miércoles, 26 de enero de 2011

La letra (flamenca) con sangre entra ( y II )




Retomamos en este Toma de Horas el apasionante tema de las letras en el Flamenco. Este poemario flamenco sentencioso y filosóficamente popular daría para varios Toma de Horas, pero no es mi intención abundar sobre un tema que, donde realmente alcanza su máximo esplendor, es en la voz de quien lo expresa cantando. Las letras se escribieron para ser cantadas y no para ser contadas.

Existen grandes, grandísimos poetas, que arañaban las paredes del alma con su poesía y que, posiblemente sin pretenderlo, llevaban prendida en su rima el alma alada de lo secularmente flamenco. García Lorca, Machado, Cernuda, Villalón, Sánchez Mejías, Montesinos, Alberti, Pemán o incluso el Poeta de Orihuela. Miguel Hernández, suenan flamenco cuando se leen, y muchos de sus poemas piden a voces –mejor a quejíos- que se hagan carne viva a través del Cante.

De todas formas, y rindiendo pleitesía a los grandes letristas del Flamenco, creo que dos de sus cimas más importantes han estado en la pluma y la sensibilidad del “malo” de los Machado, don Manuel y, en el Poeta de la Puebla de Cazalla, don Francisco Moreno Galván. Escribían para el Cante y siempre desde el profundo conocimiento-sentimiento de sus raíces más ancestrales. Ambos son ejemplos paradigmáticos de que el Cante no conoce fronteras políticas: uno era franquista y el otro, comunista converso y confeso. Mezclen las letras y difícilmente apreciarán la ideología de quien las escribe.

Como no es oro todo lo que reluce, reseñamos una parte de la literatura poética flamenca claramente machista, y con claras connotaciones de eso que hoy se llama “violencia de género”.

Por ejemplo:

Tiene una maña,
Tiene una maña,
Cuando te “endiño” (pego)
Llama a la guardia.

Otra:

Cuando me ves por la calle
Y echas la cara pa trá;
Gana me dan de volverme
Y darte una puñalá.

La ultima:

Caballo que se desboca
Lo sujeta un buen jinete;
La mujé que sale loca
No hay hombre que la “sujete”,
Desgraciao del que le toca.
De todas formas no debemos olvidar que hablamos de una época donde el machismo imperaba en todos los órdenes de la vida. El Flamenco no podía dejar de expresar, en algunas de sus letras, una situación de despótica dominación “varonil”, donde la mujer solo contaba para la cocina, la cama y la briega con los hijos. El Cine de los años cuarenta, cincuenta y sesenta esta plagado de películas de claro contenido sexista –asumido desde su ignorancia por la mayoría de las mujeres-, y donde estas asumían de buen grado el dominio absoluto de los primates (claramente significativa la película “El Gran Maclinctok” de Andrew V.Maclaglen (1963), donde John Wayne cortaba los aires de libertad de Maureen O’Hara con una “zurra” en el culo).

Afortunadamente en la actualidad el mundo del Flamenco cuenta con excelentes letristas, y existe una garantía plena de que la calidad de sus letras siga emocionándonos. Fundamentalmente cuando cobren vida en la Soleá, la Siguiriya, el Fandango o los Tangos. Por el puerto de Triana anda atracado uno, don Ángel Vela Nieto, que puede conmovernos a poco que se lo proponga. Depende de los cantaores el ir con sus cantaros de agua a las fuentes flamencas desperdigadas y olvidadas en la serranía del Arte Jondo. Letra flamenca o un corto discurso literario para un amplio y sentido recorrido sentimental. De donde vengo, adonde voy y que motivo me trae, todo, absolutamente todo, expresado en tres líneas:

Vengo de la Marismilla
A comprá un jaca torda
En la Feria de Sevilla.

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