Eran los días más duros de la Pandemia. El miedo no nos cabía en el cuerpo cuando veíamos morir a las personas (sobre todo mayores) por cientos. El personal sanitario luchaba heroicamente y sin medios materiales para salvar nuestras vidas perdiendo muchos de ellos las suyas en el empeño. Los militares españoles salieron a las calles desiertas para desinfectar estructuras de uso común y, sobre todo, Residencias de Mayores. El virus daba bocados por las esquinas con la ignorancia añadida de no saber todavía como combartirlo eficazmente. Pero ellos, nunca lo olvidemos, estuvieron allí para que hoy nosotros podamos estar aquí. Estos días vivimos un desembarco humano que nos ha mandado a Ceuta nuestros "amigos " del Gobierno de Marruecos. Triste Sociedad esta donde se utiliza a los más vulnerables como moneda de cambio de la peor política. Ha dado la vuelta al mundo la imagen de un submarinista de la Guardia Civil que se lanza al mar para salvar la vida de un bebé de pocos meses. Su madre chapoteaba con grandes dificultades llevando al niño en la espalda como si fuera una mochila. Es bien cierto que en situaciones extremas es cuando florece la grandeza épica de los humanos. También, por desgracia, aparece la miseria humana. ¿Les suena lo que pasa desde hace más de un año en la Carrera de San Jerónimo?
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