martes, 24 de mayo de 2022

El imparable paso de los años

“Los epílogos existenciales se acortan cuando los recuerdos le ganan claramente la partida a las proyectos”.


En esta Sociedad donde manda la inmediatez y lo estrictamente compulsivo los años se nos escapan de las manos a una velocidad de vértigo. Casi sin darte cuenta te levantas un día y ya, de manera inapelable, resulta que formas parte de eso que algunos llaman de manera despectiva “los de la Tercera Edad”. Lo individual desaparece y te engloban en un grupo donde las ideas políticas, sociales y culturales (la manera de pensar, sentir y actuar) quedan diluidas en lo colectivo. Si algo ha demostrado la Pandemia de manera fehaciente es que la vejez es algo que en la Bolsa de la vida cotiza a la baja. Recuerdo un día que leí una noticia en la prensa que decía que en el Centro histórico de Málaga un coche había atropellado a un anciano de sesenta y cinco años. Aquello me dio de bruces con la realidad. Me dije: “Joder, pues resulta que yo tengo diez años más que ese anciano”.  Hasta entonces había intentado volver a la juventud escuchando a diario a The Beatles o poniéndome en verano camisetas de Elvis o de Silvio. No hay manera, soy una persona mayor cuya personalidad intentan manipular diluyéndola en el colectivo de los puretas. Los políticos hablan de nosotros sin preguntarnos, por no interesarles, nuestras opiniones. Los sociólogos nos encuadran colectivamente en nuestros gustos y disgustos sin importarles nuestra condición de personas individualizadas. Somos un dato en una estadística y un incordio en una Sociedad de consumidores y productores por consumir poco y producir menos. Se acuerdan de los mayores una vez al año (en Navidades) para lavar conciencias y comportamientos. Te llaman de continuo a tu casa (¿dónde queda la tan cacareada privacidad?) para venderte audífonos o proponerte cambios en el fluido eléctrico o en la telefonía móvil. Saben que están llamando a gente mayor con sus capacidades mermadas y, evidentemente, más proclives a dejarse engatusar. Nadie te llama para saber cómo estás y qué necesidades tienes como más apremiantes. Si de algo puede presumir nuestra generación es el de haber sabido luchar siempre contracorriente. Nada en la vida nos ha resultado fácil y nuestras modestas pensiones son el resultado de muchos años de cotización. Vamos, como buenamente podemos, apurando esta última etapa de nuestras vidas. Otros vendrán a tomarnos el relevo y esperamos que, cuando ya no estemos, se muestren magnánimos con nosotros. Pasa la vida igual que pasa la corriente.

No hay comentarios: