El pasado lunes le dimos la vuelta al Génesis 1:3 de la Santa Biblia. Donde dice: “Hágase la luz y la luz se hizo”, nosotros lo cambiamos en negativo. Deshacer en vez de hacer. La luz, las luces son y han sido siempre una parte fundamental de nuestras vidas. Debemos diferenciar entre las luces naturales (la de los rayos solares mañaneros) con las luces artificiales (las largas de los coches). Ahora, como los tiempos cambian que es una barbaridad, a la luz se le llama Energía. Ahí esta el elemento clave y fundamental de nuestras azarosas existencias: la Energía. Ya existen tantas clases de energías que recordarlas todas requiere un alto ejercicio de memoria. No podemos vivir sin energía y no solo nos referimos a las vitaminas, el hierro y el calcio que nuestro cuerpo necesita para funcionar. Nos referimos a la otra Energía, la que necesitamos para que la Industria, el Comercio y la Ciencia no se paren. Que nuestros electrodomésticos caseros puedan cumplir con sus funciones domésticas. Nuestros coches puedan ir, en viajes de ida y vuelta, desde el infinito a la nada. Podamos ya pagar con cualquier cosa menos con dinero. Poder viajar sobre raíles en veloces y cómodos trenes. Surcar los cielos buscando a Dios entre las nubes. Para que millones de móviles dejen constancia de la absoluta soledad de los seres humanos. Todo esto y muchas más cosas la perdimos el pasado lunes durante unas seis, siete u ocho horas. El caos de la oscuridad llamando a las puertas de nuestras casas. Para colmo aquel infausto lunes nos perdimos el primer Programa del desembarco de la telebasura en “nuestra” televisión pública. La Radio, siempre la Radio, nos salvó de la desinformación y el desosiego. Buscamos en el baúl de los recuerdos alguna radio analógica de nuestras madres (las mismas que escuchaban mientras nos cosían los bajos de los pantalones) y algunas velas (trozos de cirios de nuestras hermandades) para espantar los fantasmas de la noche. El pasado lunes a las 12 y 32 horas se nos fue la luz y ya no volvió a comparecer en el cuarto de contadores hasta las 19 horas. Toda una vida sin luz (6 horas) y desatendidos en nuestras atenciones más primordiales. Como siempre los Hospitales, las Farmacias (“no se preocupe Mercedes ahora mismo no puedo leer los precios. Llévese usted el Paracetamol y lo que necesite que ya me lo pagará mañana”) y los Colegios (“tranquilos que aquí se quedarán los niños hasta que los padres pasen a recogerlos”) supieron dar la talla. Convertimos en una tragedia estar algunas horas desconectados y en algunos casos con algo de inquietud e incertidumbre. ¿Cuántos pensamos este lunes en los habitantes de la Franja de Gaza que llevan muchos meses sin luz, sin agua, sin medicamentos y sin comida? Allí las velas duran poco encendidas pues las apagan el humo de las bombas que tiran los israelíes de manera inmisericorde. Somos seres imbuidos por una tecnología que a la par de darnos grandes y beneficiosas cuotas de avances también nos relega a la irrelevancia de los robots poco o nada productivos. Una vez más queda demostrado que la mejor Energía de este país dimana de la solidaridad de su gente. Ayer, definitivamente, se quedó sin Energía el bombo de Manolo. El seguidor número de uno de la Selección Española. Su bombo nunca dejó de sonar en los largos años de sequía futbolera. Cuando muchos “españoles” se alegraban de las derrotas de “su Selección”. La luz, que venga la luz divina que nos ilumine. Luz y Energía, dos conceptos polivalentes que siempre van en la misma factura. Llegar a entenderla del todo ya se nos antoja una misión imposible.
viernes, 2 de mayo de 2025
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