lunes, 31 de mayo de 2010

Familia de animales


Existe un más que recomendable programa en la 2 de Canal Sur, llamado “Animales en familia”. Se emite los lunes a partir de las 22 horas. Excelente su presentación, contenido y realización. Lamentablemente, como todas las propuestas televisivas de cierto interés sociológico, político o cultural, “gozará” de una exigua audiencia. A través del citado programa se nos muestra -aparte de las extraordinarias peculiaridades del mundo animal- las dos vertientes que configuran en definitiva la condición humana: la maldad y la bondad (desgraciadamente por ese orden). Queda patente a través de lo que se nos muestra que el ser humano sigue siendo el más perverso –o bondadoso- de todos los animales de la Creación. Aquí se nos aparece sin pudor las dos caras de una misma moneda: la perversión y la solidaridad. Perros que un día fueron graciosos cachorrillos regalados a tiernos infantes como regalo de Reyes, son hoy abandonados a su triste suerte en cunetas de carreteras. Ya representan en la actualidad una engorrosa molestia, además de un gasto inútil y de fácil eliminación. La culpa la tiene él por haber crecido tanto. ¡Con lo bien que se lo pasaban los niños jugando cuando todavía era un cachorro! Eficaces galgos participes en infinidad de cacerías y, que una vez se hacen viejos, son colgados de verdes olivos para evitarles (¿) el sufrimiento de ser atropellados por algún vehiculo. ¡Serán cabrones algunos de estos personajes de zurrones y escopetas! Nobles caballos viejos y cojitrancos que una vez exprimidos hasta su última gota de sudor son varados en caminos y senderos. Estos equinos no vienen de Bonanza como diría Chiquito, sino más bien proceden de la maldad y el egoísmo de algunos seres “humanos”. Recuerdo, con especial indignación, el terrible caso de un burro a los que unos muchachitos de la Logse griega –supongo que para matar el aburrimiento- le cortaron de raíz las dos orejas al pobre animal. No quedando plenamente satisfechos con su “hazaña”, le abrieron el lomo en canal a palazos limpios. Pues bien, una asociación española que se dedica a recoger y cuidar burros abandonados consiguió traerse de Grecia al maltrecho animal. Era un canto a la esperanza ver que en los ojos de este burro solo había destellos de bondad y agradecimiento. Podría decirse que en su mutilado cuerpo se reflejaban las dos variantes que mejor definen al ser humano: los palos y las caricias.

Resulta admirable la dedicación que muchas personas, utilizando su tiempo y su dinero, emplean en cuidar a estos animales abandonados a un triste destino. Formalizan en sus propias casas “hogares de acogidas”, hasta que consiguen instalarlos en el seno de personas sensibles y solidarias. Por ahí pulula un ángel llamado Concordia, que al frente de su Asociación de caballos abandonados, realiza una extraordinaria tarea de recogida, cura y mantenimiento de equinos maltrechos y heridos. Gentes como ella nos redimen en nuestra condición humana y, nos muestran sin fisuras, el camino de la solidaridad más veraz y desprendida.

Dicen, y creo que de manera acertada, que el barómetro que mide el valor cívico de una sociedad, está en el cuidado que se les presta a niños, ancianos y animales. Me temo que en nuestra Piel de Toro sacaríamos un aprobado raspado. Ayer escuchaba con estupor en algunos telediarios, que los ancianos maltratados en España por sus “cuidadores” sobrepasan los 60.000. Hablamos solamente de casos conocidos y evaluados pero: ¿cuántos más se producen sin que nunca se sepan?

Hoy, lamentablemente en más casos de los que quisiéramos, el valor que se les da a los “viejos” es el que marca el importe de sus pensiones. Un día le escuché comentar a un conocido que estaba harto de su padre (al que obligó a vender su casa para comprarse él una en la playa), ya que estaba todo el día arrastrando los pies por el piso. ¡Si será cabrón, quizás esperaba que con 92 años de edad hiciera footing por los pasillos! En fin, esto es lo que hay, como decían los añorados Tip y Coll: “la próxima semana hablaremos del Gobierno”.

viernes, 28 de mayo de 2010

La soportable levedad del ser


Cuando me siento en el ordenador para perpetrar un nuevo Toma de Horas el domingo va apurando sus últimos soplos de vida. No tengo muy claro que tema tocar, aunque –en Sevilla, Andalucía y España- el abanico de posibilidades es amplio y diverso. Hoy es Domingo de Pentecostés. A través del ordenador Franki el Grande canta magistralmente “Blue Moon”. El Betis de nuestros desvelos acaba de ganarle a la Real Sociedad de San Sebastián. Dicen las crónicas que había en el Estadio de Heliópolis (los béticos debemos ya empezar a llamarlo por su futuro nombre) más de 50.000 “criaturitas”. Háganse conmigo la siguiente reflexión: ¿qué equipo de fútbol del mundo reúne en su campo esta ingente cantidad de aficionados jugando en Segunda División? Todo a pesar de que el “Señor de las Anillas”, y su cohorte de… (pongan lo que quieran, invita la casa), han puesto de su parte todo lo que han podido para cansarnos a perpetuidad. Ningún bético quiere –queremos- perder nuestra antigüedad como militantes del sacrificio y el masoquismo. Tampoco es plan de no renovar cada año nuestro pasaporte a la Gloria de los cielos infinitos. Si es verdad que San Pedro pasa lista en la Entrada, los béticos de pro estarán marcados con una línea verde en forma de pasaporte salva-aduanas celestiales.

Esta mañana en la misa de doce, han apagado el cirio pascual, se nos dice que a partir de ahora, cada creyente debe llevar uno encendido en su interior. Debemos alumbrar por nuestra cuenta la palabra y la obra del Mesías. “Amaos los unos a los otros como yo os he amado”, dejó dicho. Así lo asumimos sin complejos, pero todo canalizado a través de la bondad. No podemos obviar que la maldad nos rodea y nos ataca de manera inmisericorde. ¿Debemos permanecer impasibles ante el odio y la perfidia? Sinceramente yo no lo haría. Jesús también supo reaccionar en momentos puntuales contra la sinrazón de la barbarie. Escuché esta tarde al escritor Arturo Pérez Reverte (1) hablar de la venganza como una actitud defensiva legitima del ser humano. Lo hizo en el más que excelente programa de Jesús Vigorra, “El público lee”, en la 2 del Canal Sur. Comentó sin tapujos: “si alguien le hiciera un daño premeditado a mi hija que no le quepa la menor duda que se las vería conmigo”. “No tengo ninguna fe en la Justicia, lo cual me legitima para defender a los míos tomándome la justicia por mi mano”. Los razonadores de lo políticamente correcto nos dirán que: “eso significaría volver a la ley de la selva”; “que entonces el conjunto de leyes que emanan de la Constitución carecería de sentido”; o “que la venganza nunca es buena compañera”. Todo muy racional, muy noble y muy democrático. De lo que no tengo duda es que si alguien le hiciera daño a algunos de mis seres más queridos (a mi nieto ni les cuento) y, caso de que la Justicia lo sitúe tranquilamente paseando por las calles, yo tomaría cartas en el asunto. Como dice Pérez Reverte (por cierto no se pierdan su ultima novela “El asedio”): “eso es lo que pienso hoy, pero igual llega el momento y donde dije digo, digo Diego”. Todo puede –o podría- ser. Mejor de todas formas navegar por la vida con la mar en calma que en la vorágine de la tempestad. Lo que no cabe ninguna duda es que el ser humano no es pacifico o violento por naturaleza, sino motivados por las circunstancias de cada uno. Los hay que nacen criminales, otros se van horneando en la tahona de la maldad y los más, a los que Jesús llamaba “justos y limpios de corazón”, solo sacan a pasear el tomajo indio cuando los suyos son vilmente atacados.

Volvamos a las cosas hermosas. Dentro de muy pocas horas saltarán la reja los almonteños para pasear por la Aldea a la Reina de las Marismas. Alberti escribió aquello de: “nunca fui a Granada” y yo (perdón por la comparación) nunca fui al Rocío. Solo he estado en la Ermita en un par de ocasiones veraniegas camino de Matalascañas. Tengo amigos muy rocieros que me animan a que no “entregue la cuchara” sin hacer el camino aunque sea una sola vez. Ya sinceramente lo veo difícil. Es de suponer, que en torno a ese mítico millón de personas que pululan estos días por la Aldea habrá de todo como en botica. Los años me han enseñado a opinar con moderación de lo que entiendo y nada de lo que me resulte ajeno. Allí habrá especuladores, famosillos con ánimos de “dejarse ver”, tristes y patéticos rescoldos de “señoritos” andaluces (hoy desgraciadamente abundan entre el” puño y la rosa”), “tiesos” aparentando lo que no tienen y gente, muchísima gente, que van a culminar sus anhelos de promesas al calor de los rescoldos de su fe. Simple y llanamente acuden a rendir pleitesía a la Reina de las Marismas, la Virgen del Rocío. ¿Qué comen y beben en cantidades industriales? Bueno, pero no seamos fariseos, ¿o es que los semana-santeros no nos pegamos bastantes “latigazos” durante la Cuaresma y la Semana de nuestros amores? Recuerdo hace algunos años que leí una novela de Alfonso Grosso (1928-1995) dedicada a la romería del Rocío titulada “Con flores a María” (1981). La misma me provocó una fuerte impresión, y me abrió por primera vez en mi vida, la posibilidad de conocer in situ cuanto narraba este tan genial como olvidado escritor sevillano. Luego la cosa no prosperó, y al final mi actividad rociera consiste, en ver pasar cada año a la Hermandad del Salvador por el andén del Ayuntamiento sevillano. En fin, yo me lo temía: estos domingos tontorrones de Mayo empiezas hablando de Frank Sinatra y terminas con las impagables sevillanas de Los Romeros de la Puebla”. Lo dicho: la soportable levedad del ser.

(1) Arturo Pérez Reverte se ha permitido en más de una ocasión despotricar contra Sevilla y sus tradiciones. Para mí sinceramente es un más que excelente escritor de bastante éxito, como desafortunado y falto de ética en algunos de sus artículos. Desgraciadamente muchas veces lo bufonesco y lo original caminan de la mano. Pero como lo que dijo en “El público lee” de Canal Sur lo suscribo, no me parece de recibo ignorarlo. Allá cada cual –y nunca mejor dicho- con sus batallitas.

miércoles, 26 de mayo de 2010

Amanece que no es poco



A una cierta edad te vas dando cuenta de la importancia que tiene vivir el presente, en el transcurrir de los días que empiezan al despuntar el alba. Si has llegado hasta aquí sin que tu pasado este impregnado de llanto y pena y, si la salud te sigue concediendo treguas temporales en eso que hoy de manera cursi llaman “calidad de vida”, pues como dicen los gaditanos: “hasta Roma del tirón”.

Comienzo cada mañana dándole gracias a Dios por permitirme, un día más, seguir siendo vecino en activo de esta Tierra de María Santísima. Pisar sus calles, hablar con sus buenas gentes y visitar sus recovecos emocionales (la triple T sevillana: templo, taberna y tertulia). Esto es algo que solo sabremos valorar cuando ya no estemos en cuerpo presente, y solo seamos retazos de la memoria sentimental de la Ciudad. Entonces nuestras almas vagarán eternamente por sus callejas y plazuelas. Místicas, entre espadañas y campanas llamando a misa. Embriagadas, por parques y jardines al reclamo primaveral de jazmines y buganvillas. Emocionadas, ante el rachear de alpargatas costaleras y el goteo callejero de lagrimas de cera. Luminosas, entre farolillos y mañanitas de Corpus con olores a juncia y romero. Radiantes, siempre al encuentro de la Reina de La Catedral. El romance vivencial con esta Ciudad de nuestros amores y desvelos, nunca puede tener fecha de caducidad en el tiempo. Esta relación escapa a las ataduras de lo cronológico para aferrarse a sangre, fuego y luz a la eternidad de los amores verdaderos.


Después de pasar cada mañana la diaria ITC (Inspección Técnica de los Cuerpos) en los dominios blancos de agua y empañados de vaho de Mister Roca, comienzo una rutina sentimental que me hace sentirme especialmente dichoso por el simple hecho de estar vivo. Enciendo el ordenador y se me aparece de golpe como fondo de escritorio una imagen de mi nieto durmiendo. Le doy bajito los buenos días y lo observo unos breves minutos en completo silencio. Entablo con él una relación personal llena de complicidad y sentimientos. Duerme placidamente sobre un invento interesantísimo que mi hija denomina el “gimnasio”. Es una pequeña colchoneta hecha a su medida con un arco de goma movible en el centro. Del mismo cuelgan flotando una serie de artilugios (flores y animales) que él desde su posición boca arriba se encarga de bambolear. Viendo que es baldía su intención de atraparlos se limita a darles –entre risas- suaves manotazos. Duerme mi chico tras la pantalla del ordenador el sueño de los santos inocentes. Está vestido con una camiseta blanca de manga larga, un polo celeste y un pantalón de peto azul como los atardeceres de la primavera sevillana. Tiene la cabeza ladeada hacia la izquierda, y se vislumbra junto a él un chupe blanco que reposa del trasiego de chupetones infantiles. Ambas manos cerradas, como si guardara algo en las palmas de las mismas. ¿A que obedece que los niños al dormir placidamente cierren las manos? Pienso, que mientras sueñan con el futuro, atrapan el presente –que les pertenece por derecho propio- para que no se les escape como el agua que baja por las torrenteras. No se fían del todo de los adultos y hacen bien. ¿Cuántos niños abandonados y maltratados por los senderos de la vida?

Con mi nieto sostengo la enorme tranquilidad de que tendrá en su desarrollo físico y emocional una más que excelente cobertura material y afectiva. Somos muchos los que lo tenemos en el centro de nuestros sentimientos más nobles.

La Felicidad es una utopía tan legítimamente deseable como inalcanzable. Es más: no creo que exista en realidad. Existe más bien la vida con sus buenos y malos momentos. Aprovechar y valorar cuanto de bueno pone Dios -o el destino- a nuestro alcance, sabiendo disfrutar intensamente los momentos fugaces en que la vida cobra sentido. Los malos, si no nos producen graves cicatrices, mejor aparcarlos en la partitura de “La Canción del olvido”.

Tenemos como humanos la ineludible obligación de intentar ennoblecer el genero al que pertenecemos (ya bastante envilecido por cierto a lo largo de nuestra Historia). ¿Cuantos millones de niños pasan hambre y mueren en la más absoluta de las miserias y abandonados a su suerte? Con la que está cayendo llamar a las puertas de la felicidad cargado de oropeles, representa un innoble ejercicio de cinismo y villanía. Estupida vanidad humana que busca tapar con una pátina dorada las vergüenzas de vacías y egoístas existencias. Mejor lo expresamos en un fandango:
Apoyao en su dinero
a to er mundo avasalló;
hoy se apoya en un bastón
y arrastra los pies por el suelo
el tiempo lo cambia to.

Alguien dijo que: “la vida es algo que mientras nos entretenemos en planificarla, pasa de largo sin que nos percatemos siquiera”. Yo miro a mi nieto y soy feliz. Me siento vivo y encantado de que mi corazoncillo palpite al compás del Martinete. Puedo todavía seguir encarando la aventura de vivir con ilusión y con el noble empeño de verlo crecer. En definitiva, abrir los ojos cada mañana y poder decirte para tus adentros: “Amanece que no es poco”.

lunes, 24 de mayo de 2010

El último de Las Filipinas



Se llamaba Joaquín Fernández Olmedo, aunque en el Barrio siempre lo conocíamos por “Quini el de las papeletas”. Cuando falleció estaba a punto de cumplir los 72 años de edad. Nació, se crió y vivió siempre en el entorno de San Bernardo y la Puerta de la Carne. Solterón converso y confeso vio la primera luz de su Sevilla del alma en un corral de vecinos del Callejón de Dos Hermanas. La ultima etapa de su existencia terrenal la pasó en una pensión de la calle Verde:



“Verde que te quiero verde /

Verde viento. Verdes ramas. /

El barco sobre la mar

y el caballo en la montaña….



que dejó escrito para la eternidad Federico el Grande.

Hacia una sola comida al día y la misma tenía lugar en Casa Diego en la Plaza de los Curtidores (comer en este sacrosanto recinto del mejor papeo casero, es un canto a la nostalgia de una cocina popular donde no existía -afortunadamente- el nitrógeno liquido). Su medio de vida siempre fue la reventa de entradas de toros y fútbol, con el añadido del sorteo de enormes cestas donde la estrella era un jamón (que todos pensábamos que siempre era el mismo. Es decir no rifaba un jamón, sino más bien “el jamón”). Su estado natural era siempre con la media “papalina”. Su vida giraba en torno a tres ejes fundamentales: su Ciudad y su barrio del alma; el Sevilla de sus amores del que se sabía todas las alineaciones desde la época de los Stukas y, evidentemente, hacía suya la canción de Manolo Escobar cuando cantaba aquello de: ¡Viva el vino y las mujeres! Casa Coronado; El Tres de Oro y la Peña Bética Puerta de la Carne formaban parte de su hoja de ruta poleosa del día a día. En el ayer fue en Casa Cobo donde tenía su reinado. Allí, sentado en un velador con trazas a despacho de ejecutivo, ordenaba entradas y sellaba papeletas para el sorteo de las cestas, que a la postre para los pocos afortunados serían un antídoto para paliar las necesidades de la época.

Figuraba nuestro Quini por derecho propio en el Libro Guinness de los récords. Su hazaña consistió en comerse dos docenas de croquetas caseras. Fue durante el intermedio de un partido televisado entre el Sevilla y la Real Sociedad. No tenemos constancia si esa noche llegaría a cenar después. También, pensando que el partido terminó con empate a dos, es posible que del disgusto no comiera.

Tenía a gala no haber cotizado ni un solo día de su vida, aunque en la Tesorería General de la Seguridad Social le pegaron un susto de muerte. Fue al cumplir los 65 años de edad cuando lo animaron a que pidiera –por si acaso- su “historia laboral”. El Quini se presentó en las oficinas de la calle Gonzalo Bilbao y les facilitó su carné de identidad. Cuando la joven que le atendió le dijo que tenía 32 años cotizados casi le da un infarto. Afortunadamente y previa una segunda revisión llegaron a la conclusión que se trataba de un error. Existía otra persona con su mismo nombre y apellidos. ¡Menos mal! Falsa alarma. Para la S.S. nunca había existido el Quini.

A lo largo de mi vida solo tres personas me han llamado “Juani”. Mi madre, el insigne poeta sevillano Antonio Fernández Montes (ahijado de mis padres) y el “Quini”. Pues lamentablemente a partir del pasado catorce de mayo ya solo me quedan dos. Se nos murió este vivencial y puro anarquista que nunca necesito leer a Bakunin. Hizo realidad lo que Camarón cantaba por Tientos:

”No quiero mandar en nadie /

ni que me manden a mí”.



Son aquellas personas-personajes que forman parte indisoluble de nuestra vida cotidiana. Florecieron en una época de cuando las barriadas eran barrios; los ciudadanos simplemente vecinos y las gentes eso: gentes con su carga compartida de gozo y pena.

Afortunadamente los consejos que le dimos al Quini para cuando “entregara la cuchara” no cayeron en saco roto. Dejó dicho que no lo incineraran. No tendría sentido quemar a un hombre que las pasaba canuta con los rigores de la canícula y, tampoco era plan de tener a sus amigos durante dos días viendo chisporretear sus cenizas. Le teníamos preparada una sorpresa la cual nunca le comentamos. Nos desplazamos un comité de amigos selectos con sus restos hasta la querida Sanlúcar de Barrameda. Una vez allí nos desplazamos a la Bodega de Delgado Zuleta (fundada en 1744) y compramos una vieja barrica de roble. Sacamos al Quini del maletero del coche del Chiringui y lo metimos dentro. Antes de sellar con puntillas la tapa de la barrica, colocamos en su interior junto a su cuerpo un talonario de papeletas, un escudo del equipo de sus amores y la cuerda pringosa “del jamón”. Después nos fuimos todos a la cercana playa de Las Piletas y, con sumo cuidado, llevamos rodando la barrica con su sentimental contenido hasta la orilla. Nos metimos de agua hasta la cintura y empujamos suavemente mar adentro nuestra querida carga. Mientras emocionados veíamos alejarse aquel barril añejo de manzanilla con su ilustre ocupante, nos acordamos de Serrat cuando en su inmortal “Mediterráneo” cantaba aquello de:

” Empujad al mar mi barca /

con un levante otoñal /

y dejad que el temporal /

desguace sus alas blancas”. ……

” Y a mí enterradme sin duelo /

entre la playa y el cielo…”.



Ya todo estaba consumado. Cuando volvíamos para la Ciudad de la Giralda, y mientras cruzábamos Lebrija de buen cante y buena gente, acordamos turnarnos cada día para no perdernos los documentales de la 2. Estábamos seguro de que en breve aparecería una nueva especie marina: la piraña poleosa. Tiempo al tiempo.

viernes, 21 de mayo de 2010

El nombre de Dios en vano


La noche se le hizo eterna e inacabable. Ni con la ayuda nocturna de la radio ni contando ovejitas consiguió restarles horas al insomnio. Cuando dieron las ocho de la mañana se sentó en la cama y se rascó la espalda dolorida y tensa. Pensó que no existe nada más largo en el tiempo que una noche sin dormir. Por encontrarse un día más en el Reino de los vivos, dio las gracias a una foto enmarcada del Gran Poder que presidía su mesita de noche. Descorrió lentamente el visillo de la ventana del dormitorio y comprobó que hacía una mañana de un gris plomizo y tontorrón. Mañanitas que aún no definen como serán la de los días venideros. Un canto a la nostalgia y a la ausencia de la luz que nos llegará en radiantes amaneceres de veranos. Mientras un chorro de agua caliente le caía sobre la nuca aliviando sus castigadas cervicales, pensó que este no sería un día más de su existencia. Para nada. Después, mientras se enjabonaba la cara, recordó la espuma de las olas que van y vienen dejándoles besos de encajes a la arena de la playa. Escuchó en la radio a Tom Martín Benítez hablar del “caso Gürtel” y sus consecuencias políticas para el partido de la oposición en España. Esbozó una mueca de sonrisa en su cara llena de espuma blanca, que conseguían resaltar aun más sus amarillos dientes de fumador. ¡Que país!, pensó para sus adentros. Después, y de una manera sincronizada, se vistió con parsimonia y a la calle que tocaba rendirle cuentas al pasado.

Una semana antes, y de manera casual, leyó en la prensa que sobre un sacerdote de un pequeño pueblo de...... pesaba la grave acusación de haber abusado reiteradas veces de menores de edad. Cuando vio la foto de aquel “representante” de Cristo en la Tierra, se le vinieron a la mente de golpe los trágicos momentos vividos en su niñez. De niño, ingresó en un Colegio de los llamados de “curas”. Era una cuota de bondad que algunos de estos colegios pagaban a las gentes humildes, admitiendo a sus vástagos más brillantes en los estudios. Eso si, entrando por puertas traseras y sin poder utilizar las instalaciones deportivas del Colegio. Juntos, pero no revueltos. ¡Hasta ahí podríamos llegar!


Allí fue donde tuvo la mala suerte de tropezarse con un canallesco pederasta camuflado de falsa bondad cristiana tras una sotana. Sufrió abusos de manera continuada y con la grave amenaza de que si se lo contaba a sus padres, las consecuencias para su familia serían terribles. Provocó su pronta salida del colegio suspendiendo voluntariamente una asignatura detrás de otra. Allí los únicos torpes que podían permanecer eran los niños de familias adineradas.


Ya de mayor se juro para sus adentros que aunque tuviera que esperar una eternidad, no descansaría hasta saldar cuentas con su duro pasado. Al cabo de los años, de los muchos años ya vividos y pasados, la vida, a través de la información de un periódico digital, le dio la oportunidad que tantos años llevaba esperando. Allí estaba treinta años más viejo su antiguo verdugo. Cogió su coche pertrechado de víveres y gasolina y emprendió su camino hacia tierras……. Fueron doce horas de viaje con una sola parada ocasional para reponer fuerzas y establecer su hoja de ruta. Lo tenía todo bien meditado y pensaba que ya – a estas alturas de su vida- poco le quedaba por perder.
Los acontecimientos se sucedieron de manera vertiginosa y pueden quedar resumidos en los titulares de la sección de sucesos del periódico…….. Decía lo siguiente: “Aparece muerto en la sacristía de la Iglesia de la Buena Nueva el cura párroco titular de la misma”. “El finado que estaba inmerso en la actualidad en graves acusaciones de pederastia, apareció colgado de una viga”. “Para darle muerte se utilizó el cíngulo de esparto de una imagen de San Pedro mártir que se encontraba a la entrada del templo”. “Hasta el momento no hay ningún detenido, pero la Guardia Civil tiene muy avanzadas las investigaciones sobre este asesinato”. “Tampoco se descarta que pueda tratarse de un suicidio”.

Cuando salió por carretera de tierras…. respiro hondo y aliviado. En contra de lo que siempre pensó, no tenía ningún sentimiento de culpa sobre lo ocurrido. A pesar de ser una persona pacifica y de fuertes convicciones religiosas estaba convencido de haber librado a la Sociedad de una autentica alimaña. Ya los superiores de su Congregación no tendrían necesidad de seguirlo escondiendo y trasladarlo a nuevos destinos. Su carrera de pederasta había llegado a su fin. Estaba seguro de que posiblemente sería cuestión de tiempo que se descubriera la autoría del crimen. O puede que cuajara la teoría del suicidio. No le preocupaba en absoluto. Lo hecho, hecho estaba, y ya no tenía vuelta de tuerca.

Nota aclaratoria: Esto que os relato forma parte de un guión que un amigo me pidió para un corto que va a rodar sobre la terrible lacra de la pederastia en la Iglesia. No podemos como creyentes obviar la gravedad del tema. Hablamos de abusos terribles a niños desprotegidos y, a los que algunas altas jerarquías eclesiásticas, han intentado cubrir históricamente con una cortina de incienso.
Generalizar los casos de pederastia en la Iglesia católica es aparte de desproporcionado también injusto.
Tampoco son casos tan aislados como nos gustaría a los creyentes. Creo que el Santo Padre camina en la dirección correcta en sus últimas declaraciones. Denunciar, expulsar y poner en manos de la justicia a esta partida de canallas, es el único camino posible para proteger a los niños de sus zarpas.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Pablo Iglesias que estás en los cielos




Don José Antonio Carrizosa, a la sazón director del Diario de Sevilla, nos regalaba en la edición de pasado día 16 del corriente un artículo (“Un caso de mala suerte”) de su puño y letra, de esos que merecerían ser enmarcados y releerlos –en esta dura etapa- de cuando en cuando. En menos líneas no se puede estar más atinado sobre la catastrófica situación que padecemos en este santo y sufrido país nuestro. Nos aclara en definitiva las claves del “zapaterazo”. A saber: congelación de las pensiones; recorte de un cinco por ciento en los salarios de los funcionarios (los hay que son “mileuristas”), abriéndose la más que evidente posibilidad de subir los impuestos. Se nos dice – según les oímos a don José Blanco y a doña Maria Teresa Fernández de la Vega- que se entrará en un periodo de reflexión para que “paguen más los que más tienen”. Mensaje captado. Mientras “reflexionan” sobre la que tenía que haber sido la primera medida a adoptar, atacan sin contemplaciones la economía de los más débiles. Socialdemocracia en estado puro, ¡por los cojones! Algunos altos cargos verán recortados sus suculentos emolumentos en un quince por ciento (que se nos diga en cuanto se les queda después de estos recortes. Seguro que tienen todavía para comer). Para tenernos tranquilos finalizan diciendo: “que no esperen irse de rositas los causantes de esta crisis”. Las ultimas medidas tomadas por “nuestro” Presidente (que cuanto antes deje de serlo mejor para todos) y su ya cuestionado Equipo de Gobierno, no hacen más que confirmar que nos encontramos –con diferencia- ante el peor mandatario que ha tenido España desde la entrada de la democracia. Lo triste y preocupante es que don Mariano Rajoy como líder de la oposición no le anda a la zaga. Son tal para cual y para comprobarlo les propongo hacer el siguiente ejercicio de racionalidad: guarden en un cajón las banderas, los principios ideológicos e intenten cambiar el sectarismo visceral por el sentido común. Veamos pues como se nos queda el patio: donde pone Zapatero pongan Rajoy; donde de la Vega sitúen a de Cospedal; donde Pajín coloquen a Sáenz de Santamaría; en la cúpula económica sustituyan a Salgado por Montoro; donde……… No me negarán que todo esto es un canto al pesimismo. Se me argumentará que ya sabemos como nos gobiernan los actuales mandatarios y, que los otros, se merecen cuando menos el beneficio de la duda. Puede ser, pero insisto, yo personalmente tengo pocas esperanzas sobre el particular. En este país sobran consignas y faltan razones.

Aquí lo que ha pasado es que a don José Luís Rodríguez Zapatero le han dado un ultimátum los altos jerarcas europeos (curándose en salud, para no tener que pagarnos la “roncha” como les ha ocurrido con Grecia) y, para que no hubiera ninguna duda, le llamó Mister Obama y le dijo: “José Luís (pongan acento anglosajón de Aznar) tienes que tomar medidas aunque sean impopulares. No vaya a ser que nos haga pagar a los demás la “convidá”. Y don José Luís que es un politico obediente y encantado de haberse conocido le contestó: “Si, bwana (digo Obama)”. Lo tremendo es que esta situación ha terminado por enterrar la socialdemocracia en España (mala suerte la mía: soy un socialdemócrata sin socialdemocracia; un bético sin Betis y, un sevillano, que cada día busca a Sevilla y no la encuentra por ninguna parte). Han conseguido despertar a los sindicatos de su dulce letargo en los oasis placenteros de la comodidad y, ahora cuando todavía se refriegan los ojos de su larga y gubernamental dormidera, ya no saben que poner en las pancartas en blanco. Los empresarios –eso si- encantados con este Gobierno de “izquierda”.
Los corruptos respiran tranquilos, pues no se tomarán medidas drásticas para que nos devuelvan el dinero robado de las arcas públicas, y que les han permitido atesorar desmesuradas riquezas.

Parte del dinero de nuestros sufridos impuestos que debían destinarse a carreteras, escuelas, hospitales, centros educativos y culturales, fines sociales…… han terminado en un dispendio de lujo tan obsceno como demostrativo de la catadura moral de estos “personajes”. Pueden respirar tranquilos, que ahora lo importante a nivel judicial es el “Caso Garzón”, y no otras menudencias como intentar que nos devuelvan el botín que nos han robado algunos políticos con la mayor de las impunidades. ¡Que país tenemos!

Ya, afortunadamente, surgen voces autorizadas que reclaman -una vez más- un rearme civil y democrático de la Sociedad –hoy “Suciedad”- española. Nadie podrá sacarnos de esta situación de abandono y desamparo más que nosotros mismos. Existía una hoja de ruta generacional que decía: “eres revolucionario a los 20 años; socialdemócrata a los 30 y conservador a los 40”. Un servidor, ya sobrepasada la barrera de los 60 “tacos”, sigue instalado en la segunda carta de navegación. Reconozco que la llegada de mi nieto me ha hecho sacudirme de un estado de pasotismo ilustrado, donde supervivía pasando de toda esta “plebe”. No se merecen las generaciones que vengan a relevarnos que les dejemos un país eternamente frentista; gobernado por impresentables y con los saqueadores de lo ajeno pululando por nuestra vidas y haciendas.

Nota: Un pequeño inciso para felicitar a mis amigos sevillistas por su clasificación para la Chanpións, y desearles suerte para esta noche en la fina de Copa. Mientras, los béticos hemos pasado del penalti a “lo Panenka” al penalti a “lo Mehmet Aurelio”.

lunes, 17 de mayo de 2010

El exabrupto nacional



(Si estás cabreado y la quieres pagar conmigo; págame dos cervezas en “Casa Coronado”) - Proverbio de la Puerta de la Carne -

La RAE define al exabrupto como: “salida de tono, como dicho o ademán inconveniente e inesperado, manifestado con viveza”. Pues por ahí andamos en este santo, controvertido y sufrido país de nuestros amores y desvelos. Todos y todo está –estamos- instalados en el exabrupto. No diré errónea e injustamente que España es hoy un circo. No se merece tan loable, arriesgado y digno evento artístico, que cada vez que tenemos que utilizar un término descalificatorio tiremos de arriesgados trapecitas, sufridos funambulistas, domadores de leones (un recuerdo para el recientemente fallecido Ángel Cristo, que descubrió bastante tarde que las auténticas fieras estaban fuera de la jaula, más concretamente en esto que llamamos alegremente “el género humano”) y payasos llenos de talento y creatividad. Por tanto ya está bien que cuando queremos afirmar que “algo es una puta mierda”, tiremos siempre del manido “ejemplo ilustrativo” de que: “esto lo han convertido en un circo”. Si de algo anda largo el castellano es de las mil y una posibilidades que nos ofrece para llamar a las cosas por su nombre. Dejemos pues tranquilo al circo y a sus abnegados componentes.



Hay una cadena televisiva privada –de cuyo nombre no quiero acordarme- que desde su puesta de largo, no ha dejado que se pare ni un solo día el ventilador que instalaron cerca del basurero nacional. Mierda ideológica programada por un tubo, de la que se nutren diariamente bastantes de nuestros compatriotas. A mayores dosis de basura más posibilidades de incrementar la caja (en este caso más bien caja-lista que caja-tonta). Allá cada cual con su manera de entretenerse y cubrir su tiempo libre. Evidentemente que luego nadie se escandalice si nos llaman en sentido peyorativo: país de porteras (con mi sentido homenaje a tan noble, mal pagada y sacrificada profesión). Lo cierto es que si de verdad las cosas tuvieran un nombre acorde con el contenido de las mismas esta cadena debería llamarse: Tele-Exabrupto.

Posiblemente los defectos y virtudes que acompañan el devenir de los días de esta querida y sufrida España, de camisa blanca y zapato sucio, sean extensibles a cualquier otro país europeo. Pudiera ser. Pero resulta más que evidente, que en nuestra Piel de Toro cohabitan algunas cuestiones ancestrales que, para lo bueno y lo malo, llenan de verdad aquello de “Spain is different”. Siempre me resultó especialmente atractiva la visión que de nosotros han tenido ilustres hispanistas. Leerlos con suma atención, es un ejercicio más que recomendable, para desentrañarnos aspectos de nuestra naturaleza e idiosincrasia que se nos escapan bajo el prisma del ombliguismo patrio. Aquí en nuestra España de camisa blanca y zapato sucio, el numeroso clan de los portadores de exabruptos siempre encontró la tierra prometida. Las “salidas de tono”; el insulto soez, o la calumnia gratuita y perversa, siempre fueron la antesala para que el tema quedara (previo recordatorios ofensivos a los muertos) en la “solución” hispana de “llegar a las manos” (hoy ampliable a:”ya nos veremos en los tribunales”).

Desde la clase política, y desde algunas cadenas de radio y televisión, nos dan a diario un rotundo ejemplo de cómo envenenar la vida ciudadana a través del exabrupto. Entre los políticos siempre es la misma historia: el Partido ganador en las elecciones nos aclara de forma rotunda que gobernará sin una pizca de soberbia y, para que no quepan dudas, siempre contará con las opiniones de los demás partidos, especialmente las del principal Partido de la Oposición.

Estos a su vez dejan meridiamente claro que harán una oposición firme y decidida, pero eso si, siempre con la brújula del espíritu constructivo. ¡Faltaría más!

Nos dicen –todos- con impostada seriedad, que siempre deberán prevalecer, por encima de criterios partidistas, los intereses de España y por ende de sus ciudadanos (en la última y esperada reunión entre Zapatero y Rajoy, ya se ha podido comprobar cuantos temas se han tratado –y acordado- de verdadero interés para la ciudadanía). Luego no es de extrañar, que si en la vida cotidiana miramos como está el patio de la política, entren ganas de vomitar la primera papilla. La corrupción en nuestro propio partido se tapa con una manta de Zamora, para airear a bombo y platillo la que existe en nuestro principal competidor político. Los corruptos son siempre los otros y confiamos en la Justicia, eso si, siempre que las decisiones estén acordes con nuestros intereses. Caso contrario lo que hacemos es cuestionar la ideología y la imparcialidad de los jueces. ¿Cómo pueden quejarse a estas alturas que la gente joven cada día este más alejada de la política? ¿Es que creen que aparte de jóvenes son “carajotes”?


Hace unos días entre por curiosidad en un canal televisivo (omitiré su nombre) del que me habían comentado un montón de barbaridades. Aguanté solo diez minutos. Había una tertulia de “contenido político” donde los siete tertulianos eran “de la misma cuerda” (posiblemente en tiempos de Franco la hubieran prohibido por considerarla excesivamente de derechas). Pues bien uno de los tertulianos (también lo omitiré) que ha salido hace unos meses a la palestra en todos los medios, llamó al referirse a Felipe González como: “esa rata inmunda”. ¡Tira millas moreno que vienen curvas! Estaban hablando de un ex-Presidente de la democracia española y, lo triste, no solo asintieron ante este calificativo el resto de tertulianos, sino que aportaron algunas “lindezas” más de la misma naturaleza que el emitido. ¿A esto le llaman debatir o se trata de una apología del exabrupto?


Cada mañana suelo visitar en Internet las ediciones digitales de varios periódicos. Me interesan fundamentalmente las opiniones de los articulistas. En algunos de ellos se abren dos ventanas participativas, bien en términos de valoración a través de votos, o con la democrática posibilidad de añadir algún comentario al artículo de marras. El resultado de este ultimo apartado es curioso y significativo de cuanto nos rodea. Algunos comentarios están llenos de sensatez y alaban o critican de manera constructiva lo que allí se expone. Otros tiran a matar. Llaman (bajo el camuflaje del seudónimo) de todo al articulista. Les obsequian con calificativos tales como: meapilas, retrogrado, facha, progre de mierda o directamente y sin anestesia lo mandan a mamarla.


Esto es lo que hay, y cerrar los ojos ante lo evidente, es no querer ver en que se ha convertido en la actualidad esta España de camisa blanca y zapato sucio. Insultar, calumniar o vilipendiar sale muy barato en un país al que Lope de Vega describió magistralmente. Tierra del exabrupto por derecho propio y enorme fortín de las descalificaciones más injustas y arbitrarias. No hablamos de problemas generacionales como intentan vendernos, hablamos de decencia, respeto y tolerancia hacia los demás. Estas cosas no tienen fecha de caducidad. Convendría, eso si, que pudiéramos entender algún día en que consiste eso que eufemísticamente llaman: ser un buen demócrata.

viernes, 14 de mayo de 2010

El niño de la portuguesa


El año 1947 estaba tocando –nunca mejor dicho- a su fin en la bella localidad algecireña. El Estrecho –entre dos aguas- se removía inquieto ante la mirada impasible del Peñón. Estábamos todavía en este país nuestro entre el llanto por siguiriya, el desarraigo por tarantos y la pena del fandango. “Vivíamos” inmersos en una posguerra que todavía se presumía larga en el tiempo y dura en la cotidianidad. En el número 8 de la calle San Francisco, Lucía “la Portuguesa”, dio a luz al quinto de sus hijos al que pondrían de nombre Francisco. Su marido, Antonio Sánchez Pecino, era un guitarrista festero (se ganaba la vida tocando la guitarra en reuniones y fiestas privadas). Fue un clarividente al que la Historia del flamenco nunca le estará suficientemente agradecida. Encauzó y planificó magistralmente la vida de sus hijos en torno al Arte Jondo. Pero no para uno como el que él vivió –y supongo que padeció- sino hacia otro de altos vuelos. Un Flamenco (así con mayúscula) de teatros, platós de televisión, salas de conciertos y, donde a este Arte parido y amamantado en Andalucía lo respetaran y consideraran, quitándole las cadenas impuestas por “señoritos” juerguistas de tres al cuarto. Flamenco como un Arte respetado y valorado dentro de la cultura universal, y no conocido solo como juguete de la borrachería reinante en la época. ¡Enhorabuena don Antonio, misión cumplida! Sin que obviemos su excelente condición de letrista flamenco (muchos de los cantes que grabaron Paco y Camarón contienen letras de Antonio Sánchez).


Ramón el hijo mayor y Francisco (Paco) el menor tomaron el mágico camino de la sonanta. Pepe (el de en medio) cogió el del Cante. Ya luego pasó lo que pasó. Ramón (de Algeciras) fallecido recientemente se encumbró a lo más alto del toque de guitarra de acompañamiento, siendo a la postre uno de los discípulos más aventajados del Niño Ricardo. Pepe, que cantó siempre de bien para arriba, hoy es un destacado productor discográfico y padre de la cantante Malú. Tiene en su haber la composición de numerosos y conocidísimos temas. Y luego estaba Paco, ¿qué estaba?; que estaba y que ojala esté por muchos años con su excepcional música para deleite de nuestros oídos flamencos.

Corría el año de 1954 y esa fecha quedó grabada con letras de oro en la Historia del Arte Jondo. Don Antonio y su hijo Ramón ponen en las manos de Paco (un niño de siete años de edad) su primera guitarra y le enseñan las primeras falsetas flamencas. Acababa de nacer el mito. Ya comenzaba a caminar, entre arpegios, picados y tremoles, el artista más grande y universal que jamás ha dado el flamenco: Paco de Lucía.


Cuando tenía 11 años su padre y su hermano Ramón se dieron perfecta cuenta que habían alumbrado a uno de los mayores genios de la música contemporánea. Aquello no era normal, y cuenta Ramón que: “las falsetas que mi hermano Paco hacía por aquellas fechas yo no era capaz de desarrollarlas ni por asomo”; “tenía 11 años y parecía un viejo tocando la guitarra”.


Cuando todavía ambos estaban en los preámbulos de la adolescencia, Paco a la guitarra y su hermano Pepe al cante, empiezan a actuar con el apodo artístico de: “Los Chiquitos de Algeciras”. Actuaban fundamentalmente por la provincia gaditana y que nadie crea que tocaban rumbitas y cosas graciosillas. Para nada. Tocaban y bordaban los palos (estilos) mas serios del flamenco.

Grabaron un disco en 1963 con los siguientes temas: Soleares de Cádiz, Tientos, Tarantos, Siguiriya de Manuel Torre, Soleares de Alcalá, Malagueñas del Mellizo, Soleares Viejas de Triana, Serranas, Tientos de Chacón, Malagueñas de Chacón, Debla, Martinete y Toná y Seguiriya de Chacón. ¡Cualquier cosa!

Participan en el Concurso Nacional de Flamenco de Jerez de la Frontera donde Pepe gana el primer premio por malagueñas dotado con 35.000 pesetas (todo un dineral en aquella época). Paco con la guitarra provoca tal sensación que puso al Jurado como se suele decir en un brete. Solo tiene 14 años de edad y las bases del Concurso no podían premiarlo por su corta edad. Pero para poder premiar su extraordinaria actuación se sacan un premio de la manga (Premio Javier Molina), cuya dotación de 4.000 pesetas va a parar a los bolsillos de Paco.

A partir de ahí comienza una carrera absolutamente meteórica. Empieza a tocarles la guitarra a las grandes figuras del Cante Flamenco, y su ascenso a los altares del Arte Jondo se manifiesta imparable. Graba una Antología con el Maestro Fosforito que a la postre ha quedado configurada como la máxima expresión estética del Cante Flamenco. Cante y toque en su más genuina y profunda expresión. Todo un legado cultural flamenco para las nuevas generaciones de estudiosos y aficionados que busquen desentrañar las verdades de este Arte. Pero como siempre ocurrió –y ocurre- en la vida artística del “Niño de la Portuguesa”, lo bueno siempre está por llegar. Toma forma la “crónica de un encuentro anunciado” por los astros del Flamenco. Se encuentran Camarón y Paco; Paco y Camarón, y ya el mayor y fructífero idilio que conocieron los dos siglos de existencia del Arte Jondo estaba a punto de comenzar. Graban todos los estilos flamencos impregnándolos de un aire nuevo sin que por ello perdieran su esencia. Consiguen llevar al Cante y al Toque a su más alta cima de esplendor, logrando con ello que el flamenco se libere de un más que evidente anquilosamiento, entrando de lleno en la etapa contemporánea. Después de ellos ya el flamenco deja de ser cosa de minorías, y se universaliza con una onda expansiva liberadora que pervive en la actualidad. Entender al día de hoy el flamenco sin Camarón y Paco de Lucía se nos antoja una tarea tan estéril como imposible.


Luego cada uno –era más que previsible- emprenden sus carreras por separado. Paco graba en solitario obras increíblemente hermosas. Cada nueva aparición discográfica es recibida con júbilo por una legión de seguidores –ya sin fronteras- y estudiosos, que no hacen más que configurarlo como el extraordinario músico que en su niñez presagiaron su padre y su hermano Ramón. Su rumba “Entre dos aguas” (que la creo sobre la marcha para rellenar un trabajo discográfico) ocupa los primeros puestos de las listas de éxitos de España y Sudamérica. Aparte de temas específicos flamencos, empieza a introducirse en el mundo del jazz con colaboraciones geniales.
Versiona a través de su mágica guitarra a clásicos populares como Falla, Turina o Rodrigo. Crea su famoso sexteto con Jorge Pardo, Carles Benavent, Soler and company, recorriendo el mundo con actuaciones realmente apoteósicas. Hasta la fecha, en la que se encuentra placidamente creando desde su casa en Mallorca, imagino que compaginado sus tareas creativas con sus dos grandes aficiones: la práctica del fútbol y la pesca submarina. Lejos de la inquina estupida y cerril con la que intentaron –inútilmente- mancharle tras la muerte de Camarón.

Ya nos tiene de nuevo expectantes, pues nos comenta que anda “metío” en un nuevo proyecto, consistente en versionar en clave de guitarra flamenca los temas de la gran Marifé de Triana.

Poseedor de todos los galardones habidos y por haber entre los que se encuentran la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes (1992) y el Premio Príncipe de Asturias de las Artes (2004), el pasado sábado 9 de mayo pusieron la guinda al pastel de sus más que justas distinciones: fue nombrado doctor honoris causa por la Berklee Collage of Music de Boston en EEUU. Es el máximo galardón cultural que se le concede a un músico, y para entender su importancia basta reseñar algunos de los galardonados anteriormente: B.B. King; Quince Jones, Paul Simon, Steve Winwood, Sting, Phil Collins, Areta Franklin, Duke Ellintong……Evidentemente es el primer español que recibe este galardón.

Persona introvertida y modesta hasta la exageración, este Paco de Algeciras siempre deja claro –y no es una modestia impostada- que él recibe los galardones por ser consciente que son en beneficio del Flamenco, por el que lleva luchando toda su vida. Pasa totalmente de homenajes. Para homenaje el que nos pegamos nosotros con su música, y orgullosos con su condición de andaluz universal. ¡Enhorabuena Maestro!

miércoles, 12 de mayo de 2010

La m con la a ma; la m con la i mi....



Estos días se está celebrando en nuestra Ciudad la anual Feria del Libro (Plaza Nueva y Plaza de San Francisco). Esta edición ha estado dedicada al Poeta de Orihuela, Miguel Hernández, con motivo del centenario de su nacimiento. También por extensión a los Hermanos Machado. Acudo a visitarla el pasado jueves y compruebo que la de este año es “cortita y con sifón”. Está acorde con los tiempos de crisis que padecemos. Poca presencia -aunque significativa- de verdaderos libreros (no confundir librero con vendedor de libro) y aun una menor de posibles compradores/lectores. Ojala en los días que faltan se anime el recinto y que esta Feria tenga larga –y necesaria- vida en el tiempo. Allí veo hojeando libros a un trianero de postín, Emilio Jiménez Díaz, cumpliendo con el ritual de aquellos que amamos los libros por encima de todos los objetos, y que al tocarlos y pasar sus páginas sentimos la dulce caricia de siglos de gozo y pena. Pura sensualidad en las yemas de los dedos de amorosos y pacientes lectores.


Gentes que ayer desde una hoja en blanco, y hoy desde la pantalla de un ordenador, nos crearon cientos de mundos variopintos y enriquecedores para hacernos la vida más llevadera. Poder viajar por países magistralmente narrados, o inventados, sin tener que moverte del rincón de lectura de tu hogar. Soñar aventuras de corsarios y espadachines sin sufrir más sablazos que aquellos que te pegan algunos “colegas”. Vivir como propios apasionados amores ajenos, los mismos que te rozan en el centro de tus emociones más nobles sin conseguir tumbarte. Compartir el mágico y surrealista mundo de los poemas que te enseñan amorosamente que no todo está perdido. Siempre la luz como vencedora de las sombras. Reflexionar con las enseñanzas del filósofo y el ensayista. Adentrarte en los acontecimientos pasados de la vida y las cosas de la mano de los grandes historiadores. Obras teatrales que al ser leídas las montamos, con nuestra imaginación, cada uno a su forma y manera. Narrativa, poesía y teatro como transformadoras de la realidad hacia la ficción y nunca hacia la mentira. ¿Qué seriamos sin la capacidad de soñar, pensar y sentir? Ensayo, filosofía o historia para determinar de manera racional y científica de donde “puñetas” venimos, que hicimos bien o mal en el ayer y desentrañar las claves del hoy y el mañana. Leer para informarse, formarse, entretenerse o simplemente llenar las horas vacías. La aventura de vivir en definitiva -con sus rosas y espinas- reflejadas en páginas numeradas que deben –o debían- inducirnos al pensamiento, la reflexión y la acción. Nada es comparable al encuentro en soledad de un/a escritor/a y un/a lector/a en perfecta sincronización. En definitiva el noble y enriquecedor mundo de la lectura. Romper la dura cadena de la cotidianidad a través de la imaginación y la magia que te proporcionan los/as escritores/as. Ampliar conocimientos que te permitan comprender mejor el significado de las cosas que te rodean. Hasta los ciegos que no pueden contemplar una puesta de sol tienen la extraordinaria posibilidad de leer un libro (uno de los mayores lectores que conozco es mi amigo Antonio, el ciego que vendía los cupones en la esquina de la Confitería La Campana. Aparte de recordar con cariño a La Niña de la Puebla que era una lectora insaciable y por ende una mujer cultísima).



Según mi madre fui un niño muy precoz en cuanto a lectura y escritura se refiere. Los números me costaba más el descifrarlos. Ni cuando pacientemente trataban de explicármelos mis recordados maestros, don Carlos Alonso y don Miguel Sarmiento, y mucho menos ahora que quienes tratan de que me aclare matemáticamente son Zapatero y Rajoy.

Los banqueros cuando suman dos y dos le salen siete y a los parados si acaso solo dos. La diferencia es que a los primeros siempre le salen las cuentas y a los segundos casi nunca. Igual ocurre con Gobierno y Oposición, los primeros ven “brotes verdes” por todas partes y los segundos solo jaramagos secos y podridos.


Mis inicios como lector fueron leyendo de niño los “tebeos” (hoy llamados cómic) de aventuras. Me pulía los sábados lo que podía ahorrar en la semana repartiendo pan (me levantaba con 12 años a las siete de la mañana) para seguir ilusionado y ansioso las aventuras semanales de: “El Guerrero del Antifaz”; “El Jabato”; “El Capitán Trueno”; “El Hombre de Piedra” o “Roberto Alcázar y Pedrín” (los de “Hazañas Bélicas” eran más caros y había que comprarlos ya usados). Incipiente y eficaz iniciación a la que con los años sería parte inseparable de mi andadura terrenal: la afición a la lectura.

Hoy ya una vez pasado el umbral de los sesenta “tacos” de existencia, he conseguido reunir una –creo- excelente biblioteca de algo más de 1.500 ejemplares. Cantidad superada con creces si le sumo la ingente cantidad de libros prestados y pocas veces recuperados. Espero al menos que estos “despistados” beneficiarios de la bondad ajena al menos los hayan leídos. Me gustaría antes de “entregar la cuchara” –que contra más tarde mejor- poder leer al completo los muchos que me aguardan expectantes en los rincones más diversos de mi casa. Un libro no leído es como un beso tirado al aire de la primavera. Como un brindis al sol deseoso de ser acariciado por la luna. De joven leía de manera impulsiva y voraz. Hoy lo hago de manera pausada y saboreando cada pagina que se me abre a los sentidos. Prefiero ya el temple del toreo al natural que el desenfreno de un par de banderillas. Aunque tarde, siempre descubrimos que una hora –con prisa o con pausa- nunca tendrá más de sesenta minutos. Saber aprovecharla es lo que de verdad importa.

Dos libros en lo que a novelas se refiere, me marcaron profundamente: “La Madre” de Máximo Gorki que leí en plena adolescencia y, fundamentalmente, los “Cien años de soledad” de Gabriel García Márquez. Los poemas de San Juan de la Cruz, Machado, Lorca, Alberti, Neruda, Juan Ramón, Cernuda, Rafael de León y Miguel Hernández me zarandearon las paredes del alma para hacerme ver –como escribió Celaya- que: “la poesía es un arma cargada de futuro”.


Decir lectura es decir vida. Palpitante y reparadora de la pobre y encadenada existencia que gira a nuestro alrededor. Leer en un autobús repleto o en la soledad de la glorieta en un parque. Hacerlo en un atardecer playero o en el interior de un Boeing 747 camino del “quinto co...”. En el dulce rincón del hogar escuchando de fondo a Bach, o incorporado en una cama testigo de nuestra decadencia. Leer es acumular vivencias que nadie nunca podrá arrebatarnos. Estas no formarán parte de ningún testamento material que se disputen nuestros herederos.
No es casualidad que los dictadores –y por extensión las dictaduras- quemen los libros y odien y encarcelen a los lectores libres. No quieren ver volar a la paloma de la libertad a través del soplo de la imaginación, el pensamiento y la verdad. Los dictadores solo leen –y tienen como libros de cabecera- los manuales militares del ordeno y mando. La cultura verdadera siempre es liberadora, y difícil –por no decir imposible- resulta encerrar entre rejas a los espíritus libres.

lunes, 10 de mayo de 2010

La sombra de la crisis es alargada



El pasado día 2 del corriente leo en el “Diario de Sevilla” el siguiente titular:

“SEIS CONSEJEROS EJECUTIVOS DEL SANTANDER COBRARÁN 251 MILLONES EN PENSIONES”
“Pueden prejubilarse a los 50 años con diez de antigüedad. El Consejero Delegado (Alfredo Sáenz) será quien más reciba, 80,7 millones. Corbacho (actual Ministro de Trabajo) califica las cifras de escandalosas”.

Tiene mucha razón el señor Corbacho para escandalizarse, pero no menos escandalosa fue la ayuda económica que su Jefe le proporcionó a la Banca. Fue la primera medida de choque que tomó nuestro Gobierno para salir de la crisis (la misma que tardó una eternidad en reconocer). Se trataba de evitar que se cerrara el grifo de los créditos bancarios que, a intereses tan “bajísimos”, nos prestaban para adquirir nuevas viviendas, arreglar nuestras maltrechas casas o reparar nuestros anticuados pisos. Con los mismos podíamos cambiar coches obsoletos que eran “carne de taller”, por otros más acordes con los que circulaban por la vieja Europa. También para paliar dificultades financieras coyunturales en pequeñas y medianas empresas. Pero, ¿dónde fueron a parar los millones de euros prestados a la Banca procedentes del erario público? Como diría –o mejor cantaría- el cantante de Linares…..”Escándalo, esto es un escándalo”. Un escándalo y una vergüenza difícil de digerir por las personas decentes, honradas y trabajadoras de este sufrido país. Cuesta trabajo creer, que las muchísimas familias española con todos sus miembros en edad de trabajar parados, no se tiren al monte para unirse a algún grupo de maquis. Lo dejo escrito Bertolt Brecht: “las revoluciones se producen en los callejones sin salida”.

En otra página del “Diario de Sevilla” citado se nos ofrece otro titular que tampoco tiene desperdicio. Dice así:

“Según los sindicatos convocantes (UGT y CCOO) la manifestación de 1º de Mayo en Sevilla reunió a 10.000 manifestantes”.

Vamos por parte: el lema principal de la manifestación era “Contra el paro” y “Por la creación de puestos de trabajo”. Pues bien, según datos muy recientes de la EPA (Encuesta de Población Activa) el número “oficial” de parados en Sevilla asciende a 231.400 personas. Si damos por supuesto que los sindicalistas liberados fueron todos a la manifestación, y que su número (posiblemente todavía no lleguen a los 10.000, pero todo se andará) es bastante elevado, podríamos preguntarnos: ¿Cuántos parados de los 231.400 estimados oficialmente fueron a la manifestación? ¿Qué nivel de credibilidad tienen los Sindicatos en la actualidad para que los propios parados no vayan a manifestarse contra su principal problema: el paro?


A partir de aquí podríamos abrir, un reguero interminable de preguntas, sobre que representan en la actualidad los sindicatos ante los graves problemas que padecen los trabajadores. Pero resulta todo tan evidente que ni merece la pena abrir este debate.

Cuando uno ha conocido –y participado activamente- en la configuración y el desarrollo de sindicatos libres, formados por trabajadores que empleaban su tiempo y su dinero en la defensa de los de su clase, duele asomarse hoy al patio de los sindicatos y verlo lleno de bonitas macetas que los gobiernos riegan y abonan. Esto no deja de causarnos perplejidad y una buena dosis de tristeza. Cuando empezó a fraguarse la figura sindical del “liberao” muchos ya llegamos a la conclusión que nuestro tiempo era de pretérito perfecto simple (también llamado pasado). Había comenzado la era del “funcionariado sindical”. Ahora ante una situación laboral tan delicada ni el trabajador sabe a donde ir ni el sindicalista a donde acudir. Una vez mas -¿y van?- se cogen de la mano en nuestra Historia el pesimismo y el realismo.

Leía hace unos días una más que interesante entrevista a uno de los españoles de mente más lucida y preclara, don Antonio Garrigues Walker. En la misma consideraba –entre otras muchas cosas- que: “España carece en la actualidad de una autentica sociedad civil articulada, y esto lo considero un hecho bastante trágico”. Rotundamente cierto. No podemos estar siempre esperando a que venga a rescatarnos el “Séptimo de Caballería “. Que lleguen por fin “los nuestros” a sacarnos las castañas del fuego. Bien cierto es que España –a niveles de parámetros económicos- no es Grecia, pero no nos engañemos, tampoco es Alemania. En el país heleno decenas de años de corrupción y rapiña han llevado a su economía a una absoluta bancarrota. Ahora la UE sale en su ayuda con un préstamo inicial de 110.000 millones de euros, los mismos que tendrán (¿) que devolver con sus intereses correspondientes. Para este fin se utilizarán los mecanismos de controles de austeridad rutinarios. A saber: congelación salarial, recortes sociales y fuerte subida de impuestos. Lo de siempre: los que han sido saqueados tendrán que pagar al final las fianzas de los saqueadores. Nada nuevo bajo el sol. Aunque este ya empieza a quemarnos en exceso.

viernes, 7 de mayo de 2010

La donna e mobile






Cuesta trabajo imaginar como viviría la gente hace tan solo unos años, cuando aún no había aparecido en nuestras vidas la telefonía móvil. Tan solo existían teléfonos fijos en oficinas o en muy contados domicilios particulares. Aparatos pesados con cordones que serpenteaban pegados a la pared. De colores negros enlutados como la época que les había tocado vivir. En las casas de fuste, teléfonos de estilos rococó, depositados en mesitas con tapas de mármol rosa y ribeteadas de maderas nobles. Allí Piluca (donde yo me crié las adolescentes bautizadas como Pilar se llamaban inevitablemente Pili, con los años descubrí que en las casas con apellidos aristocráticos se llamaban Piluca o Pilarín) siempre podía hablar largo y….bueno tendida todavía no hasta que se casara, con Pepeluí su novio, que estaba haciendo la mili como Alférez Provisional en la entonces lejana Ceuta. Soplos de amor y besos soñados, que a través de un cable, cruzaban el Estrecho desde el Barrio del Arenal hasta el Regimiento Ligero Acorazado de Caballería Montesa Número 3.

Desde la edad de los dinosaurios –por cierto pedazo de cabrón el tiranosaurio rex de los cojones- ya existían serios intentos de comunicarse todos los animales unos con otros. En un principio la comunicación era por una mera cuestión de supervivencia. Después ya el hombre entendió que había más cosas de las que hablar. Nació la era –todavía vigente- de los correveidile y los correveitrae. Los primitivos portadores de rumores y calumnias.

Mata más la mala lengua
que la soga del verdugo;
que un verdugo mata a un hombre
y una mala lengua a muchos.

La cuestión era intentar abarcar cada vez un mayor espacio -en el fondo y en la forma- para nuestros mensajes. Las tribus africanas inventaron el tam-tam para, a través de distintos sonidos, avisarse unas a otras de que los herederos del doctor Livingstone estaban cerca. No era cuestión que ante tan suculento manjar la olla grande no estuviera ya con el agua hirviendo. El tam-tam africano fue sin dudar uno de los precedentes de la percusión cajonera que hoy acompaña los cantes festeros.

Luego llegaron las humaredas en la cima de las montañas de los apaches. Conseguían quemando ramas secas, y con un acompasado manteo, avisar al conjunto de la tribu que se acercaban los casacas azules. Prestos para el combate los hombres jóvenes (quedaban en la aldea las mujeres, los ancianos, los niños, los enfermos y los díscolos según las memorias del Jefe Jerónimo) ante lo anunciado por los círculos de humo, que se deshacían camino de los cielos de Manitú. La cuestión era que cuando sonara la corneta del Séptimo de Caballería ya todos tuvieran tensados los arcos y prestas las flechas. Pasito a pasito llegamos al último tercio del siglo XIX donde Alexander Graham Bell patentó en 1876 un nuevo invento llamado teléfono (verdaderamente quien lo inventó fue Antonio Meucci, concretamente con las primeras pruebas efectuadas en 1871). Pero como en todas partes las cosas de palacio van despacio, hasta el año 2002 no le reconoció su autoría el Congreso de los EEUU de América.
Ya entonces un ciudadano de Oregón podía recibir una llamada de su suegra desde Canadá, para decirle que iba a pasar las navidades con ellos. Eso si, acompañada de sus dos hermanas solteras. ¡Valiente invento de los cojones se diría este atribulado ciudadano!

Y ya hasta el día de hoy, esto ha sido una carrera tecnológica alucinante para intercambiarnos información de todas las formas posibles. Primero, hicieron su aparición los locutorios playeros con esperas interminables. Tardes agosteñas con olores a nívea sobre espaldas coloradas y con los niños inquietos por irse a los “cacharritos”. Luego estaban las cabinas urbanas, siempre ocupadas por charlatanes/as inmisericordes con los que aguardaban su turno. Después sin prisa pero sin pausa, el teléfono fue entrando en nuestros hogares, y ya no tenía que avisarnos el de la tienda de comestibles que teniamos una llamada de la prima de Los Palacios. Ya quedamos todos convertidos, como por arte de magia, en parlantes hogareños. En cada casa había un teléfono asentado sobre un paño de crochet. Siempre majestuoso y altanero, junto al frigorífico, el televisor y la lavadora. La modernidad y el confort formaban ya parte inseparable de nuestra vida cotidiana.

Y ya sin solución de continuidad llegamos a nuestro presente más palpitante. Decenas y decenas de millones de teléfonos móviles nos contemplan (o mejor nos hablan y escuchan). Abarca todas las etapas de la vida: niños, jóvenes y adultos portan un móvil (en algunos casos dos o tres) que los hacen sentirse participes de un proyecto colectivo de parlantes y oyentes de lo más diverso. Solo han quedado fuera de este circuito de macro telefonía móvil las personas de avanzada edad. Ya no tienen tiempo –ni ganas- de aprender a manejar estos artilugios. Solo esperan –no todos- que se demore algún tiempo la llamada del Ser Supremo llamándolos a filas celestiales. No quieren oír voces –ya escuchan a diario la voz de su pasado- sino besar rostros queridos, y tocar cabezas de nietos que les hagan sentirse vivos y presentes.

Sobre el uso –bueno o malo- de los móviles poco que decir y merecería dedicarle un Toma de Horas especifico. Todo será siempre relativizado por la subjetividad. Es tarea de los padres saber el uso que sus hijos, menores de edad, hacen de los artilugios que la era moderna han puesto a su alcance. Llama sin embargo la atención la “hoja de ruta” que ha tomado nuestra riquísima lengua castellana por la vía de los sms. Ya nadie osaría decir salvo que no le preocupe que lo tachen de cursi y majareta aquello de: “no es verdad ángel de amor que en esta apartada orilla…..Ya no hace falta, si le quieres mostrar tu amor a alguien basta con que le escribas un mensaje con un escueto: “tqo”, y si ella o él están por la labor te contestarán: “yo +”. Os dejo que me está sonando el móvil.

miércoles, 5 de mayo de 2010

Bésame tonto


Rescato para el presente Toma de Horas el titulo de una excelente película del genial Billy Wilder (“Bésame tonto–1964). La misma que en su día fue considerada por los críticos como una obra menor y, que con el paso del tiempo, ha sido catalogada unánimemente como una excepcional película. Pocas, por no decir ninguna, de las rodadas por este genio del Séptimo Arte pueden considerarse obras menores. En la filmografía de este excelso director de origen austriaco se encuentra lo más selecto de la Edad de Oro de Hollywood. Cine, para entendernos, en toda su pureza y esplendor.

Dentro de las coordenadas que marcan a la sociedad española actual, existe una que resulta nada desdeñable y merecedora de alguna reflexión: el besuqueo. Hoy todos y todo es susceptible de ser besado. El círculo de lo estrictamente familiar se ha abierto hacia nuevos horizontes besucones. Nos besamos entre los amigos y abandonamos a su suerte a los antiguos abrazos (más sinceros evidentemente, pero también más pesados y con un alto riesgo para nuestras castigadas cervicales). También si te presentan a una señora es una severa descortesía no estamparle un beso en cada mejilla. Lo de estrecharle levemente la mano con una leve inclinación de cabeza queda ya bastante cursi. No son tiempos para caballeros de sombreros de copa. Hoy impera en todos los ámbitos el “coleguismo” militante. Lo peligroso es que si antes del beso te has tomado una copa de manzanilla –basta con una sola- esta besada señora se llevará una muy mala impresión de tu persona. Seguro que murmurará entre dientes: ¡como apesta a vino el amigo de mi marido!; ¡cualquiera sabe con la gente que se junta mi esposo! Es aconsejable para evitar causar mala impresión entre el respetable mujerío susceptible de ser besado, que inmediatamente después de una copita mastiquemos un chicle Orbit o en su defecto un caramelo de menta. Que no nos sorprendan con la guardia baja y el vino alto. Todo sea por causar buenas sensaciones ante las reinas de la Creación.

Reconozco que nunca fui un militante muy activo del clan de los besucones. Me hubiera encantado, eso si, haber podido besar a mi admirada Claudia Cardinale o a la no menos Kim Novak, pero desgraciadamente tuve que conformarme con soñar esos besos a través de sus esplendidas y sugerentes fotografías. Amores idílicos de la pubertad que nos hacía concebir el mágico mundo del Cine. ¡Que sería de lo onírico sin la magia del Séptimo Arte! Kim en la Película “Picnic” (1955) y Claudia en “El gatopardo” (1963) elevaron la belleza femenina a sus más altas cotas (por aquello –hoy en franco retroceso- de hacer patria no olvidemos a Sarita Montiel en “Veracruz” – 1954).

Recuerdo en mi niñez que tanto a la ida como a la vuelta del colegio, besaba al conjunto de familiares que se encontraban en aquel momento en mi modesta vivienda. También –inevitablemente- a la vecina de “al lao” que era la Tata. Cuando creía que había eludido este mal trago –perdón quise escribir beso- oía a mis espaldas ya en plena calle, y en franca retirada besucona, a mi madre que me decía: “Chico, que te has olvidao de darle un beso a la Tata”. Y allí que se volvía el “Chico” a besarla. Ella –de muy grato recuerdo para mí- se desayunaba con un par de “lingotazos” de aguardiente y, después de besarla, yo ya no sabía si llegaba al cercano Colegio San Diego desde la Collación de San Nicolás o desde Zalamea la Real.
Cuando de mayor comprendí la vida que había llevado esta sacrificada –y santa mujer- comprendí que posiblemente aun bebía demasiado poco. Hija maltratada por un padre tan déspota como canallesco, hermana utilizada por sus dos hermanos varones, y a la postre, madre soltera por partida doble. Crió a sus hijos sola y dejándose los riñones limpiando casas, con planchados interminables de ropas que otras lucirían, y teniendo todavía un hueco en su gran corazón para darnos afecto a mis hermanos en general y a mí en particular. Besos de bolitas de anís que siempre guardaré dentro de mis recuerdos más nobles y sentidos. Los mismos que a regañadientes les daba a la Tata.

Por tanto no eludamos nuestra pertenencia a este gran besódromo en que se ha convertido nuestro país. Lo dice la canción: “la española cuando besa es que besa de verdad / y a ninguna le interesa / besar por frivolidad”. Besemos pues sin cortarnos ni un pelo. En las mejillas de familiares, amigos y señoras que nos presenten. En labios con sabor a fresa de amores prohibidos o a “parientas” cómplices de la vida y las cosas. En frágiles y dulces cabecitas de nietos –ahí muero yo de sentimiento- donde estampamos besos de abuelos encantados de habernos conocidos. Todo es susceptible de ser besado, como esa medalla de tu hermandad que te recuerda que estas todavía vivo y con el alma a flor de piel. Toquemos madera para que todavía quede lejos en el tiempo, ese beso que te dará alguien en tu fría frente, cuando ya tu corazón haya dejado de palpitar. Mientras, besaos los unos a los otros como yo os he besado.


Por una mirada, un mundo,
Por una caricia, un cielo,
Por un beso… ¡yo no se que te diera por un beso!

lunes, 3 de mayo de 2010

Una de las dos Españas ha de helarte el corazón.




Y por que acaben luchas y querellas
y ya el humo no enlute más paredes
ni la sangre salpique a más estrellas.
(Poema de Serafín Álvarez Quintero a Melchor Rodríguez “El ángel rojo”.



En un ejercicio de futura visión política y sociológica, don Antonio Machado, nos dejo escrito –posteriormente cantada magistralmente por Serrat- lo siguiente:


Ya hay un español que quiere
vivir y a vivir empieza,
entre una España que muere
y otra España que bosteza.

Españolito que vienes
al mundo te guarde Dios;
una de las dos Españas
ha de helarte el corazón.



Entre esos españolitos que vienen y empiezan a vivir, me afecta uno muy especialmente: se llama Rafael Muñoz Franco, nació el pasado 31 de enero y es mi primer nieto. Me gustaría dedicar lo mejor de mi persona y de mi tiempo en procurar que heredara una España libre de frentistas, con la mirada limpia de viejos rencores y el alma serena hacia un futuro esperanzado y prometedor. Por mí no va a quedar. Cada día me encuentro más comprometido con aquellos que históricamente –y desde distintas ideologías- intentaron y lucharon por conseguir una sana convivencia entre todos los españoles. Los hubo en el pasado, los habemos en el presente y, a no dudar, los habrá en el futuro. La democracia cuando es verdadera y en ella anidan la justicia, la libertad y la dignidad de las personas, debe ser un sitio común donde dirimir pacíficamente todas las cuestiones políticas, sociales, culturales o religiosas. Nadie puede –ni debe- quedar fuera de este contexto democrático, salvo aquellos que cegados por su sectarismo tratan de implantar sus ideas por las buenas o por las malas. ¡Cuantos millones de victimas han provocado, provocan y provocarán los fanáticos verdugos del fundamentalismo!
La Transición en España desde un régimen dictatorial hasta un sistema democrático fue verdaderamente ejemplar. Motivo de admiración de historiadores, sociólogos y politógolos de todos los rincones del planeta. Los llamados “Padres de la Constitución” provenientes de ideologías muy diferentes, supieron comprender que sin una política de punto y aparte, la democracia española nacería herida y con muy pocas posibilidades de supervivencia. Todos entendieron con absoluta clarividencia que había que ceder en algunos de sus planteamientos y, que si se ponían los muertos encima de la mesa, aquello sería un proceso de depuración sin fin y sin medida. Los que llegaron del franquismo supieron darle una mano de cal a las tapias de los cementerios para borrar los agujeros de las balas. Abrieron las ventanas de las comisarías para sanear el aire fétido de las torturas de la Brigada Política-Social. Se le quito a la Justicia el velo de los ojos que le tenían puesto los miembros del TOP.

Los comunistas por su parte pusieron enredaderas de flores en los alambres que rodeaban los Archipiélagos Gulag.
Le dieron la vuelta a los cuadros de Stalin en sus sedes, para que la sangre de los muchísimos inocentes purgados no manchara las paredes. Los socialistas –la historia es contumaz cuando se la analiza en profundidad- llegaron con las manos limpias y pudiendo demostrar –todavía- que lo de los “cien años de honradez” no era un lema propagandístico. Ya luego pasó lo que pasó. Solo tenían que desprenderse del dogma del marxismo y en ello estaban algunos dirigentes socialistas con Felipe González a la cabeza. Se trataba –y en buena hora- el asumir los presupuestos ideológicos de la socialdemocracia europea.

Ese era ideológicamente el marco donde se iba a proponer un proceso irreversible hacia la democracia y las libertades. El tiempo y la historia nos han demostrado con creces que estos políticos españoles con miras de futuro, lo pasaron realmente mal. Fueron cuestionados desde todos los frentes –incluyendo sus propios partidos-, pero lo que resulta evidente es que consiguieron dotar a este país de un consenso democrático fundamental, que a la postre fue vital para los años de bonanza y paz social que se avecinaban.

Se abrieron las cárceles de par a par para dejar volar a la paloma de la libertad, y quedamos todos sujetos al democrático veredicto de las urnas. Se rehabilitó en la medida de lo posible la injusta situación de los vencidos de nuestra incivil Guerra. Los historiadores en cientos de libros, revista y documentales posibilitaron que se conociera en profundidad una de las épocas más deleznable de nuestra Historia. Con su inevitable carga sentimental, situando a victimas y verdugos en su justo contexto. Todo parecía predispuesto para que en el siglo XXI la Guerra Civil, fuera ya tan solo motivo de estudio y profundización analítica a todos los niveles educativos. No es cuestión baladí aquello de que: “desconociendo nuestra Historia estamos abocados a repetir sus etapas mas perniciosas”. No, no iba a ser así como se iba a enfocar este triste episodio histórico. Bajo la presidencia de un político de perfil plano y dubitativo se crea la llamada “Ley para la Memoria Histórica”, y volvimos a rememorar la excelente película de Dalton Trumbo estrenada en 1971, y a la que le cambiamos levemente el titulo: “Juan cogió su fusil”.

Los acontecimientos producidos desde entonces son de sobras conocidos, con el más que evidente encallanamiento de la vida política española. Que existan personas deseosas de recuperar los restos de sus familiares salvajemente asesinados y enterrados en cualquier parte, me parece absolutamente legitimo (hasta el Cardenal Amigo Vallejo lo consideraba justo y más que plausible), pero enterrar el espíritu –el noble espíritu- de la Transición y partir de nuevo de cero es una autentica barbaridad. ¿A quien o a quienes vamos a procesar 70 años después de terminada la Guerra civil, y 30 desde los inicios de la Democracia?

Ya está todo de nuevo desmadrado –es nuestro sino- y nuevamente ha llegado el momento de los políticos sensatos. Los disparates se suceden en cadena en la actualidad, y a menos que alguien lo remedie –difícil lo tenemos con los actuales dirigentes de Gobierno y oposición- me temo que lo malo todavía estará por llegar. Mientras nos perdemos en batallitas “guerra civilistas”, millones de trabajadores españoles carecen de lo único que les permite sobrevivir a ellos y a sus familias: sus puestos de trabajo.