viernes, 20 de septiembre de 2013

Parque de María Luisa



Nuestro esforzado, querido e incomprendido Ayuntamiento (cada cual que incluya su dosis de ironía) anda enfrascado en la preparación de los actos del Centenario del Parque María Luisa. Por celebraciones que no quede.  Fue un 18 de abril de 1914 cuando este inigualable recinto sevillano fue declarado “Parque Público”. En 1893, doña María Luisa Fernanda de Borbón, duquesa de Montpensier, lo donó a la Ciudad de Sevilla. El arquitecto francés Forestier los reformó entre los años 1912-1922. Su remodelación definitiva se produce bajo la sabia “batuta” arquitectónica de don Aníbal González con motivo de la Exposición Iberoamericana de 1929. Con la incorporación de la Plaza de España y la Plaza de América se configura un conjunto tridimensional (flora, arquitectura y elementos costumbristas) que lo hacen singularmente bello y sin parangón en toda Europa. Este inigualable recinto, testigo fiel de nuestro último siglo de Historia, padece en la actualidad dos graves y anquilosados problemas: el enorme deterioro provocado por las huestes vandálicas de la Ciudad y su escaso mantenimiento. Para cualquier sevillano que se precie de serlo resulta desolador adentrarse en los laberintos sentimentales y paisajísticos del Parque de María Luisa. Sinceramente es algo que yo he padecido recientemente en mis propias carnes este verano y que no resulta nada recomendable. Tardará mucho tiempo antes de que vuelva a frecuentarlo. Glorietas, parterres, senderos, isletas….todo sucio, destrozado y pintarrajeado. Estamos ante un claro exponente de dos cuestiones fundamentales a las que nuestros sabios “administradores” tienen pánico: un mantenimiento eficaz y una vigilancia solvente capaz de poner freno a la barbarie. Les ocurre con estos conceptos lo que a Drácula con los ajos y el crucifijo. Hace diez años se creó en Paris para el mantenimiento y vigilancia de sus parques y jardines la llamada “Policía Verde” (unida a toda una infraestructura de mantenimiento) con unos resultados altamente satisfactorios. El problema es que como Sevilla disfruta de una situación de “pleno empleo”, ¿de donde sacaríamos el personal para estos necesarios menesteres? ¿Quizás de la obsoleta Diputación Provincial? ¿Del personal de “Canal Sur”? Las pocas personas que trabajan en el Parque se quejan de que no existe ni un sitio donde dejar herramientas y enseres. Para no desentonar con la patina de superficialidad que nos rodea celebraremos el Centenario a bombo y platillo con actos artísticos y culturales. Puede que a alguna lumbrera se le ocurra sacar a la Virgen de la Paz en procesión por el Parque.  Se hará un reguero de promesas de cómo abordar la problemática actual y que, una vez más, quedarán en vana y hueca palabrería.  Siendo verdad que las soluciones a medio o largo plazo se vertebran mediante un riguroso proceso educativo, ¿qué hacemos mientras tanto con el asalto de los “apaches”? Todo funciona hoy en clave de demagogia y las leyes se vertebran en función de lo “políticamente correcto”. Seguramente vuelvan, como cada año, las becquerianas oscuras golondrinas pero por su Glorieta cada vez pasan menos sevillanos. Hoy nuestro Parque de María Luisa está declarado Bien de Interés Cultural y forma parte del Patrimonio Histórico de España. Dudamos por escarmentados de las posibles soluciones. Ya estamos hartos de promesas incumplidas y de escuchar permanentemente “cantos de sirena”. Es demasiado cruel que se nos pida que convivamos con la irracionalidad más salvaje y las mentiras enmoquetadas.
 
Cien años de Parque o parodiando a García Márquez… “Cien años de soledad….por el Monte Gurugú”.


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