viernes, 8 de enero de 2010

Ciudadano Fernández

Hola amigos. ¿Todos sanos, salvos y resacosos?. Pues nada, arrancamos con el primer Toma de Horas de este imprevisible y desconcertante 2010. Suerte, paz y felicidad a granel para todos. Sí, ya sé que suena a tópico pero no queda otra. De todas formas, y por si acaso, agárrense que vienen curvas.

Aunque no entraba en mis planes – y movido por las circunstancias- empiezo un nuevo año en la Barriada de Pino Montano (muy cerca de la Finca de Ignacio Sánchez Mejías donde se reunían en Sevilla la irrepetible generación de poetas del 27. Allí donde en una fiesta flamenca y después de escuchar cantar a Manuel Torre escribió García Lorca que era “el hombre de mayor cultura en la sangre que he conocido”. ¡Joder,¿se puede dar una mejor versión vivencial y poética del Cante Flamenco!?).

Pues eso, con el año que comenzamos ya llevo viviendo la mitad de mi vida en esta –por cierto- excelente y querida Barriada. Un día me explicó don Manuel Márquez de Castro la diferencia entre barrio y barriada. Me dijo que fundamentalmente consiste en que mientras en los primeros las gentes vivian de puerta para fuera, en las segundas es al revés: se vive fundamentalmente de puertas para dentro. Las condiciones de vida de mucha gente en los barrios de antaño eran extremadamente difíciles (proliferaban los corrales de vecinos donde pocas posibilidades existían en aquellos modesto cuartos de llevar una vida hogareña). La calle por tanto era el hábitat natural de los vecinos y nadie resultaba ajeno o extraño en la misma. Todos nos conocíamos y convivíamos en los buenos y en los malos momentos. Evidentemente con la necesaria y espectacular subida del nivel de vida de las gentes humildes y trabajadoras, las barriadas ya posibilitaron los enclaustramientos en hogares confortables y acogedores. En los barrios ganaba por goleada el aspecto humano y en las barriadas lo hace la cuestión material (nunca desdeñable para aquellos/as que nos hemos criado en corrales llenos de miseria y con una falta de higiene evidente. Pero insisto: con la humanidad por bandera). Unir ambas cosas debía ser una busqueda tan legítima como necesaria.

Pues bien, cualquiera que llegue a Pino Montano (bastión fundamental de la cosecha de votos del PSOE sevillano) y pregunte por Pepe Fernández, así sin más elementos aclaratarios, lo tendrá difícil. Nadie sabría responderle y le dirán que en la Barriada hay más de quinientas personas que responden a ese nombre. Cosa bien distinta es, que se pregunte por Pepe “eldelvideoclú”. Ahí ya nadie tendrá la menor duda de a quién buscamos.

Pepe es una gran persona y un personaje singular que cubriría su etapa vivencial terrena en cualquier circunstancia histórica. Es decir: es intemporal y situarlo en cualquier época es tarea relativamente fácil. Podríamos ubicarlo sin rubor en cualquier película de Federico Fellini. O vendiendo alfombras voladoras en cualquier mercado persa. O bien como jefe de cuadrigas en la Roma Imperial. Ordenando la mesa en la Última Cena del Mesías para que Dan Brown no coloque a más gente de la cuenta y de paso se forre. O viajando en la nave espacial de “2001. Una odisea del espacio”, para tratar de convencer a los extraterrestres de las enormes ventajas de votar a UPyD.

Este espécimen humano pinomontanero, aparte de su enorme calidad humana y que lo sitúan como una persona bondadosa, solidaria, talentosa y sensible ante lo culto y lo bello, no es menos cierto que es un personaje digno de la pluma de García Márquez o de Miguel Delibes.

Concurren dentro de su orondo caparazón físico una amalgama de elementos que lo hacen formar parte de los grandes personajes sevillanos. A saber: lector compulsivo, profesional hostelero de la escuela de Perico Chicote. Abuelo, padre y esposo ejemplar (más adelante me referiré a su santa esposa) y amigo de sus amigos. Forma parte –formamos- de los neuróticos que tenemos al Betis como epicentro de nuestro terrenal ejercicio de sacrificio y masoquismo (cuando el Betis –muy de tarde en tarde- proporciona alguna alegría significativa, se enfunda con un calzador una camiseta verdiblanca donde las 13 barras –dada su oronda figura- se amplian a 130).

Regentaba un videoclub (por el que será eternamente recordado en Pino Montano) y que a la postre -dada la galopante crisis- recicló poco a poco en una tienda de barrio antiguo, donde se podía encontrar absolutamente de todo. Desde una croquetas caseras congeladas hasta el repuesto de una fregona. Desde una Casera de naranja hasta un bolígrafo Bic cristal. Nunca en mi vida lograré entender como en un local tan pequeño podían caber tal cúmulo de cosas. Cambiaba el sentido de las estanterias todas las semanas. Además propiciaba que nos reuniéramos allí a diario una serie de colegas que con la excusa de la charla nos clavábamos unos cuantos de botellines (Perico, Manolo, Jose, Juan Luis, Gambrinus and Company). Él no bebe alcohol, y se surte diariamente de media docena de cortados de máquina, que a la postre son consumidos a las horas más diversas y menos proclives a toma café.

Su santa esposa María del Carmen –Mari para sus amigos y convecinos- es su complemento ideal. Dicen que cuando nació a su madre le comentaron tres cosas: “ha tenido usted una niña que a no dudar sera una excelente mujer que dará la talla como hija, esposa, madre y abuela”. “Fumará durante toda su vida como un carretero y será la fan número uno del cantante internacional de Linares, Raphael”.

Por el camino que lleva a Belen,
Sabes que estuve enamorado de ti.
Yo soy aquel que cada noche te persigue
pues nada soy sin Laura.

Creo haber dado unas pinceladas del componente ético de Pepe, sobre su estética ya ni les cuento. Merece un breve comentario. Su cara la ha visto revestida de todas las formas posibles. Bigotes mexicanos o a lo Dalí. Perillas o barbas variopintas de todas las formas posibles. Su cabeza se ha visto cubierta de fijador o bien con una coleta sujetando con una gomilla el pelo largo. Sin obviar auténticos rapados por debajo del cero donde las ideas quedaban patentes y a la vista. Viste como lo que es –un bohemio ilustrado- y te lo puedes encontrar con una camisa negra y una corbata rosa. Con un sombrero de cuero y sus gafas a lo John Lennon.

Un enjambre de pim y colgantes flotan y se pierden por su pecho mientras camina despacio, y parándose cada cincuenta metros con algún conocido ( más “paraitas” que la Macarena por la calle Ancha la Feria) llevando en bandolera un enorme bolso. Difícilmente sale de la barriada pues imagino que aquí encuentra cuanto necesita para vivir. Gente con perfiles de barrios antiguo trasplantadas a las barriadas modernas para su mayor esplendor.

Como escribió el poeta del Palacio de las Dueñas:

Donde hay vino(café), beben vino,
donde no hay vino, agua fresca.


Son buena gente que viven,
laboran, pasan y sueñan,
y en un día como tantos,
descansan bajo la tierra.

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