jueves, 30 de junio de 2022

La barbarie asumida



Hemos creado una Sociedad donde todo, más pronto que tarde, queda totalmente amortizado. El notición de la mañana del lunes queda olvidado antes de que el alba llame a las puertas del martes. Todo se nos manifiesta volátil y efímero encuadrado en una lucha desenfrenada donde siempre sale victorioso el mañana. Nos sentamos a comer mientras vemos en el informativo como unos salvajes asesinos lanzan sus bombas contra edificios poblados de personas inocentes. Vemos las casas destruidas y las calles llenas de heridos buscando desesperadamente ayuda y los cuerpos inertes de los muertos desparramados por esquinas y caminos. Comentamos con quiénes nos acompañan en la mesa que esto es una barbaridad y seguimos mareando con la cuchara el cuenco de salmorejo. El muerto al hoyo y el vivo al bollo. Nos han acostumbrado a vivir con la barbarie y vemos exponencialmente cuanto sucede como si estuviéramos viendo una película de Tarantino. Hoy día el tratar de estar bien informado se ha convertido en un ejercicio de masoquismo. Los informativos son una catarata de malas noticias donde siempre nos quedamos con la impresión de que lo malo puede estar por llegar. Vemos a los políticos mentir sin pudor en sus comparecencias públicas y hasta el “hombre del tiempo” parece que se regodea anunciando olas de calor; lluvias torrenciales o el frío más siberiano. Las buenas noticias ni están ni se las espera. El espectáculo debe continuar. Vivimos sobrecogidos con la esperanza de que “el Guerrero del Antifaz” venga en nuestro rescate. Parece ser que todo es manifiestamente empeorable y, en no pocas ocasiones, tenemos la impresión de que Dios nos abandonó hace tiempo y que su Hijo ya no sabe dónde acudir. De manera natural hemos  asumido la barbarie como algo inevitable y ya todo parece que no va con nosotros. Estamos instalados en una burbuja individualista donde convivimos con nuestro entorno más cercano y cuánto ocurre fuera parece no interesarnos. Solo nos queda la esperanza como último asidero existencial. Lo triste, lo verdaderamente triste, es que somos el resultado de un programa que otros han creado para nosotros. Ya nada es lo que parece y mucho menos lo que nos hacen creer. Guiñoles movidos por los hilos invisibles de quienes mandan en nuestras vidas y haciendas. La barbarie asumida.

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