viernes, 22 de enero de 2010

Dos por una dos, dos por dos cuatro, (¿o no?)

“Y a toda Patria ajenos,
sabemos más,
pero valemos menos”.

- Gabriel García Tassara -

Todo, absolutamente todo en la vida, nace de un proyecto ilusionante y con grandes incógnitas por despejar. Cuando nuestros padres decidieron, o lo hizo la Madre Naturaleza en forma de penalty, traernos al Reino de los Vivos (unos más que otros), es casi seguro que dirían en el periodo de la gestación…”mi marido quiere una niña pues así tendríamos la parejita. A mí me da igual, lo importante es que lo que sea venga bien”. No habíamos nacido y ya pesaba sobre nosotros el venir con el sexo adecuado a las circunstancias programadas. Luego además teníamos la responsabilidad de “venir bien” es decir sano y salvo. Si encima traíamos un pan bajo el brazo ya ni les cuento. Nuestro primer proyecto como persona la habríamos empezado con buen pié. Al decidir traer a nuestros hijos repetimos integramente el guión de esta siempre inacabada historia.


Los seres humanos mentimos piadosamente hacia nosotros cuando decimos…..”yo no quiero que mi hija/o sea una extensión mía, que elija libremente su camino”. Y en esa “libre elección” nos bautizan o no según las creencias de nuestros progenitores. Nos hacen bético o sevillista al poco de nacer según sus preferencias futboleras. Luego nos harán hermano de tal o cual Hermandad, que evidentemente será la de sus amores y desvelos. Canalizarán nuestro futuro en los estudios hacia un horizonte determinado. Nos inculcarán actividades complementarias para nuestro desarrollo integral. Esto es así y además está bien –que cojones- pues nos hace sentirnos queridos, protegidos y responsables. Querían lo mejor para nosotros y nunca escatimaron sus escasos medios para conseguirlo. Fuimos lo primero en su lista de prioridades y resulta doloroso comprobar con que frecuencia nos olvidamos y marginamos a nuestros mayores.


Una de las mayores aportaciones que el cristianismo ha hecho a la Sociedad Occidental ha sido el concepto de Familia. Lamentablemente hoy se encuentra en desuso y bombardeada sistemáticamente por una “Progresía de Salón”, que tira los muros de las casas sin tener previsto como reponerlos. Han convertido los “hogares” en una especie de cooperativas donde cada uno puede hacer lo que le venga en gana (de manera prioritaria los más jóvenes). ¿Principios?; ¿Disciplina? ; ¿Sacrificio? ; ¿Conjugar deberes y derechos? ; ¿Respeto a los mayores? ; ¿Valores solidarios ¿ ¡Vamos anda!. Eso –nos dicen- ya está obsoleto y es propio de mentes reaccinarias y retrogradas. Cada uno a “su bola” que la vida son dos días y lo importante es disfrutarla. ¿Que el “niño” no estudia? Eso es culpa de los profesores que no lo motivan. ¿Que en la casa no colaboran para nada?. Joé ni que la casa fuera un cuartel. ¿Que con 25 años no sabe lo que quiere ni a que dedicarse profesionalmente?. No hay prisa que para eso –dicen- luchamos contra el franquismo para liberarlos del agobio y la opresión. ¿Que sabemos de manera fehaciente a que dedica el tiempo libre y a donde le va a conducir¿ No pasa nada que lo importante es no estropearle su juventud con nuestros “rollos” de carrozas, que se diviertan a tope que también nosotros fuimos jóvenes (“The Young ones”, que cantaba magistralmente Cliff Richard).

Aquellos padres que desde la responsabilidad moral y humana se resisten a tirar por la borda su sentido de la ética lo tienen crudo. Los mismos que no están dispuestos a permanecer impasibles mientras observan como sus hijos tiran su futuro –y sus vidas- a la basura. En la Sociedad actual son vilipendiados desde todos los frentes progresistas. Les dirán: carcas, retrogados, reaccionarios, dictadores de tres al cuarto. Estas serán algunas de las lindezas que les dedicarán y apostillarán: “Valiente facha, cuidado con preguntarle a su hijo (con 27 años) que cuando piensa dar un palo al agua”. “Lo unico que va a conseguir es traumatizar al pobre chaval”. “Estos meapilas no se terminan de enterar que estamos en un Estado laico y libre”. Conozco casos de amigos que han terminado por “entregar la cuchara” hartos de remar contracorriente. Ellos dicen blanco por estar convencidos de que ese es el color (camino) correcto para sus hijos y la Suciedad (perdón quise decir Sociedad) en todas sus varientes dirán que es negro. Basta repasar los parámetros que la vieja Europa, a través de sesudos análisis, le concede a la educación española en general y a la andaluza en particular para ver por donde andamos.


Si algo es absolutamente indiscutible en el contexto histórico de la educación española fue el sistema educativo que intentó instaurar la Institución Libre de Enseñanza (1876–1940) con Francisco Giner de los Ríos a la cabeza. Merecería por su importancia una mayor dedicación analítica por parte de historiadores, educadores y políticos con sentido de la responsabilidad. Hoy dentro de las contradicciones en las que estamos inmersos hay padres agnósticos o ateos que llevan a sus hijos a colegios religiosos, por ser las que mas se acercan a un proceso integral de un sistema educativo, pero no quieren que les den Religión ni que hagan las Primera Comunión en los mismos. Vamos es como si un ecologista anti-taurino presidiera en la Feria de Sevilla una Corrida en la Real Maestranza. Hemos perdido el hilo conductor que debía partir de los hogares y tener su continuidad y realización en las escuelas. Nunca al revés. Pero claro si los abuelos con su enorme y bondadosa carga de sabiduría están postergados al silencio y al ostracismo (digámoslo sin rodeos los ancianos –en demasiadas ocasiones- valen lo que marca su pensión). Los padres y los profesores (me gusta mas llamarlos maestros) se han convertido en colegas de los alumnos. Pues así nos va. Los últimos intentos por reconducir la situación política-educativa ya es por todos conocidos: no saben salir del atolladero donde nos han metido y creen que sin atajar el problema de raíz este tendrá solución. Varian las formas (a nivel de nombres) pero no los contenidos.

De la educación que reciban nuestros hijos o nietos va a depender el futuro global de este país de nuestros amores y desvelos. Seamos moderamente optimistas (lo que vemos día a día no da para más) y empujemos todos los que podamos (o queramos) el carro de la Educación. A no dudar que si lo hacemos a tontas y a locas y lo despeñamos nos caeremos todos con él. Tiempo al tiempo.

Dos por una dos, dos por dos cuatro, ¿o no¿

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