“Feria de cascabel y percalina,
muerta la media luna gladiadora,
de limón y naranja, remolina
de la muerte, girando, y los
toreros,
bajo una alegoría voladora
de palmas, abanicos y sombreros”
(Rafael Alberti)
La Fiesta de los Toros presupone para algunos
(aquellos que tienen a España en el
epicentro de sus fobias más irracionales) un potencial enemigo a batir. Todo,
para que engañarnos, deriva por llamarse la “Fiesta Nacional” (si me lo
permiten hago un inciso futbolero: el único estadio de futbol del mundo donde
se le pita a Andrés Iniesta es San Mamés. Esta maravilla de futbolista que, a
mi entender, se encuentra entre los mejores de la Historia del Futbol es
incapaz de desarrollar ningún acto antideportivo. ¿A que se debe entonces que
le piten siempre en sus actuaciones en la “Catedral” del Futbol? Elemental querido Watson: por meter un gol que
le dio un titulo mundial a España). Crecen los detractores de la Fiesta por día y lo más
doloroso es comprobar como muchos políticos desde la cobardía o la aplicación
de lo “políticamente correcto” miran para otro lado. Los Toros es un evento
perfectamente reglamentado y sujeto a unas normas que, evitando la barbarie,
unifican la tradición, el arte y los sentimientos. Forman parte de la cultura y
las costumbres más genuinas de este país (aparte de darle trabajo a miles de
personas). Las dehesas donde viven los toros son las tierras más ecológicas del
campo y su conservación se nos representa vital para un equilibrio racional de la Naturaleza. El
Toro de Lidia (¿por qué creerán los antitaurinos que se llamará así?) se cría y
vive en el campo como muy pocos animales lo hacen. Muere en una plaza
desarrollando su naturaleza enfrentándose noblemente a un hombre que no emplea
sus avances tecnológicos para dominarlo. ¿Sufre el toro? Evidentemente. Como
todos los animales que matamos unas veces para saciar nuestra hambre; otras por
“deporte” y también para cubrir de vanidad nuestros cuerpos y nuestras paredes.
¿Se creerán algunos que los pollos ya nacen asados y que los filetes de pez
espada vienen así de fábrica? Que
existan personas que no les guste los Toros o que entiendan que se somete a los
mismos a un sufrimiento innecesario lo considero legitimo. Cada uno que actúe
de acuerdo con sus criterios pero no estaría de más que se informen antes de
tomar partido. Hace unos días Sebastián
Castella mandó una carta modélica a la prensa para que los taurinos salgamos de
los armarios liberados de tantos complejos. Morante se negó a matar a un toro
ante la irrupción en el ruedo de un espontáneo antitaurino. Tuvieron que
someterlo gente de su cuadrilla ante el pasotismo de la autoridad
competente. Poco les valdrá que gente
tan relevante del mundo de la
Cultura como Picasso, Alberti, José Bergamín, Ernest
Hemingway, Orson Welles…. fueran grandes taurinos. El Arte en cualquiera de sus
variantes está lleno de la presencia taurina. Un
servidor heredó de su padre dos grandes pasiones: los Toros y el Flamenco. Me moriré soñando con un toreo reposado de
capa de Morante y dos o tres tercios por Soleá de Antonio Mairena. La libertad
o es complementaria o se queda simplemente en un papel en blanco mojado por el
agua de la lluvia. Capote de grana y
oro.
Juan Luis Franco – Jueves 13 de Agosto del 2015
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