miércoles, 9 de abril de 2014

La rabia del que se va





En los últimos días a través de amigos o conocidos han sido seis personas las que me han comentado que sus hijos se han tenido que marchar a trabajar al extranjero. Todos muchachos o muchachas con una excelente formación y a las que su plena dedicación a los estudios les ha deparado el mismo destino que a sus abuelos: la emigración como salida laboral y social. La diferencia es que antes se marchaban los andaluces con una maleta de cartón amarrada con una correa. Lo hacían montados en vagones de tercera de trenes con recorridos eternos.  Ahora se van en aviones o en trenes cómodos y veloces como el viento pero, como sus abuelos, huyen de lo mismo viajando hacia lo mismo: el futuro que aquí siempre se les negó.  Todo motivado por la negligencia de una clase política más preocupada de su futuro que del presente de los ciudadanos que dicen representar.  España, digámoslo sin tapujos, ha sido saqueada en los últimos años por una legión de oportunistas  sin escrúpulos enmarañados en el mundo de la política y el de las finanzas. Enmascaran la dura realidad con la milonga de que en el futuro las cosas variarán para bien de manera ostensible. Es como si a un pajarillo que fuera sediento a beber a una fuente seca el jardinero le dijera que no se preocupe que dentro de diez años ya tendrá agua el surtidor. Se van los mejores y se quedan por aquí amarrado a los sillones una cohorte de inútiles integrales.
Me pongo en el pellejo de aquellos padres que ven como sus hijos se tienen que marchar buscando fuera lo que la Andalucía oficial les niega. Muchos tardarán en volver y otros posiblemente solo lo hagan ya de vacaciones. La rabia, la sempiterna rabia andaluza, de los que se van y también de los que se quedan.  Lo canta magistralmente José Menese por Soleá acompañado a la guitarra por Enrique de Melchor en el video adjunto. Ahí está todo dicho sin tapujos. Oído al Cante.



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