viernes, 14 de mayo de 2010

El niño de la portuguesa


El año 1947 estaba tocando –nunca mejor dicho- a su fin en la bella localidad algecireña. El Estrecho –entre dos aguas- se removía inquieto ante la mirada impasible del Peñón. Estábamos todavía en este país nuestro entre el llanto por siguiriya, el desarraigo por tarantos y la pena del fandango. “Vivíamos” inmersos en una posguerra que todavía se presumía larga en el tiempo y dura en la cotidianidad. En el número 8 de la calle San Francisco, Lucía “la Portuguesa”, dio a luz al quinto de sus hijos al que pondrían de nombre Francisco. Su marido, Antonio Sánchez Pecino, era un guitarrista festero (se ganaba la vida tocando la guitarra en reuniones y fiestas privadas). Fue un clarividente al que la Historia del flamenco nunca le estará suficientemente agradecida. Encauzó y planificó magistralmente la vida de sus hijos en torno al Arte Jondo. Pero no para uno como el que él vivió –y supongo que padeció- sino hacia otro de altos vuelos. Un Flamenco (así con mayúscula) de teatros, platós de televisión, salas de conciertos y, donde a este Arte parido y amamantado en Andalucía lo respetaran y consideraran, quitándole las cadenas impuestas por “señoritos” juerguistas de tres al cuarto. Flamenco como un Arte respetado y valorado dentro de la cultura universal, y no conocido solo como juguete de la borrachería reinante en la época. ¡Enhorabuena don Antonio, misión cumplida! Sin que obviemos su excelente condición de letrista flamenco (muchos de los cantes que grabaron Paco y Camarón contienen letras de Antonio Sánchez).


Ramón el hijo mayor y Francisco (Paco) el menor tomaron el mágico camino de la sonanta. Pepe (el de en medio) cogió el del Cante. Ya luego pasó lo que pasó. Ramón (de Algeciras) fallecido recientemente se encumbró a lo más alto del toque de guitarra de acompañamiento, siendo a la postre uno de los discípulos más aventajados del Niño Ricardo. Pepe, que cantó siempre de bien para arriba, hoy es un destacado productor discográfico y padre de la cantante Malú. Tiene en su haber la composición de numerosos y conocidísimos temas. Y luego estaba Paco, ¿qué estaba?; que estaba y que ojala esté por muchos años con su excepcional música para deleite de nuestros oídos flamencos.

Corría el año de 1954 y esa fecha quedó grabada con letras de oro en la Historia del Arte Jondo. Don Antonio y su hijo Ramón ponen en las manos de Paco (un niño de siete años de edad) su primera guitarra y le enseñan las primeras falsetas flamencas. Acababa de nacer el mito. Ya comenzaba a caminar, entre arpegios, picados y tremoles, el artista más grande y universal que jamás ha dado el flamenco: Paco de Lucía.


Cuando tenía 11 años su padre y su hermano Ramón se dieron perfecta cuenta que habían alumbrado a uno de los mayores genios de la música contemporánea. Aquello no era normal, y cuenta Ramón que: “las falsetas que mi hermano Paco hacía por aquellas fechas yo no era capaz de desarrollarlas ni por asomo”; “tenía 11 años y parecía un viejo tocando la guitarra”.


Cuando todavía ambos estaban en los preámbulos de la adolescencia, Paco a la guitarra y su hermano Pepe al cante, empiezan a actuar con el apodo artístico de: “Los Chiquitos de Algeciras”. Actuaban fundamentalmente por la provincia gaditana y que nadie crea que tocaban rumbitas y cosas graciosillas. Para nada. Tocaban y bordaban los palos (estilos) mas serios del flamenco.

Grabaron un disco en 1963 con los siguientes temas: Soleares de Cádiz, Tientos, Tarantos, Siguiriya de Manuel Torre, Soleares de Alcalá, Malagueñas del Mellizo, Soleares Viejas de Triana, Serranas, Tientos de Chacón, Malagueñas de Chacón, Debla, Martinete y Toná y Seguiriya de Chacón. ¡Cualquier cosa!

Participan en el Concurso Nacional de Flamenco de Jerez de la Frontera donde Pepe gana el primer premio por malagueñas dotado con 35.000 pesetas (todo un dineral en aquella época). Paco con la guitarra provoca tal sensación que puso al Jurado como se suele decir en un brete. Solo tiene 14 años de edad y las bases del Concurso no podían premiarlo por su corta edad. Pero para poder premiar su extraordinaria actuación se sacan un premio de la manga (Premio Javier Molina), cuya dotación de 4.000 pesetas va a parar a los bolsillos de Paco.

A partir de ahí comienza una carrera absolutamente meteórica. Empieza a tocarles la guitarra a las grandes figuras del Cante Flamenco, y su ascenso a los altares del Arte Jondo se manifiesta imparable. Graba una Antología con el Maestro Fosforito que a la postre ha quedado configurada como la máxima expresión estética del Cante Flamenco. Cante y toque en su más genuina y profunda expresión. Todo un legado cultural flamenco para las nuevas generaciones de estudiosos y aficionados que busquen desentrañar las verdades de este Arte. Pero como siempre ocurrió –y ocurre- en la vida artística del “Niño de la Portuguesa”, lo bueno siempre está por llegar. Toma forma la “crónica de un encuentro anunciado” por los astros del Flamenco. Se encuentran Camarón y Paco; Paco y Camarón, y ya el mayor y fructífero idilio que conocieron los dos siglos de existencia del Arte Jondo estaba a punto de comenzar. Graban todos los estilos flamencos impregnándolos de un aire nuevo sin que por ello perdieran su esencia. Consiguen llevar al Cante y al Toque a su más alta cima de esplendor, logrando con ello que el flamenco se libere de un más que evidente anquilosamiento, entrando de lleno en la etapa contemporánea. Después de ellos ya el flamenco deja de ser cosa de minorías, y se universaliza con una onda expansiva liberadora que pervive en la actualidad. Entender al día de hoy el flamenco sin Camarón y Paco de Lucía se nos antoja una tarea tan estéril como imposible.


Luego cada uno –era más que previsible- emprenden sus carreras por separado. Paco graba en solitario obras increíblemente hermosas. Cada nueva aparición discográfica es recibida con júbilo por una legión de seguidores –ya sin fronteras- y estudiosos, que no hacen más que configurarlo como el extraordinario músico que en su niñez presagiaron su padre y su hermano Ramón. Su rumba “Entre dos aguas” (que la creo sobre la marcha para rellenar un trabajo discográfico) ocupa los primeros puestos de las listas de éxitos de España y Sudamérica. Aparte de temas específicos flamencos, empieza a introducirse en el mundo del jazz con colaboraciones geniales.
Versiona a través de su mágica guitarra a clásicos populares como Falla, Turina o Rodrigo. Crea su famoso sexteto con Jorge Pardo, Carles Benavent, Soler and company, recorriendo el mundo con actuaciones realmente apoteósicas. Hasta la fecha, en la que se encuentra placidamente creando desde su casa en Mallorca, imagino que compaginado sus tareas creativas con sus dos grandes aficiones: la práctica del fútbol y la pesca submarina. Lejos de la inquina estupida y cerril con la que intentaron –inútilmente- mancharle tras la muerte de Camarón.

Ya nos tiene de nuevo expectantes, pues nos comenta que anda “metío” en un nuevo proyecto, consistente en versionar en clave de guitarra flamenca los temas de la gran Marifé de Triana.

Poseedor de todos los galardones habidos y por haber entre los que se encuentran la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes (1992) y el Premio Príncipe de Asturias de las Artes (2004), el pasado sábado 9 de mayo pusieron la guinda al pastel de sus más que justas distinciones: fue nombrado doctor honoris causa por la Berklee Collage of Music de Boston en EEUU. Es el máximo galardón cultural que se le concede a un músico, y para entender su importancia basta reseñar algunos de los galardonados anteriormente: B.B. King; Quince Jones, Paul Simon, Steve Winwood, Sting, Phil Collins, Areta Franklin, Duke Ellintong……Evidentemente es el primer español que recibe este galardón.

Persona introvertida y modesta hasta la exageración, este Paco de Algeciras siempre deja claro –y no es una modestia impostada- que él recibe los galardones por ser consciente que son en beneficio del Flamenco, por el que lleva luchando toda su vida. Pasa totalmente de homenajes. Para homenaje el que nos pegamos nosotros con su música, y orgullosos con su condición de andaluz universal. ¡Enhorabuena Maestro!

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