martes, 28 de enero de 2014

La debacle verdiblanca





El Betis -que ya ha sobrepasado el siglo de existencia- de cuando en cuando parece que va a hundirse para siempre. Tranquilo que esto nunca puede ocurrir. Afortunadamente sus incansables remeros (la Afición) nunca dejan de remar y así es imposible que se hunda (o la hundan) la nave verdiblanca. Cuando tan solo contaba con ocho años de edad mi tío Antonio me hizo socio del Betis. Entonces daban una especie de cartulina mensual y en cada partido que asistíamos nos cortaban el pico de una esquina. Cada mes tenía un color diferente para evitar la sempiterna picaresca sevillana. ¡Cuantas tardes de sufrimiento y gloria pasadas en ese Gol Norte rodeado de béticos de corazón! En estos últimos años disfrutamos y padecimos el “Loperismo”. Los mismos que eufóricos le gritaban en el campo ¡Hola Donmanué! después, cuando las vacas flacas, le coreaban el ¡Lopera vete ya!  Nunca llegaremos a entender que, en cualquier orden de la vida, los “salva patrias” solo buscan a la postre su propia salvación (a costa de nuestra perdición).  Ahora, la verdad sea dicha, estamos pasando una “crujía” de las gorda que lamentablemente nos llevará a la “Liga Adelante”. Se han hecho las cosas rematadamente mal y doctores tiene la Iglesia verdiblanca para analizarlas.  Las “acciones de Lopera” fueron incautadas por doña Mercedes Alaya y, después de casi cinco años, estamos a la espera de una “pronta” resolución judicial (con el trabajo que le están dando algunos “izquierdistas” usurpadores de lo ajeno no es de extrañar que no disponga de mucho tiempo libre para la causa bética). Para administrar las acciones nos llegó, como llovido del cielo, un abogado madrileño. Hombre culto y de hábil oratoria y, según propia confesión, sin puñetera idea de fútbol. Eso no fue óbice para que personalmente nos trajera de Valencia, para sustituir a don José Mel Pérez, un entrenador (Juan Carlos Garrido) que después de un mes largo por tierras sevillanas se ha ido por donde había venido (eso si, dejando al Betis en una situación más calamitosa todavía). Ahora, para dirigir al Equipo (por llamarlo de alguna forma), ha llegado un bético de pro y de grata memoria para los aficionados llamado Gabriel Humberto (Gabi) Calderón.  Tiene esto poquísimo margen de mejora y posiblemente haya sido Antonio Amaya quien, en un ejercicio de sinceridad, haya puesto las cosas en su sitio: “Puede que el problema radique en que a la gran mayoría de la plantilla el Betis le venga grande”.  ¡Bingo!  Como entiendo que a don Miguel Guillén, persona sensata, inteligente y bética donde las haya, le han obligado a “comerse el marrón” omito sus “funciones” y deméritos (tiene narices que el mismo año que salió de Rey Mago el Betis baje a Segunda). Ahora de prisa y corriendo se prestan a traer cuatro o cinco jugadores de calidad contrastada (lo mismo que tenían que haber hecho en el verano y no traer jugadores malísimos comprados al peso) que nos dejarán en Segunda y se llevarán los beneficios de la UEFA.  Bajaremos, subiremos y hasta es posible que volvamos a bajar y subir. Es el Betis y con eso está todo dicho. Es nuestro sino y luchar contra él siempre significó una noble y hermosa utopía. En ello estamos, estuvimos y estaremos.  La Historia nunca nombra a los cobardes (y tampoco a los mediocres).

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