martes, 20 de diciembre de 2022

Sobre estadísticas y personas



Pocas dudas nos ofrece la Sociedad actual de que todos formamos parte de un conglomerado de números y estadísticas. Somos una clave, un pin o una contraseña. Lo personal de cada uno (las personas) queda diluido entre porcentajes y parámetros. Nunca hemos tenido más “Defensores institucionales” y nunca hemos estado más desprotegidos. Tenemos a efectos institucionales “Defensores del Pueblo” pero cabría preguntarse: ¿de verdad alguien cree hoy día en el concepto de pueblo? Cada mes nos dan una estadística sobre la evolución del Paro donde algunas veces sube y otras baja. Este dato, que se mueve entre el empleo y el desempleo, obvia por interesado los salarios de miseria y los contratos basura que (fundamentalmente a la juventud)  se “ofertan” al inestable Mercado de Trabajo. Hablamos del Paro como un fenómeno estadístico pero nos olvidamos de sus principales protagonistas: los parados. Nos olvidamos de Fermín que después de terminar Arquitectura siendo el primero de su promoción no encuentra un trabajo donde desarrollar lo aprendido. Desde hace un año tiene que cubrir sus gastos sirviendo copas los fines de semana en una discoteca. Terminará, más pronto que tarde, saliendo de España. También ignoramos a Manolo que después de treinta y cinco años de actividad en una Empresa se ve en el paro siendo consciente que, a sus 57 años de edad, no volverá a encontrar trabajo. O a Mari Carmen que a sus cuarenta primaveras encadena contratos sin que ninguno supere los dos meses de vigencia. Tendrá que seguir viviendo en casa de sus padres hasta que le toque una Primitiva. Tampoco debemos olvidar a José Luis que con dos hijos y, a pesar de su gran experiencia y excelente formación, trabaja ocasionalmente de vigilante en unos Grandes Almacenes. Ana, su compañera, se ve obligada a cuidar a niños ajenos desatendiendo a los propios. Estas personas no interesan pues se quedan al margen de las frías estadísticas. Como no puede ser de otra manera a quienes hacemos estos planteamientos se nos acusará de demagogos. Es lo de siempre. Más de lo mismo. Lo que resulta innegable es que la Sociedad deja huérfana en sus principales necesidades a los más desprotegidos y nunca, absolutamente nunca, tuvimos a políticos (salvo honrosas excepciones. Dios salve a doña Margarita) más incompetentes. Todo queda supeditado a conservar el Poder como sea o a conquistarlo a cualquier precio. La Democracia se presenta como la coartada perfecta para encubrir espurios intereses partidistas o personales. Defender o conquistar el Poder. He ahí la cuestión.

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