En el pasado 2014 aumentó de manera considerable y vertiginosa la
obligada salida al extranjero de nuestros jóvenes más talentosos. Se van por no
encontrar en su tierra –la nuestra y la suya- oportunidades para la materia que
en no pocos casos tan brillantemente han estudiado. Los pocos “trabajos” temporales que han
encontrado nada tienen que ver con los estudios desarrollados. Trabajos basuras
unidos a salarios basuras. Gente que han
terminado la carrera de Medicina con excelentes notas sirviendo copas los fines
de semana. Otros con estudios felizmente terminados de Arquitectura o Ingeniería
haciendo encuestas callejeras en la calle Tetuán sevillana. Los salarios que
perciben mejor ni comentarlos pues le puede remover la sangre a la persona más
templada. Estos casos, entre otros muchos, los conozco de primera mano por tratarse
de hijos de amigos míos. Se nos van los mejores y se queda una pléyade de
inútiles integrales que consiguen las cosas a través del amiguismo o la influencia
paterno-política. Tenemos jóvenes Químicos
y Biólogos españoles trabajando en Alemania. Médicos y Enfermeras en Holanda.
Profesores de Literatura y Arquitectos en EEUU. Ingenieros en Brasil. Toda una
brillante generación que en no pocos casos han desarrollado su formación con
becas estatales y que hoy son otros los países que se benefician de su
talento. Justo es reconocer que la Historia de España está
llena de casos de gente talentosa que aburridas, represaliadas, explotadas o
ninguneadas hicieron la maleta y se fueron al extranjero. En nuestro país
históricamente la fuga de cerebros no ha sido una cuestión novedosa, en cambio
si lo es la edad de los que hoy se marchan.
Antaño se tuvieron que ir los
españoles unas veces por cuestiones políticas; otras por cuestiones
sentimentales o sociales y en la actualidad por la falta de perspectivas
laborales-profesionales. Cada vez que alguno de nuestros actuales
“mandamases” alardea de la excelente
formación que tienen muchos de nuestros jóvenes siento estar siendo objeto del
“timo de la estampita”. Esto es, a que
dudarlo, algo que vamos a pagar muy caro. Los que se han ido difícilmente volverán en
los próximos años. Ellos y sus familias tendrán que vivir con la pena del
desarraigo y la distancia. Pero esto poco parece importarle a una clase
política que, salvo contadas excepciones, vive prioritariamente por y para sus
intereses. Escribo este desabrido Toma
de Horas movido por el caso concreto que ayer tomando café me contó mi buen
amigo José María. Tiene tres hijos con sus carreras universitarias
(complementadas con idiomas y master) terminadas y a todos los tiene trabajando
en el extranjero. Este hombre, con más razón que un santo, se sentía bastante
deprimido por el “exilio profesional” de sus hijos. El mayor, Josémari, trabaja en Hamburgo. Elena, la segunda, lo hace en Berlín y
Joaquinito, el menor, está nada menos que en Río de Janeiro. Tres casos
palpables de cómo unos políticos de cartón piedra son capaces, paralelamente,
de desmontar una familia y llevar la zozobra a unos padres. A no dudar, de cara
a las próximas convocatorias electorales veremos plasmado en los Programas de
todos los Partidos soluciones para estos y otros graves problemas. Perdonen que
no me ría pero es que tengo recién puesto un empaste y con lo que me cuesta el
dentista no es cuestión de que se me caiga. Tocata y fuga de nuestros mejores y
más talentosos jóvenes. Triste paradoja de un país donde se van los que
deberían quedarse y se quedan los que tendrían que irse. Así nos va.
domingo, 8 de marzo de 2015
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