Señor que vas a caballo
y no daba los buenos días
si el caballo cojeara
otro gallo cantaría.
(Tientos de José Menese)
En la familia real británica para que te muestren afecto tienes que ser un perro o un caballo. En Sevilla cuando citamos "El caballo " sabemos que era un sitio de antaño donde se citaba la gente para empezar las feriantes aventuras. Pero si decimos "Los caballos " eso está perfumado con aromas de Jueves Santo en el pórtico de Santa Catalina. Vicente Blasco Ibáñez escribió en 1916 "Los cuatro jinetes del Apocalipsis " (Conquista, hambre, guerra y muerte) y no se podía imaginar que, en el siglo XXI, estaría su gran novela de plena actualidad (estos jinetes con sus negros corceles siguen cabalgando todavía). Quien bautizó a este bello animal como noble-bruto acertó a medias. Noble lo es en extremo; bruto más que él es, en muchas ocasiones, el que va encima. El caballo, a lo largo de la Historia, ha acompañado siempre a los seres humanos tanto en la guerra como en la paz. Quienes los maltratan, explotan o utilizan como elementos para presumir son portadores de perversos y viles instintos. Hasta Atila, que era de armas tomar, cuidaba con mimo a su caballo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario