lunes, 1 de febrero de 2010

“Padre Nuestro que estás en los cielos….baja por favor”.



Nuestra Sociedad ya presenta síntomas inequívocos de la repercusión social de la Crisis. Gente que ayer tenían trabajo y una vida estructurada normal, se pelean buscando comida con vagabundos, rebuscando en la basura de las traseras de los hipermercados. Son alimentos caducados pero que cubren las perentorias necesidades en la supervivencia del día a día. Cáritas denuncia amargamente que se han multiplicado por cien las demandas de alimentos y ropas y que no tienen recursos materiales para atenderlas. Los comedores sociales han triplicado sus turnos de comida y ni así cubren la gran demanda para los que son requeridos. El paro creció –y crece- de manera alarmante, y quien mejor conoce -o debía conocer- los datos macroecónomicos (Pedro Solbes), anunció en versión Nostradamus que lo malo estaba por llegar. Que el año 2010 será de armas tomar (en sentido figurado claro).

Solo existen dos formas de afrontar una grave enfermedad. Primero, sanando al enfermo con una terapia de choque y segundo, analizando las causas que la han originado, evitando así que pueda volver a repetirse. Es lo que se conoce como medicina preventiva. Es decir atajar el mal en sus origenes y bloquear su pernicioso desarrollo. Esto es extrapolable a cualquier situación y no digamos a la socio-económica. No es de recibo que un día nos acostaramos instalados cómodamente en la Sociedad del Bienestar y al otro día amaneciéramos pobres de solemnidad.


Es mas que previsible que dejemos sin yerba los caminos que conducen a las administracciones de Loteria y juegos de azar. Tampoco crecerá mucho en los alrededores de algunas capillas y basílicas. Las mismas que hace unos días teniamos prácticamente olvidadas. Es nuestra condición humana y poco o nada podemos hacer para cambiarla. La Crisis, directa o indirectamente, nos va a afectar a todos (exceptuando, claro está, a aquellos/as que tienen las arcas repletas. Fruto de navegar con sus barcos piratas abordando sin piedad a los pequeños veleros. Que cada cual ponga aquí los nombres y apellidos de los bucaneros que estime conveniente).


¿Estará nuestra clase política en general a la altura de las circunstancias?. Sinceramente no nos dan pié para el optimismo, pues parecen mas preocupados en tirarse los trastos a la cabeza que en coger al toro de la Crisis por los cuernos. ¿Saldremos reforzados de tan difícil coyuntura?. Debíamos hacerlo pero será una tarea solidaria, dura y donde debíamos intentar recuperar al ser humano sensible, espiritual y solidario que un día dejamos enterrado a los pies de un cajero automático. Hace tan solo muy pocos días don Felipe González en un tertulia telivisiva mañanera, y en respuesta a que se pronunciara sobre la crisis dijo: “posiblemente sea verdad que existan indicios de que a nivel global empieza a remitir la crisis –España tardará mas por razones obvias-. Lo lamentable es que como no ha existido el menor interés en analizar –y corregir- en profundidad los motivos de este estrepitoso derrumbe financiero, a la par que remontamos puede que ya estemos incubando la próxima que a no dudar será peor. Pues lloverá sobre mojado”.
Lo que debe ofrecernos pocas dudas es que de esta crisis los ricos saldran mas ricos y los pobres –palabra mal vista actualmente pero que engloba a la mayoría de la población- saldremos mas empobrecidos. Tiempo al tiempo. Los creyentes de verdad tenemos que jugar un papel fundamental en esta difícil tesitura. Los marxistas ya nos demostraron históricamente como “revitalizaron” la economía solidaria, y como se plasmaron las libertades individuales y colectivas allí donde gobernaron. Repasen con un mínimo rigor histórico esos años y sus consecuencias en la URSS y Países Satélites. O si acaso en China o Cuba sin ir mas lejos en el tiempo. Ahora le puede haber llegado el turno a los cristianos de verdad, canalizando su acción solidaria a través de las Hermandades y Asociaciones. Que cada uno asuma su papel y actue de acuerdo con su conciencia.

Hay que remangarse para remar con fuerza y acordarse una vez mas de lo que dijo uno que nació en Nazaret…..”amaos los unos a los otros como yo os he amado”.

Los que ya peinamos canas y nacimos con los flecos de la postguerra sabemos de verdad lo que es pasarla canutas. Era muy normal que de niño, hubiera noches en que el hambre y el frío no te dejaran conciliar el sueño. Tener que ir a la parroquia mas cercana para que te dieran mantas, leche en polvo y el llamado “queso americano”. Eran esas historias, que cuando intentabamos contarlas a nuestros hijos o nietos las consideraban “batallitas” de papá o el abuelo. Lo triste es que posiblemente vuelvan a reaparecer en pleno siglo XXI. Salimos entonces adelante y, sin dudar, saldremos airosos también ahora de esta difícil situación. Habíamos fabricado un mundo de falsas apariencias y de cartón piedra. De embacaudores y ladrones de toda indole. De falsos profetas que solo pregonaban las excelencias del dinero y la opulencia. Usureros y políticos corruptos que solo vivian –y viven- prepocupados de aumentar su botín. No nos dimos cuentas que eramos frágiles hojas otoñales a merced de los vientos que soplaban los mercaderes. De un consumismo compulsivo. Comprar por comprar sin medir las consecuencias a medio y largo plazo. Exceptuando a los pobres de solemnidad de los paises del Tercer Mundo y algunos marginados que vagabundeaban y dormían en nuestras calles, ya los demás formábamos parte de una amplia clase media. En fin ahora pintan bastos y hay que apretar los dientes.

Lo dicho, vamos a pelear por la supervivencia. No nos queda otra. Aprovechemos para reivindicarnos como personas. Empujemos el carro con las esperanza de que los carreteros no nos fallen. Que ya lo dice el refranero popular: ”no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista””

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