miércoles, 12 de marzo de 2014

El Genio en su apogeo

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A Javier Carmona, músico
marchenero de soles y lunas



 



Un amigo del “Mercadillo del Jueves” me ha regalado una foto enmarcada
llena de enjundia y simbología flamenca. Es en blanco y negro y de corte
rectangular. Está cantando Manolo Caracol y le acompaña a la guitarra Melchor
de Marchena (¡cualquier cosa!).  El Genio
de la Alameda
–y del Cante- canta con el rostro traspuesto y atrapado por los duendes del
mejor Cante soñado (apostaría lo que fuera a que está cantando por Siguiriya).
Caracol se sienta –como mandan los canones del Flamenco- en el borde de una
silla de enea.  Melchor se aposenta con
su guitarra en otra ligeramente recostado hacia atrás.  Sobre una mesa de madera reposan dos vasos y
una botella de vino.  Ambos se encuentran
en esta mágica instantánea  en plena
madurez y lo que saldría de ese momento flamenco bien lo sabrán quienes
tuvieron la dicha de disfrutarlo. Intentaré, escaneando la foto, averiguar el
sitio y la fecha de tan gozoso encuentro flamenco. Tan sentido testimonio
grafico lo he colgado en mi salón en un lugar de privilegio.  Ha quedada colocado (¡bonita palabra!) entre
un cuadro de la sevillana Plaza de San Francisco que me pintó y regaló mi
compadre del alma Manolo Centeno y  otro
del Señor de Pasión. Ahí está de dulce. Hay regalos que te llegan al epicentro
de tus emociones más nobles y, a que dudarlo, son una prueba inequívoca de que
hay gente que saben como conmoverte con pequeños detalles. Según mi colega del
“Mercadillo del Jueves” la foto la consiguió en el Rastro madrileño por un
precio bastante módico.  Me dice que tan
solo obtenerla ya tenía claro quien sería su destinatario final. Para un
“Caracolero” converso y confeso como un servidor estos detalles nunca pueden
caer en saco rato. Cuando ya vivimos casi de prestado retrotraernos a momentos
mágicos tiene una vital importancia. Manolo Caracol tiene en la foto sus dos
manos extendidas para mostrarnos en su máxima expresión –rostro y manos- el
trasvase de los sentimientos jondos. Esta foto define cuanto el Flamenco tiene
de verdad: el quejío de Caracol y la mágica sonanta de Melchor. Todo resulta,
en clave andaluza y flamenca, meridianamente claro: el Genio –los genios- en
todo su apogeo.  La Alameda y Marchena unidas
para siempre por la magia del Flamenco. 
Existen días que no hay más remedio que creer que Dios existe.

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