viernes, 9 de diciembre de 2016

Puente de plata


“A enemigo que huye
puente de plata
y pena que se queda
pena que mata”

Tienen, cuando les interesa, mala memoria o más bien la tienen selectiva. Los he visto actuar desde la niñez. Gente mezquina que tienen como principal misión en la vida envenenar todo cuanto les rodea. Solo se acuerdan de aquello que justifique sus viles acciones y siempre suelen decir que todo lo hacen por el bien ajeno.  Van y vienen como las palomas mensajeras que vuelven al palomar después de llevar por el aire mensajes manchados de alquitrán. Te dan una mala noticias (no pocas veces fruto y obra de su pertinaz maquiavelismo) y encima quieren que les agradezca la “sinceridad” que han mostrado para con tu persona. Cambian de color y de chaqueta como de manera de pensar y sentir.  Te dicen...”Tú bien sabes que a mí no me gusta hablar mal de nadie pero….”.  En los “peros” están las claves de sus viles comportamientos. Su discurso se basa en la insidia y la calumnia para tambalear las nobles raíces de personas decentes. No asumen que existan seres humanos bondadosos que consideran que su felicidad consiste en hacer participe de la misma a los demás. A estos sembradores de infamia los tenemos en todos los ámbitos posibles. En el trabajo, en la familia, en la Comunidad de vecinos, en la Hermandad, en algunos de los políticos que votamos o entre los tertulianos con quienes compartimos copa y charla.  Con los años los afronto como algo personal y siempre tengo a mano “puentes de plata” para que se marchen a envenenar otros mares. Tiran las piedras y esconden sus sucias manos ennegrecidas por la carbonilla de los trenes que van del vacío a la nada. Tenerlos a distancia es una medida tan necesaria como profiláctica. Disfrutan con lo que mejor saben hacer: envilecerse como seres humanos.  


Juan Luis Franco – Viernes Día 9 de Diciembre del 2016



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