía. Concluyó diciéndome: “Sabes lo que te digo, Juan Luís, que la próxima vez le digo que vaya Juan Imedio a verle la cocina”.

miércoles, 26 de octubre de 2011

La fuerza de la tierra


Cuando termina la excelente e imperecedera película “Lo que el viento se llevó”, lo hace con uno de los fotogramas más hermosos e impactantes de la Historia del Cine. Tiene como principales protagonistas a Escarlata O´Hara (Katie Scarlett O´Hara Hamilton Kennedy Butler) y a la Madre Tierra. La cámara se va alejando lentamente mientras la tarde resplandece con el fuego de sus últimos estertores. La genial e inolvidable Vivien Leigh hace un alegato contra las penurias agarrándose a la fuerza de la tierra. A Tara, a la tierra de su Tara natal. Miguel Hernández en su inmortal poema dedicado a la muerte de su amigo Ramón Sijé (“Elegía a Ramón Sijé”) nos dice: ….”Quiero escarbar la tierra con los dientes, quiero apartar la tierra parte a parte a dentelladas secas y calientes”. Machado, don Antonio, remata su “He andado muchos caminos” con un: “Son buena gente que viven, laboran, pasan y sueñan, y en un día como tantos descansan bajo la tierra”. La fuerza de la tierra como elemento fundamental de la existencia del ser humano. Aventureros del ayer cruzando los océanos en busca de nuevas tierras. Prófugos de la miseria embarcados hoy en frágiles pateras buscando la supervivencia más necesaria en otras tierras Curiosamente, y gracias a la televisión, podemos comprobar como desde un profesor español cómodamente instalado en Oxford, hasta un subsahariano vendiendo paquetes de pañuelos de papel en un semáforo de Sevilla, añoran su tierra y se les nublan los ojos al recordarla. Ambos, por distintas circunstancias, han sido “desalojados” de su hábitat natural y, sin embargo, la melancolía de los ausentes está latente en sus corazones. Uno, con despacho propio, consideración profesional y buenos emolumentos. Otro, luchando por la supervivencia del día a día, aguantando las inclemencias del tiempo bajo la estela del ámbar, el rojo y el verde, esperando que alguien baje el cristal de la ventanilla de su coche. Solo tienen en común –que no es poco- la añoranza del terruño que les vio nacer y hacerse hombres. Están lejos de su tierra y eso es duro de sobrellevar. En cuantas biografía he leído de exiliados españoles (ya van unas cuantas) en todas hay un denominador común: el desconsuelo de saberse lejos y marginados por su propia tierra. Nada por tanto equiparable a la amargura de sentirse extraño en un paraíso que, posiblemente, alguien te recuerde alguna vez que no es el tuyo. Ser español, neozelandés, cubano o francés puede que solo sea debido a unas circunstancias determinadas por Dios o el Destino. Hay dos elecciones que escapan por completo a nuestro control: donde, cuando y como nacer, y el lugar y la forma donde poner fin a la aventura de la vida. Pero la tierra es sabia porque en su corteza la vida transcurre en todas sus variantes. No somos nada sin ella. La moja el agua de la lluvia; el sudor de los jornaleros; las lágrimas de las madres y las mujeres victimas del desamor. Da frutos que permiten la subsistencia y ruge como un león enjaulado para recordarnos, en definitiva, quien manda aquí. Pero, a pesar de todo, es realmente lo único que nos pertenece por pertenecer nosotros a la esencia de sus entrañas. Se siente reconfortada por los pétalos que caen sobre ella en primavera. Siente su escalofrió más ancestral cuando padece sobre su corteza el rugido de las bombas. Se muere de sed y vergüenza por la hambruna de niños africanos. Eructa abruptamente su lava de siglos por sus montañas incandescentes. Tierra andaluza -la mía, la tuya, la nuestra- de nieve, casas blancas, espadañas y olivares. Aquella que rinde pleitesía besando, o dejándose besar, por las orillas de los mares.

La tierra, nuestra incomparable tierra de poetas, músicos y pintores. Lo dice el Flamenco: “A quien le voy a contá yo / primita mía lo que a mí me está pasando / se lo contaré a la tierra cuando me estén enterrando”.


La que un día nos acogerá definitivamente para suministrarnos el sosiego de los ausentes eternos y, nos pueda decir con Bécquer: ¡Dios mío, que solo se quedan los muertos!

martes, 25 de octubre de 2011

La primera vez



¡Cuánto te amé, Ciudad de mi niñez,
De juego, amoríos….desengaños;
Fuiste testigo fiel de mi vejez
Al paso inapelable de los años!


Mi vecina Amparo, una sanluqueña conversa, confesa y reciclada en sevillana, tiene la buena y sana costumbre de alegrarnos cada mañana con el soniquete de “Sal Marina”. Así empieza cada día cuando muy de mañana tiende una de las tres coladas que hace cada día (por Pino Montano circula un dicho y es: “Anda que trabajas más que la lavadora de la Amparo”). Hoy, cuando ya la manga corta va buscando una ampliación hasta la muñeca, ha puesto el tema donde empieza el grupo sanluqueño cantando aquello de: “La primera vez fue en Sevilla / fue en Sevilla / que yo la besé / fue en Sevilla / ¡Ay, chiquilla!”. Para todo, absolutamente para todo, siempre existe un estreno, una primera vez en definitiva. Hasta donde todavía me acompaña la memoria creo recordar que todas mis primeras veces fueron en Sevilla. Mi primera “rabona” inducida (primera y última pues siempre me gustó mucho el colegio) en el “Mesón del Moro”. Mi primera salida en la Candelaria. Mis primeros pantalones largos que, por cierto, “picaban” más que to sus……. Mi primer trabajo –con catorce años- en Almacenes Olimpia en la calle San Luís. Mi primer baile adolescente en San Bernardo y mi primer beso furtivo con sabor a fresa y miel. La primera vez donde puse a una muchacha (concretamente del Castillo de las Guardas) “mirando pa Brenes”. Mi primer desengaño amoroso y el roce a los primeros parpados yertos de mi sangre (los de mi abuela Teresa). Mi primer baño en el peligroso río. La primera vez que escuché cantar Flamenco. Mi primer encuentro con el Séptimo Arte. Mi primera emoción lectora atrapado por la magia de Alejandro Dumas. Mi primer encuentro con Elvis y los Beatles. Mi primer partido presenciado –y padecido- en el viejo Heliopolis. Mi primera salida prolongada de la Ciudad para “cumplir el Servicio Militar” en tierras ceutís…. ”Ardor guerrero vibra en nuestras voces y de amor patrio hendido el corazón”. Un pacifista jugando a la Guerra por los campos de tiro de Ceuta. La primera vez que enterré a un amigo de gozo y pena….”Temprano levantó la muerte el vuelo / temprano madrugó la madrugada / temprano estás rodando por el suelo”. Esa primera ocasión donde un profesional de bata verde te dice que ya formas parte del dulce y sacrificado reino de los padres. Esa primera vez donde, asombrado, viste al “Cabeza” pagar una convidá sin anestesia en una taberna. Un feliz primer momento para decir un “si quiero” y otro para un triste “ya no puedo quererte”. Todo al final formando un ciclo repleto de primeras y últimas veces para casi todo. Siempre, eso si, bajo la sombra y amparo de la Torre Grande de la Ciudad. No tengo reparos en reconocer que mi primera vez más reciente ha sido la más alentadora de mi existencia: mi estreno como abuelo “Made in Seville”. La risa del “enano” me redime y me reconforta con los avatares del ejercicio de vivir. Cuantos amigos, estrenados en esos menesteres, me decían que era una sensación irrepetible y difícil de concretar -salvo en la propia experiencia- lo clavaron. Mi última y temida primera vez ha sido recientemente con mi estreno como huérfano tras el fallecimiento de mi madre. Con sus casi 99 años de edad era “Ley de Vida”, aunque los humanos nunca estamos suficientemente preparadas para algunas leyes. Lo canta Sal Marina……”La primera vez fue –siempre- en Sevilla……..

lunes, 24 de octubre de 2011

El retorno del “Capitán Trueno”



Sentimentalmente, no quiero dejar pasar la ocasión de comentar un hecho acaecido en el cada día más menguante 2011. Ha sido ni más ni menos que: ¡la vuelta del “Capitán Trueno”! Ha hecho su debut estelar en el Séptimo Arte y se han reeditado con enorme éxito sus trepidantes aventuras. Evidentemente no ha vuelto solo. Le acompañan sus inseparables compañeros, Goliat y Crispín y, como no, su novia la Princesa Sigrid, la misma que con posterioridad sería proclamada Reina de Thule. Fue en 1956 cuando nació el “Capitán Trueno” gracias al talento creativo de Víctor Mora Pujadas y configurado en los hermosos dibujos de Miguel Ambrosio Zaragoza. Es decir, cuando descubro al “Capitán Trueno” y con él la posibilidad de soñar a través de la lectura, un servidor tenía diez años de edad. El impacto que causó este Caballero Español Medieval (nacido en Cataluña) en los niños de mi Generación fue verdaderamente impactante (en los años sesenta se vendían 350.000 ejemplares semanales). Tenía toda la colección completa y, afortunadamente no hace muchos años volví a reunirla de nuevo (Dios bendiga al Mercadillo del “Jueves”). Aparecía entonces por entregas semanales y el final de cada nueva entrega, y más concretamente en la última viñeta, siempre se nos ofrecía la posibilidad de que nuestro héroe perdiera la vida. Afortunadamente la continuación siempre tenía un final feliz. Si por ejemplo el “Capitán Trueno” se caía por un barranco siempre aparecía en el último momento la mano amiga de Goliat o una rama a la que poder agarrarse. Pero lo cierto es que nos tenía toda la semana, hasta que llegaba el sábado, con el alma en duermevela. Compraba de niño lo que conocíamos como “Tebeos” en la Puerta de la Carne, concretamente en el Kiosco ubicado en Santa María la Blanca (sigue allí todavía pero lo han retranqueado un par de metros hacia delante). Las aventuras del “Capitán Trueno” no tenían límites ni fronteras y, gracias a sus desplazamientos en “Globo”, lo mismo defendía causas justas en la China que en la Corte del Rey Arturo. El “Capitán América” se creó en EEUU en 1941 como un antídoto patriótico contra los desmanes “Hitlerianos”. Luego sus creadores lo pusieron a cazar comunistas y terminó en la cola del Paro. Pero el “Capitán Trueno” era otra cosa: un adalid de causas nobles perdidas. Allí donde hubiera una injusticia estaba él con su “troupe” para, a espadazos limpios, imponer la razón de la Justicia (lo menos razonable que existe hoy en día). Ahora y a pesar de la Crisis ya podemos dormir tranquilos, ¡el “Capitán Trueno” ha vuelto! Temblad pues políticos corruptos; cerrad bien ventanas y balcones sanguijuelas de las finanzas; dormir con un ojo abierto prevaricadores de “Códigos Da Vinci”, ya que vuestras tropelías tocan a su fin. Aquí esta de nuevo el “Capitán”, sin más compañía que un gigantón tuerto; un muchacho rubio listo como una ardilla y, un bellezón nórdico del diez. Si tenéis huevos habladle a estos de la “Prima de riesgo” y os harán morder el polvo. Gracias por volver “Capitán Trueno”, la “Generación del pan con aceite y azúcar” ya os echábamos de menos.

viernes, 21 de octubre de 2011

La cara amarga de la pena




A doña Encarnación Pelayo Lezcano, mi madre.

(Triste soledad la mía,
que hasta mi sombra se aparta
por no hacerme compañía).

Hoy te he visto en todo tu esplendor/
ví tú cara reflejada en mi pupila.
Pena me han dicho que te llamas
y yo añado de apellido Desconsuelo.

Eres espejo que refleja un manto negro
donde el hombre se seca el llanto amargo.
Las mujeres se cubren enlutadas /
rezándole a su Dios por las esquinas.

Los niños te ignoran en su inocencia
y los viejos te llevan en bandolera.
Los caminos se estrechan a tu paso
y las enredaderas se secan con tu aliento.

El pájaro se calla ante tu triste letanía
y el amanecer se torna noche oscura.
Eres el triste invierno de las cosas
que duelen como arañazos de porfía.

Pena que embarga a todas horas /
llevándose por delante tú sosiego.
Negro velo que cuelga de la luna /
enlutando de sombra los senderos.

Capitana del barco de la ausencia
con fardo de orfandad en muelle frío;
pena negra que impone su presencia
allí donde levita inerte el desvarío.

¿Dónde está tu victoria negra pena?
¿Dónde hay que pagar la triste suerte?;
¿Dónde habrá que cumplir esta condena?
¿Dónde estará el triunfo de la muerte?

Te llevaste mi consuelo y mi semilla /
depredadora al fin de mí tormento.
Hoy no buscarme a mí en el lamento /
hacedlo en el eco ancestral por Siguiriya.

La sonrisa de la serpiente


Reconozco que ante el vértigo del folio en blanco dudé si seguir buscando palabras o conceptos o bien apagar el ordenador. Quería decir “cuatro cosas” sobre el “abandono de la lucha armada” de esta pandilla de asesinos de ideología fascista que responden al nombre de ETA. Al final me decidí en “tirar pa´lante” Dice que lo dejan pero, lógicamente, sin entregar el arsenal, reconocer errores sangrientos y pedir perdón a las numerosas viudas y huérfanos causados por su “acción política nacionalista”. Hablan de “Conflicto armado”; de abrir un “Proceso de paz” negociable con los Gobiernos español y francés” y, lo más perverso, tratan de equiparar el dolor de victimas y verdugos. Todo, absolutamente todo, programado minuciosamente (incluyendo esa pantomima de “Conferencia Internacional por la Paz). Saben lo que quieren y como conseguirlo. Están diezmados y acorralados por la acción conjunta de las policías españolas y francesas y, a los que están en busca y captura, les esperan las rejas de la cárcel como su hábitat natural y ampliamente merecido. No hay más pero tampoco menos. Llaman “Confrontación armada” a una lucha desigual donde unos ponían las pistolas y otros las nucas de las cabezas. Son simple y llanamente una cohorte siniestra de criminales conversos y confesos que han vivido- espléndidamente por cierto- de la extorsión y el crimen. Decir que su anuncio del “abandono de la lucha armada” es una mala noticia sería una barbaridad, pero aún mayor es creernos que ya todo está finiquitado. Observando la tranquilidad y el regocijo con que los etarras procesados saludaban a “su gente” enjaulados tras las vitrinas de cristal, era un signo inequívoco de saber que los carceleros ya tienen las llaves en las manos. Ha sido mucha, muchísima, la sangre derramada como para pretender que las victimas lo sean por partida doble. Insisto, como he escrito en alguna otra ocasión, que si las dejamos abandonadas a su suerte seremos cómplices de la barbarie. Lamentablemente no me muestro especialmente optimista sobre el particular y, los días venideros terminarán por deshojarnos la margarita. Nos están arrinconando en aras de conseguir una paz a cualquier precio, y eso es una humillación para las personas simplemente bien nacidas. Si se rinden; entregan las armas y piden perdón por las atrocidades cometidas podemos al menos escucharlos. Pero no seamos ingenuos, esto no figura ni en los márgenes de su “Hoja de Ruta”. Son sangrientos pero no tontos. Ya disponen de la necesaria cobertura política-institucional en el País Vasco y saben que les ha llegado “su momento”. Ha mucho no tardar coincidirán en las panaderías victimas y verdugos comprando el pan de cada día. Pretenden que todo quede bajo las secuelas de un “mal sueño” donde no puede haber vencedores ni vencidos. Pero la tierra, incluyendo aquella –la vuestra- que tanto decís amar y defender, siempre le dio preferencia a la llamada de la sangre: la que vosotros habéis derramado en los “Libros de Familia” de muchas familias españolas.

Beber como….osos



El Parque Nacional de Sivenir está situado en el oeste de Ucrania. Es el más importante de este país que consiguió su independencia en 1991 al disolverse la URSS. En este Parque viven 80 osos pardos que el pasado verano fueron noticia en todos los informativos del mundo. Se había detectado a través de sus comportamientos y posteriores análisis que estaban todos alcoholizados. En los alrededores de este Parque existen diversos bares y restaurantes y, los clientes y camareros de los mismos, atiborraban de vodka y cerveza a estos mamíferos cuyo peso puede oscilar entre los 100 y los 600 kilos de peso. Parece ser que el emborracharlos tenía como finalidad el atraer a un mayor número de clientes al Parque. Los visitantes se quedaban perplejos viendo las cabriolas que hacían los osos y, como se la “pelaban” cuando tenían cerca a alguna muchacha ucraniana. El tema ha llegado a tal índice de gravedad que el Gobierno de Ucrania ha creado un “Centro Especial de Desintoxicación para Osos Alcohólicos” (esto es completamente en serio). Allí, en Ucrania, se han invertido los papeles y ahora la gente bebe como osos y, los osos beben como cosacos. En un país que en febrero pueden estar a treinta grados bajo cero el estar sobrio es casi un milagro. Allí, en las pruebas de alcoholemia, suelen multar al que conduce sin secuelas de alcohol. Los pobres animales –me refiero a los osos- se han visto sin comerlo ni beberlo (bueno, borren esto último) en los telediarios de todo el mundo dando piruetas y haciendo payasadas. Esto me ha planteado serias dudas: ¿Cuántos litros de alcohol hacen falta para emborrachar a un oso? ¿Qué tiempo continuado necesitan beber para terminar todos alcoholizados? ¿Cómo se rehabilitan a los osos para que superen su alcoholismo? ¿Les pondrán en la terapia películas del Oso Yogi y Bubú en Jellystone? Lo cierto es que si en algo han persistido los verdaderos animales –los humanos- a lo largo de la Historia, ha sido en inventar infinitas formas de burlarse y machacar a los demás componentes de esto que se llama el Reino Animal. Hay noticias tragicómicas que no pueden sustraerse de algunas de estas variantes. La tragedia está en el abuso que se comete contra estos nobles especimenes de la Naturaleza y, lo cómico, en tener que crear un Centro Especial para rehabilitarlos. ¿Cómo van los osos a la terapia de grupo? ¿De diez en diez o individualmente? Aparte de sancionar con dureza a sus inductores “mollatosos”, ¿cómo propiciar el que no vuelvan a recaer? ¿Cubrirán sus síndromes de abstinencia con Coca-Colas light? Posiblemente suene raro el que por las noches del Parque no vuelva a escucharse el… ¡Ucrania, Patria querida, Ucrania de mis amores, quien estuviera en Ucrania multando a tantos mamones! Esperemos que esta odisea de vodka y cerveza termine bien para los osos y que cuando miren a la luna no crean que se trate de un queso de bola. La caja de sorpresa de esta Sociedad desquiciada nos ofrece cada día un nuevo capítulo. Ahora les ha tocado el turno a los “Osos borrachos de Ucrania”. Mañana, posiblemente, les toque a las “Llamas cocainómanas del Perú”. Pasado mañana Dios dirá que nueva perversidad contra los animales tendremos guardada en la chistera. Una última interrogante: me imagino que para combatir la resaca de un oso habrá que prepararle una tortilla de paracetamol.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Así en la Tierra como en el Cielo



El Diario “El País” en su edición del pasado 7 de agosto se hacia eco de una encuesta del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas) sobre la evolución del catolicismo en España durante los últimos años. De los datos se podría deducir que España es al día de hoy menos católica. Se apuntaba que el numero de creyentes españoles ha descendido al 71 % (diez puntos menos que hace una década). Entre los más jóvenes los datos son peores: caía al 56% y con la variante de que a mayor nivel de formación académica menor grado de religiosidad (esto, sinceramente, da bastante que pensar). Las vocaciones sacerdotales también experimentaban un fuerte descenso: en los 70 Seminarios existentes en España hay una media de 15 alumnos por Seminario. Estos serían, a grosso modo, unos datos que debían de mover a un cierto grado de preocupación en nuestras Autoridades Eclesiásticas. No basta con eludir responsabilidades propias cargando “la suerte” en las políticas laicistas de los Gobiernos de Zapatero. Tampoco culpando a unos medios informativos que esconden sus miserias y sus ansias recaudatorias maleando el sentir religioso de la –todavía- mayoría de los españoles. Esto, con ser verdad, viene a significar tan solo una parte del problema. Aquí han pasado y están pasando cosas que, dada su especial relevancia popular, no están siendo respondidas y asumidas por las altas instancias eclesiásticas. Hoy, nadie puede dudar, que ante una Crisis tan atroz como la que padecemos ha sido CARITAS (Iglesia en definitiva) quien ha dado las respuestas más eficaces a las necesidades más acuciantes de la gente. Pero a nivel intelectual y, sobre todo vivencial, la gran distancia existente entre las bases cristianas y la jerarquía no solamente no se acortan, sino que se agrandan cada día un poco más. No se trata de que la Iglesia “modernice” su discurso para incardinarlo con los problemas actuales de la Sociedad española. Se trata de asumir sin complejos que el periodo español del Nacional-Catolicismo ya duerme el sueño de los injustos. La separación Iglesia-Estado forma parte fundamental de una Sociedad libre y democrática y, seguir anclado en el pasado, nos lleva del vacío a la nada. Los templos sevillanos donde no radican Hermandades son un canto al ostracismo y al abandono (material y sobre todo humano).

Cada vez que recibo un Boletín de algunas de las Hermandades a las que pertenezco se me –nos- recuerda que formamos parte de la Iglesia. ¿Quién lo pone en duda? ¿Es necesaria al día de hoy una insistencia tan perseverante? Parece ser que sí y, tampoco estaría de más, que también esto se les recuerde a nuestros Pastores Evangélicos. La Iglesia tiene el derecho y la obligación de manifestarse, bajo sus postulados, de todo cuanto le rodea –para bien o para mal- a las personas que formamos parte de eso que hoy llaman Ciudadanía. Pero no podemos movernos socialmente tan solo enganchados al Aborto; la Eutanasia y el Matrimonio entre Homosexuales. Si como cristianos hemos dejado clara nuestras negaciones, ya va siendo hora que también nos manifestemos en nuestras afirmaciones. Dar testimonio, en la época actual, de lo que representa el Cristianismo solo puede entenderse a través del necesario ejercicio de los hechos consumados. “Por sus obras los conoceréis”, se nos dijo, y en ellas siempre estará lo mejor de nuestro discurso cristiano. Predicar, dar trigo y, a ser posible, compartirlo con los que menos tienen. Eso fue lo que hizo Jesús cuando estuvo entre nosotros y eso es lo que debemos hacer sus discípulos.
Lo demás son “batallitas” de palacios. Teología de mármol de carraca. Besos hipócritas estampados en anillos arzobispales. Biblia encuadernada con tapas de lujo.

lunes, 17 de octubre de 2011

La Luna en su soledad



“No sabes acaso que la Luna es fría
porque dio su sangre para las estrellas”
- Canción canaria -


Cuando el primer hombre puso sus pies en la Luna, posiblemente sonreirían las probetas en los laboratorios y llorarían las rimas de los poetas. La magia quedó seriamente cuestionada en brazos de la Ciencia. “Un pequeño paso para un hombre; un gran salto para la Humanidad”, dijo Neil Armstrong en una frase “histórica” que fue largamente ensayada para la ocasión. Ahora, según han descubierto los científicos, parece ser que hace un montón de millones de años existían dos lunas: una más pequeña y otra similar a la actual. Dentro de mi supina ignorancia nunca logré entender como se pueden llegar a tan certeras conclusiones. Parece ser que ambas lunas chocaron y, como suele ocurrir en todos los órdenes de la vida, la pequeña fue engullida por la grande. La Luna siempre significó para los humanos la posibilidad de soñar amores y aventuras imposibles; momentos juveniles de magia sentimental y caldo de cultivo para el romanticismo de los poetas. Luna plateada donde relucían las facas lorquianas y la nerviosera de los maletillas en las dehesas. Luna suspendida en los placidos mares agosteños para, con el trasfondo de una habanera, ofrecer su pálido reflejo a las confidencias de los enamorados. Luna prendida en la literatura flamenca: “El Alcázar de Sevilla tienes las paredes altas / más altas son sus murallas y más altas las palmeras / pero la cima es la Luna: Dueña y reina del Alcázar”. Machado no quería maniobras de distracción de lo cotidiano con la excusa lunera: “Desdeño las romanzas de los tenores huecos y el coro de los grillos que cantan a la Luna”. Hoy, desgraciadamente, la Luna ni está ni se le espera. Los amores juveniles se fraguan y cimentan en ruidosas movidas discotequeras. Los poetas andan perdidos buscando el alma de la poesía. Los científicos están ahora más preocupados en averiguar si Marte tiene agua. Mientras, los especuladores sin escrúpulos, envenenan los mares y ríos de la Tierra. Los de la “Media Luna” andan inmersos en cruentas batallas sociales y políticas buscando la necesaria agua para sus Oasis. La Luna nace y muere cada día sin que nadie se digne siquiera contemplarla. Corren malos tiempos para la lírica y los falsos pragmáticos mandan en nuestras almas y haciendas. La Luna está sola, terriblemente sola y desamparada. La soledad de la Luna es, ni más ni menos, el parámetro que mide la soledad actual de los románticos. Pocos rescoldos de vida le quedan a la lunita lunera de las coplas del ayer. Queda todavía latente en los cuentos infantiles donde, rodeada de estrellas, consigue que los niños crezcan soñando. Soñar no es levitar, es más bien avanzar hacia un futuro donde el ser humano de gracias a Dios por la plasmación de lo soñado. Lo decía el Poeta de Orihuela en su inmortal “Nana de la cebolla”:….”Ríete niño que te traigo la Luna cuando es preciso”. Al final estaba todo demasiado claro: el Sol para soñar viviendo y, la Luna, para vivir soñando.

domingo, 16 de octubre de 2011

Sobre exquisitos y figurones

Curiosamente existen cuestiones que se resuelven a través de sus contradicciones. Un ejemplo: Andalucía es una de las Comunidades Autónomas donde más libros se venden y, curiosamente, posee el triste record de ser la que tiene el índice de lectores más bajo de España. La solución posiblemente consista en que comprar libros significa un ejercicio social de distinción y, leerlos, un ejercicio intelectual de reflexión. Para la primero solo hace falta gastar dinero y para lo segundo el gasto entraría en el terreno del intelecto y sus derivaciones neuronales. La eterna excusa para no leer está siempre en que nuestras múltiples ocupaciones no nos dejan tiempo ni para dedicárselo a la familia. Al comprar libros y, comentarlos en reuniones sociales, quedamos exento de un cierto ropaje de inculto irredento. Cambiamos en definitiva la exquisitez por el figuroneo. Recuerdo una anécdota de don Enrique Tierno Galván cuando era Alcalde de Madrid. Estaba el “Viejo Profesor” dándoles una charla a unos vecinos de Vallecas y les decía: “Quedaos tranquilos que voy a propiciar que los camiones de la basura no pasen a las dos o las tres de la madrugada por vuestras calles y, con su ruido, interrumpan vuestras sosegadas lecturas”. La gente se miraba alucinada pues allí -que todo el mundo se levantaba a las seis o las siete de la mañana para ir a trabajar- pocos estarían leyendo a la dos de la mañana. Aparte de que la mayoría no leía ni los folletos de Alcampo. Pero como captaron la intención de Tierno Galván le dieron una estruendosa ovación. Les proporcionó, en definitiva, la posibilidad de ser personas cultas y exquisitas. Sevilla ha sido, es y será (¿) la Capital española de los figurones. Los hay de toda clase y condición. Aquí hace bastante tiempo que nadie escucha a nadie y las charlas se han convertido en pesados monólogos, donde cada uno cuenta sus logros personales. No hace falta que les preguntemos por un reciente viaje o por su actividad en la Empresa, el Partido, el Ayuntamiento, la Junta o la Hermandad. Él solito va desgranando como le va y la suerte que tiene la Ciudad de contar con sus servicios profesionales, políticos, sociales o culturales. Recuerdo un antiguo vecino que cuando fue nombrado Presidente de la Comunidad del Bloque se mandó imprimir una tarjeta de visita que así lo especificaba. Los pocos exquisitos que les van quedando a la Ciudad se mueven entre la reflexión, el trabajo bien hecho y el anonimato. Obvia recalcar la enorme diferencia entre un exquisito y un cursi. Paco Correal, tiene una magnifica sección de entrevistas en el “Diario de Sevilla” (“Los invisibles”) donde nos trae a personajes sevillanos inmersos en la exquisitez. El pasado agosto entrevistó a Manolo González (posiblemente uno de los mejores melómanos que le quedan a Sevilla) y, en cada respuesta, nos dio todo un ejemplo de amor a la Ciudad. Su estrecha vinculación a “Juventudes Musicales” y su talante combinado con su talento nos reivindican con lo mejor de nosotros mismos. Ver pasear -con su porte aristocrático- por Sevilla a este antiguo empleado del Banco Exterior y de la Hacienda de nuestros desvelos es un monumento a la exquisitez más profunda. Su Gran Poder; su(s) Maestranzas (Opera y Toros); su Música Clásica; su familia; sus amigos y su Ciudad, configuran las alforjas de su hatillo vivencial sevillano. Van quedando pocos de esta cosecha y nos invaden cada día nuevos especimenes del figuroneo más hortera. Todo queda enmarañado en la destemplanza de las voces autocomplacientes y todo, desgraciadamente, terminará por sustraernos la dulce melodía de los sonidos del silencio. Figurones: “Dicese de aquellos que están vacíos por fuera y por dentro”.

sábado, 15 de octubre de 2011

El “Sueño andaluz” de la Bejazz







“Lo Música se ha vuelto elitista porque los políticos no han hecho lo necesario para que haya educación musical”

- Daniel Barenboim -

Se, por propia experiencia, que “sacar” al mercado un nuevo trabajo discográfico se nos antoja en la actualidad no ya como algo realmente complicado, sino más bien como un auténtico milagro. La música, la buena Música y no la de “usar y tirar”, ha sido relegada al terreno de lo insustancial por una Sociedad proclive precisamente a eso: a vivir prisionera de la insustancialidad. Sensibilidad y buena música van -o debían ir- cogidas de la mano por los tortuosos senderos de la existencia humana. Dios a través de la Naturaleza propició que la música brotara de una forma natural. El trinar de los pájaros al amanecer; el viento silbando entre los árboles; el rumor de las olas del mar; el crepitar de los troncos ardiendo suavemente en los días invernales; el repicar de la lluvia en los cristales en tardes otoñales o, el suave y compartido rezo de monjas en Conventos de Clausura, como ejemplo paradigmáticos de que la música está inventada y, solamente espera que el hombre la ordene sin alterar su sentido espiritual de alma adormecida. Posiblemente, confundir ruido con sonido, haya sido a lo largo de los tiempos una de los mayores empecinamientos de los seres humanos. Conviene no confundir el origen y significado de las cosas: el ruido siempre termina en tormenta; el sonido tiende a crear la necesaria paz espiritual. Estos días, para gozo de los que todavía creemos firmemente en la necesidad de alimentarnos espiritualmente a través de la Música, la Banda marchenera de “La Bejaz” estrena nuevo disco y nueva propuesta musical. Han conseguido –una vez más- armonizar los sonidos del Flamenco con los del Jazz. “Sueño Andaluz” se llama este nuevo regalo que el Grupo que lidera el incombustible Javier Carmona nos hace a los buenos aficionados. Sonidos que nos llegan desde Marchena para que nos embriaguemos con el dulce néctar de las cosas bien hechas y paridas desde las profundidades del alma. Aquí, en este Pueblo, no tomó cuerpo y forma el Arte; aquí fue el Pueblo el que se hizo íntegramente Arte. Ningún andaluz que se precie debía de sustraerse del placer de visitar pausadamente este querido terruño. Marchena, créanme, es mucho Marchena. Son diez temas, como diez soles de la campiña sevillana, los que configuran esta más que recomendable grabación de “La Bejazz”. Cuentan con la inestimable colaboración de Enrique de Melchor (grande por si mismo y por la herencia de su padre el recordado “Melchor de Marchena”). También se “pegan su vueltecita” por este excelente trabajo discográfico Juan Parrilla y Alba Carmona. “Coro de Voces Blancas” para situar a la buena música en el contexto alado de la inocencia. Jesús Solano le aporta su necesaria y hermosa dosis de poesía en movimiento. Tiene –tenemos- en García Lorca un referente inexcusable para que lo poético y lo musical configuren un solo cuerpo sentimental. Emilio Parrilla, sienta Cátedra de su Arte, con una portada tan original como novedosa. No existe en la música del alma más credo que el talento. No hay fronteras que no rompan los abrazos compartidos en las notas de los pentagramas.

De Charlie Parker a Jorge Pardo; de Tete Montoliu a Chano Domínguez; de B.B. King a Paco de Lucía, en definitiva, Jazz y Flamenco unidos por el talento de los músicos con alma. Sin ellos el ejercicio de vivir sería tan solo un simulacro de subsistencia.

De esta forma, “La Bejazz”, han conseguido cerrar el círculo mágico de las cosas hechas al compás de los latidos del corazón. Al final les ha salido un disco donde el título lo dice todo: “Sueño andaluz”. No existe, ni existirá, forma más hermosa de soñar Andalucía que con la Música, la buena Música, y la Poesía.
Resumiendo: Marchena; Flamenco; Jazz; Fusión; Sentimiento; Músicos con Alma…. ¡Demasiado como para no buscar por la vía de urgencia un buche de Manzanilla! A vuestra salud, siempre a vuestra salud, ¡Músicos andaluces!

viernes, 14 de octubre de 2011

Zarateando

Que los tiempos han cambiado en España en los últimos años de manera vertiginosa es algo incuestionable. Nada es lo que era y nada parece sustanciarse en los rescoldos del pasado. El modernismo se ha adueñado de nuestras vidas y todo parece tener fecha de caducidad. Estamos instalados en el marco de lo efímero y todo es susceptible, como los buenos champuces, de actuar desde la raíz a las puntas. Poco, o nada, interesa conservar de aquello que huela a las bolitas de alcanfor de los roperos de nuestras abuelas. Hoy los padres han dejado de serlo para convertirse, prioritariamente, en amigos de sus hijos. Los profesores inducen a los alumnos al tuteo y priorizan el “colegueo” antes que una disciplina desfasada, trasnochada y caduca. Los abuelos son carne de Residencia y los nietos lo son de Guardería. Todo, absolutamente todo, queda encuadrado en la sacrosanta Orden de la Progresía. Decir que uno conoce a “progres” estáticos y a “conservadores” dinámicos al parecer carece de importancia. Si de algo tendrá que rendir cuentas ante la Historia, don José Luís Rodríguez Zapatero y sus “muchachos/as”, es de haber clavado en la cumbre de España la bandera de un impostado “Progresismo de Salón”. Han envuelto las relaciones familiares en un halo de egoísmo y envilecimiento llegando a convertir cada casa en un polvorín. Les resultaba más cómodo ejercer una “Progresía de cartón piedra” que desarrollar unas auténticas políticas socialdemócratas. En las pasadas rebajas veraniegas observé algo que viene repitiéndose en los últimos años: madres cincuentonas intentando emular en la vestimenta a sus hijas veinteañeras. Han conseguido a base de grandes sacrificios alimenticios -con el aditamento de clases de gimnasia y yoga- obtener la misma talla de ropa que sus hijas adolescentes. La gente joven tiene un Santuario de vestimenta juvenil llamado ZARA. Esta Empresa es ya una referencia en casi todo el mundo y su propietario, don Amancio Ortega, figura entre las personas más pudientes del mundo mundial. Lo que resulta incuestionable es que los componentes de esa “Lista” y los “tiesos” que hoy están apuntado al Paro un día terminarán -terminaremos- “entregando la cuchara”. La diferencia consiste en que los pobres se mueren y los ricos fallecen. Pues allí –por ZARA- he visto este verano a madres e hijas compartir probadores y prendas de la misma talla. Las ves por la calle Tetuán caminando delante tuya y te parece que son dos espléndidas muchachas con una bolsa “zareña” en cada mano. Cuando las adelantas te das cuenta de tu error: son madre e hija. La cara más que el espejo del alma es el espejo de los años gozados y/o padecidos. El cuerpo se modela pero la cara te retrata. Nada que objetar y Dios me libre de criticar lo que cada uno/a haga con su vida y su cuerpo pero, tratar de engañar a la Madre Naturaleza, es el camino más corto de engañarse a uno mismo/a. He visto a señoras respetables con un águila tatuada allí donde el culo empieza a llamarse espalda. También a un padre en un Cine de Verano liando un porro delante de sus dos hijos pequeños. Quienes osamos criticar una forma de vida que viene de la nada y conduce a la nada somos llamados de todo menos bonito. Fachas; trasnochados; reaccionarios, retrógrados; cavernícolas y demás lindezas caerán sobre nuestras cabezas. Esta Sociedad, basada en la falsa opulencia, el despilfarro y la impostura, literalmente se nos ha caído encima de nuestras cabezas. Hemos relegado nuestro interior en aras de nuestra apariencia exterior y ahora estamos vacíos por dentro y por fuera. Tener la misma talla de pantalón que la “niña” está bien pero, tampoco estaría mal, que ella quisiera tener tu misma talla como persona.

miércoles, 12 de octubre de 2011

El último cartucho

“Si, el hombre pasa, pero su voz perdura,
Nocturno ruiseñor o alondra mañanera,
Sonando en las ruinas del cielo de los dioses”
- Luís Cernuda -


Canta Serrat en su canción “Pueblo Blanco”: ….”y morir por morir quieren morirse al sol”. Quieren, queremos todos, tener una muerte digna y a ser posible con un poco de tiempo para despedirnos en condiciones. A ciertas edades debo reconocer darme un cierto repeluco nombrar, aunque sea de pasada, a la sombría “Dama de la Guadaña”. Pero algunas veces es inevitable. Encontrarte en la calle a algún amigo o conocido y que te diga. “Oye te acuerdas de Manolito el de Joaquina”. Yo me acuerdo pero el citado parece ser que ya no se puede acordar de nadie. Te siguen comentando el doloso tema: “Pues nada se le presentó un cáncer galopante y ha “palmao” en dos meses”. Si te dan referencias con un principio de: Oye, tú te acuerdas de….” Nunca suele fallar. A nadie le ha tocado la primitiva ni tiene a los tres hijos trabajando. Para nada. Ha tomado el “Camino del Jardín” que con tanta gracia nos decía el recordado Beni de Cádiz. Este verano he sufrido de rebote un par de fallecimientos de dos personas de mi entorno más cercano. Eran más conocidos que amigos pero ambos poseían unos valores humanos verdaderamente encomiables. Uno, charcutero en un establecimiento cercano, donde me dejo parte de mis emolumentos cambiando euros por colesterol. Otro, un vecino configurado en un hombre trabajador, buen padre, buena persona y donde la prudencia tomó cuerpo y alma. Ambos estaban rozando -por encima o por debajo- la frontera que marca los cincuenta años de edad. Los dos murieron en sus hogares victimas de infartos fulminantes. Sinceramente, estas cosas dan que pensar y uno termina “comiéndose el coco” ante la inevitable disyuntiva de abandonar el Reino de los vivos (algunos más vivos que otros). Creo, asumiendo la utopía del comentario, que toda persona tendría que disponer de un último día terrenal, para dedicarlo íntegramente en aquello que más le satisfaga. ¿Cómo podría yo emplear estas últimas y definitivas 24 horas? Lo tengo claro. Me levantaría temprano y me tomaría el primer café mañanero. La monotonía diaria como símbolo de las cosas más gratificantes. Primero encaminaría mis pasos a San Nicolás de Bari para despedirme de los “Caseros” de tan querido Templo. Me sentaría después en el bordillo de la calle Mármoles para ver las columnas romanas por última vez (allí siempre busqué y encontré al niño que un día fui). Luego, pasearía pausadamente por la Plaza de la Alfalfa, soñando el trinar de los pájaros y el paso de la Candelaria cada tarde de Martes Santo. Una reposada visita al Señor de la Pasión para que interceda por mí ante los responsables que habilitan la entrada en el Reino de los Justos. En línea recta Rioja y Reyes Católicos hasta desembocar en la entrada del Puente de Triana. Pisarlo por última vez musitando por lo bajini una Soleá alfarera. Volver sobre mis pasos para que estos, sin previa indicación, me lleven hasta la presencia del Señor de Sevilla. Una rápida visita al Columbario para decirles que pronto estaré allí definitivamente. Me tomaría mi última copa de manzanilla en la Bodeguita de San Lorenzo. Solo y sin más compañía que mis recuerdos (los amigos no están para crearles inquietudes innecesarias). Vuelta al redil sin más preámbulos callejeros de incansable paseante del Casco Antiguo. Comería con la parsimonia del Pan y el Vino de la Eucaristía.

Una breve “cabezadita” y a disfrutar del Séptimo Arte: Primero, la II parte de “El Padrino” de Coppola y después “Solo ante el peligro” con Gary Cooper. Una última sentada en el ordenador para escuchar a Caracol por Siguiriya; Pastora por Peteneras; Mairena por Soleá; Camarón por Tangos; Morente por Malagueña de Chacón y Vallejo por Media Granaina. Remataría (nunca mejor dicho) con el “Mediterráneo” de Serrat; un Arias de Maria Callas y el “Love Me Tender” de Elvis.

Antes de apagarlo dejar escrito en la pantalla: “Perdón a aquellos que defraudé y gracias a quienes me quisieron y sobrevaloraron. Me ha sido imposible despedirme de todos vosotros”.

Ya poco más. Un vaso de leche entera de Pascual (ya la semidesnatada no tendría sentido), dos sultanas de coco de la Confitería Castro y a soñar con Sevilla y el Betis.

Leer por última vez tres poemas de Cernuda; dos de Antonio Machado y uno de Alberti, Juan Ramón, Miguel Hernández y del gran Federico. Ya el día estaría dándole paso a las tinieblas de la noche. Se acabó lo que se daba.

Pero si el Tiempo y a la Autoridad Celestial me lo permiten, me gustaría seguir toreando algunos años más en esta Plaza. Si se me autoriza a citar algún referente concreto, lo haría con mi abuelo Félix. Le faltaron tan solo dos meses para cumplir el siglo (mi madre lleva trazas de superarlo). Porque, a pesar de los pesares, ¡la vida es tan bella!

lunes, 10 de octubre de 2011

Los círculos concéntricos



“Tengo lo que tú no tienes
un reloj que da la hora
y un molinillo que muele”


Hace ya algunos años mi Guía Espiritual en el Flamenco y compadre del alma, Manolo Centeno, me hizo un vaticinio y una recomendación. Me vaticinó que con el paso de los años iría cerrando el mágico círculo de mis apetencias cantaoras y, me recomendó, aprovechar el imprevisible tiempo que nos quede, en disfrutar del Flamenco, más que perdernos en el estéril bosque con sus eternas discusiones insustanciales. Bien cierto era pues el tiempo ha hecho diana en ambas apreciaciones. He cerrado (pero siempre con la llave puesta) el cofre de mis inquietudes jondas y solo lo abro para escuchar a: Vallejo, Caracol, Marchena, Mairena, Fosforito, Tomás, Pastora y Camarón (curiosamente en algunos momentos incorporo a este selecto grupo al Marqués de Porrinas). ¿Qué hago oídos sordos a todos los demás? Para nada, pero es en este selecto grupo donde se colman todas mis aspiraciones de aficionado al Arte Jondo. En ellos y, en su variedad melismática, están reflejados todas las sendas y postulados del mejor Cante Flamenco. Crearon escuela y, lo más importante, nos dejaron un espléndido testimonio sonoro de su paso por esta Tierra de mares, cal y olivos. De todos estos cantaores –afortunadamente- disponemos de una amplia y riquísima discografía. Quedan pues eternizados en el tiempo de las cosas intemporales que une la complicidad de las almas. Sinceramente, discutir sobre cuestiones puntuales de Flamenco, aparte de aburrirme sobremanera, me parecen una perdida del poco tiempo que ya nos va quedando. El Flamenco decrece en el localismo asfixiante, levantando libre y esplendoroso su vuelo cuando se expresa hacia lo universal. Salgo de mi “guarida” solamente en ocasiones puntuales para presenciar algún espectáculo o un recital de Flamenco. He pasado de presenciar -en anteriores Bienales- hasta un noventa por ciento de lo programado, asistiendo en la última solamente a un par de eventos. Me dedico desde hace un tiempo al estudio y a la reflexión sobre temas puntuales del Flamenco. Siempre he sido prioritariamente un buen aficionado y, un estudioso deseoso de adentrarse en los vericuetos de este Arte andaluz tan singular. No he descubierto nada que aún estuviera por descubrirse. Me encuentro plenamente realizado en mi hoy corta (por la Crisis) faceta de productor discográfico. Lamento mi ingenuidad en épocas pasadas, cayendo como un pardillo en manos de los “tunantes” del Flamenco. Cientos de folios regalados de manera altruista para que otros se llenasen las carteras. Se aprende tropezando y se crece rectificando a tiempo. De manera pertinaz intento dotar a mis producciones de rigor y autenticidad. Que lo consiga o no ya es harina de otro costal. Hago mía la frase que alguien dijo: “Si durante tu existencia no puedes mejorar el mundo, intenta al menos cuando te vayas no dejarlo peor que como te lo encontraste”. Por ahí andamos y con el firme propósito de perseverar en el empeño. El Flamenco aparte de proporcionarme los momentos más mágicos de mi existencia, me ha hecho crecer como ser humano. La banda sonora de mi vida siempre será la que se desprende de la mágica guitarra de Paco de Lucía. En sus acordes hace años que se quedó prendida mi alma a la espera – a ser posible tardía- de que el Gran Listero me nombre algún día. Si me diera cinco minutos y veintinueve segundos para despedirme de mis emociones, no tengan dudas que lo haría escuchando “Gitanos andaluces”.

domingo, 9 de octubre de 2011

El dulce arrullo de la nana



Cuando los niños son atendidos en sus necesidades físicas y afectivas, pocas dudas caben en afirmar que estamos ante el paraíso soñado y perdido. La niñez se nos presenta muchas veces idealizada o algo confusa entre sueños y realidades. Por imperativo de los años vividos –posiblemente ya muchos- cada día que pasa ponemos más distancia entre nosotros y los niños que un día fuimos. Empezamos a dejar de recordar nombres y situaciones que nos hicieron crecer en armonía con nuestro proyecto de hombres futuros. Soñar jugando o jugar soñando como principales motivos de nuestro entramado vivencial. Mi corta e ilusionante etapa escolar –empecé a trabajar cuando aún no había cumplido los 14 años de edad- me trazó una línea sentimental que propició a la larga donde quedarían anclados para siempre mis sentimientos sevillanos. “Protectorado de la Infancia” en Santa María la Blanca; “Colegio San Diego” en la calle Ximénez de Enciso y “CP-San Isidoro” (vulgo Mesón del Moro) en la calle del mismo nombre que popularmente recibía el Colegio. Una línea recta que me llevaba –y me llevará mientras viva- desde la Puerta de la Carne hasta el mirador de Mateos Gago con la Giralda presta para ser contemplada en todo su esplendor. Curiosamente, tanto en el “San Diego” como en el “Mesón del Moro”, coincidíamos en ilusiones tres “colegas” vecinos de los aledaños de San Nicolás. Nos gustaba al salir de clase enfilar Mateos Gago para desviarnos a la derecha por Don Remondo, buscando a través de Abades nuestro mágico rincón de la calle Mármoles. Al final todo era una cuestión marmórea. Blanco mármol de la pila bautismal para incluirte en el reino de los cristianos presentes y, frío mármol sepulcral, para decirte de manera definitiva: “ahí te quea con to tus muertos”. De este “Trío de Capilla de San Diego” soy el único que hoy aún continua deambulando por este recorrido sentimental. Uno, “el Cabeza” se nos murió joven dejándonos huérfanos de su querida presencia. El otro, José Manuel, es en la actualidad Alcalde de un pueblo de la Costa Brava. Se de buena fuente –su hermana- que en un lugar de honor de su despacho figura una foto enmarcada de la Candelaria. Cuando cada lunes visito San Nicolás –sin perder la esperanza de ver un día sonreír a Bernardo el Sacristán- retorno por un triangulo urbano que a la postre se ha configurado como mi entramado sentimental sevillano. Calles de Federico Rubio, Aire y Mármoles. Ahí, a no dudarlo, quedará mi alma sevillana atrapada por el lazo de la eternidad. Empiezo mi corto recorrido en la Galería de “Rafael Ortiz” para terminarlo en el mismo sitio. Federico Rubio de “Casa Hermandad” e Instituto Británico; Aire de Luís Cernuda y su imperecedero “Jardín Antiguo” y, Mármoles de Roma Imperial, bajo el ensueño de tres niños de la Generación del “Pan con azúcar”. Al final todo estaba enmarañado en el mundo de la poesía: Federico (García Lorca); Aire que pedía Cernuda soñando Sevilla (“Ocnos”) desde Escocia y, Mármol(es) romano labrado a sangre y poemas por “Rafael el del Puerto”. Federico Rubio; Aire y Mármoles como testimonios imperecederos de que un día anduvimos y soñamos por esta Ciudad de sombras y luces. Éramos niños de la Judería sevillana con toda una vida por delante. Siempre, rotundamente siempre, bajo el manto protector de la que vive y recibe en San Nicolás: la Candelaria.

sábado, 8 de octubre de 2011

El siglo de Boda



Si doña Cayetana a sus ya muchos años (para ella afortunadamente pocos todavía) y don Alfonso Diez (X “El Sabio”) han decidido unirse en Santo y Palaciego matrimonio nada tendremos que objetar. Cada uno, siempre que no dañe los intereses ajenos, es muy libre de orientar su vida y su estado civil hacia donde considere oportuno. Cuanto de Esperpento existe - y lamentablemente existirá – en nuestra Piel de Toro siempre se nos aparece, de manera empecinada, a la vuelta de la esquina. Don Ramón María del Valle-Inclán lo dejó eternamente escrito en sus “Luces de Bohemia”. Posiblemente seamos injustos cuando los sevillanos “tiramos piedras en nuestro propio tejado” al auto-convencernos que siempre fuimos, somos y seremos el epicentro de la casposa “España Cañí”. En todas partes cuecen… bodas y, si esta fastuosa ceremonia se hubiera celebrado en Madrid o Santiago de Compostela la respuesta popular -y mediática- hubiera sido igual o hasta posiblemente mayor. Forma parte de la idiosincrasia española el sentirse parte activa, como espectadores, de los eventos fastuosos del famoseo más irrelevante (tanto en lo cultural como en lo social). Incuestionable resulta constatar que hoy la televisión, preferentemente a través de una Cadena, ha mangoneado los sentimientos e inclinaciones de la gente. Les han proporcionado “carnaza mediática” como elementos de distracción que a medio plazo consiguen un doble objetivo: entretener embruteciendo e, informar desinformando. A la boda de doña Cayetana -a la que deseamos junto a su flamante esposo toda la suerte y felicidad del mundo- asistieron unos trescientos sevillanos y no menos de quinientos periodistas (nacionales o extranjeros). La “información” casi unánime que facilitaron fue que Sevilla quedó “colapsada” durante la boda (¿). Toda Sevilla, incluyendo a la mitad de la población que estaba en la cola del Paro, dejó sus quehaceres cotidianos para asistir masivamente a la Boda del Siglo. Como ejemplo de por donde “navegamos” en la actualidad, ningún medio de los allí desplazados se hizo eco que la Boda se celebraba en un impresionante Palacio del Siglo XV ni, evidentemente, que allí nació un 26 de julio de 1875 un “Poetilla” que respondía al nombre de Antonio Machado Ruiz. Eso carecía de importancia, lo fundamental era que la Señora Duquesa –a quien Dios guarde muchos años- saliera a la calle a “pegarse una pataita” por Rumbas. Vivimos en una Ciudad llena de contradicciones: aquí los mejores chistes siempre se contaron en los velatorios. Luego siempre aparecerá un “primate nacionalista de tres al cuarto” para meterse con el habla de nuestros niños. Puede que hablemos regular; no tengamos trabajo; seamos viscerales pero, ¡que cojones!, a palmeros nunca nos ganó nadie.

viernes, 7 de octubre de 2011

La irresistible realización de Roberto Cifuentes



Roberto Cifuentes era un delineante-proyectista a punto de cumplir los cincuenta años de edad. Maribel Sarmiento era una funcionaria del SAS con los cuarenta y cinco recién cumplidos. Tenían dos hermosos niños: Lucía de quince años de edad y, Daniel, que vislumbraba ya la frontera de los once. Era lo que se conocía como una familia de clase media, emergente de un contexto social proclive a la elevación de los mejores. Vivían en un chalecito del Aljarafe y disponían de una segunda vivienda en Costa Ballena. Dos coches repartidos equitativamente y una zodiac para que Roberto especulara con sus sueños de intrépido marinero. Los “niños” estudiaban en un Colegio Bilingüe de Mairena en un régimen medio pensionado. Todo discurría en clave de versión aljarafeña del “Sueño Americano”. Las cosas no les podían ir mejor y cada vez que se reunían en una barbacoa con los vecinos de la Urbanización todos, sin excepción, les solían comentar que configuraban el matrimonio perfecto. Sanos, guapos, cultos, educados, solidarios, con trabajos bien remunerados y con el añadido de poseer dos hermosos descendientes. Pero, a diferencia de los que nos enseñaron en los cuentos que nos arrullaban de niños, no son las ranas las que se terminan convirtiendo en Príncipes sino más bien al revés: los Príncipes casi siempre nos salen ranas. Maribel iba notando extrañada como Roberto rompía su escrupulosa monotonía de horarios y empezaba a salir y llegar a las horas más diversas. Todo, le decía, era motivado que con la Crisis habían despedido a algunos compañeros y había que repartirse el trabajo. Paralelamente le entró una pasión desenfrenada por los Gimnasios y por la utilización de potingues diversos para paliar los futuros estragos en su rostro. Exfoliante y gel antideslizante para antes del afeitado. Crema regeneradora para después del mismo. Otra, antifatiga y nutritiva, antes de dormir para combatir el estrés del día a día. Su alimentación dio un giro de 180 grados y comía solo productos ecológicos; alimentos bajo en sal y agua mineral baja en sodio. Yogures que ayudaran a una eficaz evacuación mañanera y, bebida sin alcohol o carente de burbujas. Tanto Maribel como los “niños” se miraban extrañados ante este radical cambio de actitud. Más viniendo de alguien que solo hacia ejercicio cambiando las marchas del coche; que se bebía hasta el agua de los floreros y, que aprovechaba de los “cochinos” hasta las orejas. ¿Qué le estaba pasando? ¿A que era debido este súbito y pertinaz interés por instalarse en una eterna juventud? Pronto lo descubrirían. Un día esperó a que terminara la retransmisión de un Madrid-Barcelona (lo primero es lo primero) y los reunió para comentarles algo importante: “Se que es duro para todos pero debo comunicaros que me voy de casa. Mi vida –conyugal- había entrado últimamente en una vulgar monotonía y no me sentía realizado. He conocido a una mujer algo más joven que yo (ese “algo” era que él le doblaba la edad) y me voy a vivir con ella. A vosotros no os va a faltar de nada. Para vuestra madre y para mí siempre seréis lo primero”. Lucía se encogió de hombro y dijo que se iba a “chatear” a su habitación con unos amigos. Daniel hizo lo propio no sin antes pasar amorosamente la mano por la cabeza de “Cuco”, el perro. Cuando se quedaron solos él presagiaba que ahora, con Maribel, lo malo estaba por llegar. Tormenta de las gordas a la vista. Craso error.

Esta se sonrió y le dijo: “Puedes irte cuando quieras. Pero para que no te vayas de vacío, te diré que yo por mi parte llevo un montón de años foll….con Alfredo, mi compañero de Sección”.
Prosiguió diciéndole: “Si fueras un poco menos lelo te habrías dado cuentas de que Dani tiene su misma cara, “so” cabrón”. Se fue dando un portazo y allí se quedó, Roberto Cifuentes, descompuesto en el salón con su chimenea chisporreteando; repleto de fotos familiares por todas partes y sentado –santa casualidad- bajo una cabeza de ciervo disecada. Delineante Proyectista. Cincuentón enamorado de lo imposible. Adalid del mantenimiento físico. Consumidor de potingues. Vegetariano de nuevo cuño y, por encima de todas las cosas: irredento cornudo.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Reloj no pares las horas



La vejez es por su propia naturaleza algo imprevisible. Primero constatar que no todos los nacidos llegan a ella. Después, asumir que en la época actual la edad media de fallecimientos ha aumentado considerablemente. Afortunadamente cada día son más las personas que traspasan las fronteras de los ochenta años. Siempre queda la incertidumbre de cómo será nuestro estado físico, psíquico, sentimental y hasta económico al llegar a nuestro último rescoldo de vida. Son ya casi tres largos años -motivado por el enclaustramiento de mi madre en dos Residencias- que le tomo a la vejez su pulso con frecuencia. Llego, observo y, lo más importante, me preocupo de formar parte del entorno más cercano de algunos residentes. Les acompaño y dada sus dilatadas experiencias me acompañan a mí en la “soledad del corredor de –sin- fondo”. De todo hay en la “Viña del Señor”. Deteriorados físicamente y maniatados, para su ya corto trayecto vivencial, a un andador o una silla de ruedas. Los hay que están relativamente bien físicamente pero con irreversibles lagunas en sus ya inexistentes memorias. Otros, afortunadamente, se mantienen razonablemente en buen estado físico y mental. Apuran sus días procurando que los mismos pasen lentos y entretenidos (la vejez es lenta por su propia naturaleza y por vivir intrínsicamente tan solo el presente). He conocido historias espeluznantes y, otras, donde algunos seres humanos –en forma de familiares- dejan por los suelos la posible y necesaria grandeza de las personas. Allí ya no se espera nada y cualquier caricia aunque sea a destiempo es sumamente agradecida. Están escribiendo el epilogo de sus vidas y, exceptuando a aquellos que se queden en el camino, todos pasaremos montados en el tren de nuestras existencias por este último túnel. Desde los tiempos más remotos los seres humanos han intentado coger veredas para desviarse del camino que, irremediablemente, nos llevará de nuevo al “Kilómetro Cero”. Ya, incuestionablemente, no existirá ninguna posibilidad de poner de nuevo el contador en marcha. Un día ya muy lejano alguien dijo: “Ha sido niño y ha pesado…..” y, otro más reciente: “Su padre ha fallecido pero quédese tranquilo que no ha sufrido nada”. Esto, independiente de que a la postre no sea más que una mentira piadosa, nos reconforta y los médicos lo saben. Cuando llamamos a algún familiar para darle la mala nueva siempre apostillaremos: “Afortunadamente el médico nos ha confirmado que no ha sufrido nada”. La grandeza de vivir consiste, ni más ni menos, en la posibilidad de ir acumulando experiencias, vivencias y emociones. Gozar y sufrir son las dos caras de una misma moneda. Permanecer instalado en la eterna juventud que magistralmente nos narró Oscar Wilde (“El Retrato de Dorian Gray”) sería algo demoledor. ¿Cuándo y como nos llegaría la sabiduría necesaria para entender el porque de las cosas? La vida, es como un hermoso y apasionante libro, al que después de desgranar todas sus hojas cerramos y depositamos en nuestra mesita de noche. Un día apagaremos la luz de la mañana y cerraremos los ojos para ver que sorpresa nos espera transportados por la luminosa estela de la Fe. Posiblemente sea nuestra Civilización de las menos preparada para el “Cierre por Liquidación” y tratamos, tan inútil como desesperadamente, de atrapar la inmortalidad por la vía de la acumulación. Torpeza tan humana como estéril: lo más importante es lo que nos llevemos con nosotros y lo que dejemos en los corazones de los que nos releven en la aventura de la vida. Al final todo se reduce a lo que dejo escrito el poeta chileno Pablo Neruda: “Confieso que he vivido”.

lunes, 3 de octubre de 2011

Reptiles sin fondo



Entiendo, y por eso lo denuncio desde mi modesta atalaya, que los gritos emitidos contra el fallecido y recordado Antonio Puerta en el Vicente Calderón fueron tan solo obra de una reducida y canallesca minoría. En los Campos de Fútbol de todo el mundo hace tiempo que se dan uno conatos de violencia, física y/o verbal, acorde con el mayor nivel de barbarie y salvajismo del que se valen algunos “humanos” para esconder sus propias miserias. En nuestro suelo patrio algunos presidentes han cultivado, fomentado y cuidado estos reducidos grupas ultras que en nada representan a la afición balompédica. Les eran propicios a sus inconfesados intereses y les interesaba tener contentas y “amamantadas” a las fieras. Cuando un sector –insisto que quiero creer que minoritario- entonó el: “Ea, ea, ea, Puerta se marea” elevó la barbarie humana a la cima de su miserable montaña de mierda. Lo lamentable es que si bien es verdad que estos gritos los lanzaron los descerebrados de siempre, no es menos cierto que la gran mayoría permaneció silenciosa como si la cosa no fuera con ellos. El silencio, hoy tan tristemente de actualidad, nos hace cómplices de las tropelías que se cometen en nuestro entorno. Con el triste fallecimiento de Antonio Puerta ocurrieron dos tragedias: se cortó de raíz un enorme carrerón futbolístico (hubiera sido por muchos años el lateral izquierdo de la Selección española) y, lo más importante, la muerte de un muchacho joven que, a tenor de los muchos que tuvieron la suerte de conocerlo, era una persona extraordinaria. Por eso me alegra sobremanera que Álvaro Negredo haya denunciado abiertamente el comportamiento de estos herederos de la maldad más cobarde y rastrera. Los Estadios futboleros –lo diga quien lo diga-son hoy menos aconsejables para los niños que las Plazas de Toros. En torno al balón pululan una serie de impresentables que, con la excusa de “defender unos colores”, solo intentan descargar el veneno que los corroe por dentro. Aquí lo dejo pues no me apetece seguir insistiendo sobre algo tan evidente como monstruoso. Que cada cual asuma su parte de responsabilidad en la configuración y desarrollo de estos engendros. Existir existen en todos los equipos pero somos nosotros en definitiva quienes con nuestra aquiescencia los mantenemos “vivos”. Los malos siempre serán los de los demás equipos que los del nuestro son más moderados. No estaría de más, puestos a defendernos, que si ellos se acuerdan de nuestros muertos nosotros también nos acordemos de los suyos. Evidentemente no tienen la culpa de lo que han engendrado pero nosotros –las personas decentes- tenemos derecho a defender nuestra memoria sentimental. Muchas veces ser bético, sevillista o madridista es un accidente sentimental; ser una persona, una buena persona, es una elección personal.