miércoles, 27 de enero de 2010

El noble Espíritu de la Solidaridad.


Hace unos cuantos viernes al mediodía nos encontrábamos comiendo cuatro amigos. Compañeros del alma, compañeros. Lógicamente degustabamos un menú de “Economía de Guerra”. Más que la comida lo que pretendíamos (y pretendemos) es seguir compartiendo mesa, mantel y amistad todos los últimos viernes de cada mes. Es una hermosa y relajante manera de despedir en buena compañía los problemas de las semanas que se nos fueron. Quedan aparcados de momento los aconteceres profesionales, laborales o familiares para saborear en libertad y armonía nuestra solida amistad. Aquella que nace de la complicidad y el afecto sin ninguna clase de “ojana” añadida. La vida te da a tu familia envuelta en un halo de misterio de cómo serán tus relaciones con ella en el futuro. Defraudarás o serás defraudado por alguno de sus miembros. Es ley de vida. Como decía salomónicamente el antiguo acomodador del Cine Trajano:…”en toa las casas hay un cuadro ladeao”.

Los amigos son otra cosa. Los eliges o te dejas elegir por ellos libremente. No son eternos pues nada lo es en esta vida. Entran y salen de tu existencia como el agua de la rueda de un molino. La vida con sus múltiples variantes se encarga de romper amistades que uno sopesaba serían eternas. Craso error. Todo es efímero y cambiante en nuestra andadura terrenal. Lo lamentable es cuantas veces por una sobredosis de orgullo pierdes a grandes amigos. Es la condición humana siempre dispuesta a ver la paja en el ojo ajeno. Por no dar una disculpa a tiempo cuantas amistades se han ido al garete. Escarbemos en nuestro interior y seguro que a todos nos sale alguno.

Estábamos como os decía en los inicios de la comida. Teníamos sobre nosotros un alto murmullo proveniente de las pocas mesas ocupadas y al que en teoría no prestábamos atención. No era así realmente. Uno de los tertulianos nos comenta:…”os dais cuenta que llevamos aquí veinte minutos y la gente solo habla de la crisis y sus consecuencias”. Asentimos todos y nos deja en suspenso un brindis que teníamos previsto. Alguno se lo replantea y dice con energía:…”venga c…… brindemos por nosotros y que le den por c…a la crisis”. Vuelve el amigo comensal a la carga con una segunda reflexión: ”joder, es que las malas noticias nos persiguen por todas partes”. Volvemos a “nuestra” realidad y seguimos a lo nuestro. Es decir comer, beber y sentirnos libres y dichosos en este anhelado breve paréntesis semanal. Lo demás puede esperar que no estamos dispuestos a que nadie nos robe nuestros entrañables encuentros.

Todos los analistas, independientes de ideologías y posicionamientos políticos, coinciden que lo malo está todavía por llegar. Que en el temido 2010 aumentarán las penurias de muchas familias con su incorporación al temido –y muy numeroso- grupo de los parados. Nuestro Gobierno actual (siempre con su bucólico optimismo por bandera) nos dicen que en este año que acabamos de inaugurar, ya se verán algunos positivos rebrotes económicos. Eso sí: todavía quedará un largo trecho para que se vuelva crear empleo (tiempos raros los que nos tocado vivir. Como puede un Gobierno Socialista hablar de mejoras económicas sin crear puestos de trabajo que invierta la situación de los parados). Se dan distintas recetas y lo que preocupa al ciudadadano de a pie (es decir a la inmensa mayoría) es que las mismas son contradictorias y difusas. Si los que controlan las riendas de la Economía Global no se ponen de acuerdo entre ellos en lo esencial mal vamos. Alguien dijo, y creo que acertadamente, que: ”muchas veces un pesimista no deja de ser un optimista bien informado”. Pero debemos procurar con todas nuestras fuerzas que “los mercaderes” no nos amarguen nuestra existencia. Pocas dudas hay que están en ello, pero debemos presentar nuestras credenciales de hombres/mujeres comprometidos con la Sociedad y fundamentalmente con los mas débiles. Para aquellos que asumimos un compromiso critiano se nos ofrece una gran oportunidad para desarrollar los fundamentos de nuestra Fe: demos trigo y que prediquen los políticos de turno.

Todas las experiencias –fundamentalmente las negativas- tienen un sedimento positivo. Solo aprendemos de nuestros errores y de los desengaños que padecemos en nuestra andadura terrenal. En los tiempos que se avecinan de grandes dificultades económicas es cuando debemos recuperar una serie de valores que nada tienen que ver con lo material. Valores humanos en su doble vertiente social y religiosa. Nos dijeron que ya todos –o casi todos- formábamos parte de una amplia clase media y nos lo creímos. Ahora toca fajarse y capear el temporal como cada uno buenamente pueda. Recuperemos nuestro deteriorado entorno afectivo y familiar enfermo del mal de la avaricia mas desmedida. Valores éticos que se decía estaban superados vuelven a llamar a nuestra puerta. Démosle la bienvenida con los brazos abiertos. Nunca debimos dejarlos marchar. Estábamos instalados en la falsa dinámica de: ”quien mas tiene es quien mas vale” y, ahora que la cuenta bancaria empieza a titiritar, tendremos que recuperar de nuevo la verdad del ser humano que un día tiramos a la cuneta. Aquella que tan machaconamente nos repetían en nuestra niñez nuestras santas abuelas.

Aprendamos de aquellos que un día nos dijeron: ”no es mas rico quien mas tiene sino el que menos necesita”. Los tomamos por locos y nos reímos de ellos. Progresar por el bien de los tuyos y el propio es legítimo y forma parte de la necesidad de avanzar hacia metas mejores. Pero lo triste es que lo estábamos haciendo, dejando en el camino lo mejor de nosotros. Es decir nuestra condición humana, espiritual y sentimental. Capeemos el temporal que se nos avecina con la ilusión de superarlo y procurando salir reforzado con lo mejor que hay (o había) en nosotros. Cada uno debe rebuscar en el fondo de su interior (que seguro algo bueno debe quedar) y sacarlo a flote. De esta saldremos -a duras penas, pero saldremos- posiblemente utilizando un talante bien distinto al mostrado hasta la fecha.

Hasta la llegada de la crisis (señores gobernantes: ¿había o no había crisis?) se argumentaba que: donde la derecha decía Caridad la izquierda decía Justicia. Ya estos conceptos por si solos son dificiles de mantener. Son malos tiempos para la demogogia. Ahora toca remangarse y remar por derecho. Donde hay hambre tenemos que poner comida; donde frío ropa de abrigo, y donde exista la desesperanza poner ilusión solidaria.

Nos enteramos no hace mucho de la feliz noticia de que las JJSS de Lepe han repartido mantas y comidas entre los emigrantes que están pendientes de recoger la fresa. ¿Pero estos gestos de caridad cristiana no eran privativos de Caritas?. Para nada. Hemos tardado mucho tiempo y muchos tropiezos en comprender que cuando se mezclan Caridad y Justicia sale algo muy hermoso y fundamental. Pongamos que hablo de la: Solidaridad.

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