Se supone que la Ideología es un conjunto de ideas que un individuo hace suyas para desarrollarlas en el contexto de la Sociedad en la que vive. Esa es la teoría pero la práctica, en muchas ocasiones, es algo bien distinto. Se utiliza la Ideología como una coraza que repela irracionalmente las ideas ajenas y en un arma arrojadiza que anula la necesaria libertad de pensar, sentir y actuar. Los "buenos' son los que piensan como nosotros y los "malos" todos los demás. El individuo se diluye en el Grupo donde se siente protegido y a salvo de la "pesada tarea" de enfrentarse a los acontecimientos sin más armas que la racionalidad. Marcamos una línea infranqueable entre "ellos" y "nosotros". Nos desplazamos por la vida en el tren del sectarismo negando que puedan existir otras formas de desplazarse. Por encima de la Ideología lo que verdaderamente importa de una persona es su comportamiento. La Política en nuestro país ha llegado a unos niveles de degradación fácilmente detectada por la mayoría de los ciudadanos. Afortunadamente hay honrosas excepciones que engrandecen la Política y, de paso, nos engrandecen a todos nosotros. Hay políticos que por la mañana dicen una cosa y por la tarde, sin cortarse un pelo, dicen la contraria. Personajillos de tres al cuarto con ínfulas de estadistas que ya no pueden disimular su ambición de poder (poderoso caballero es Don Dinero). Si hace falta y antes de perder el Poder se pacta con el mismísimo Diablo (en España el Diablo no se viste de Prada: se viste de Bildu). Eso sí todo, absolutamente todo, lo hacen buscando nuestro "propio beneficio". En fin vivimos tiempos complejos donde ya nada es lo que parece. En el epílogo de la película "Casablanca' se decía: "Siempre nos quedará París"; a muchos de nosotros, viejos románticos idealistas, siempre nos quedará Margarita Robles.
viernes, 13 de noviembre de 2020
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