Los tertulianos representan una profesión (entiendo que bien
remunerada) que ha proliferado en los últimos años en nuestro amado y sufrido
país. Por una cuestión elemental dejemos al margen a los tertulianos frikis de
la tele-basura ya que estos responden
íntegramente a unos guiones previamente establecidos. Las “peleas dialécticas”
del frikismo militante no dejan de ser parte de un guión escrito por astutos
mercaderes que de manera palpable nos demuestra que Dios no los ha llamado por
los caminos del Arte interpretativo. Más bien quiero referirme a los
tertulianos políticos de corte “serio”.
Los veo a lo largo del día en distintas cadenas televisivas. Puedes verlos
por primera vez en “Los Desayunos de la 1” y por última en el programa “24 Horas”. Son casi siempre los mismos: tertulianos a
tiempo completo. A lo largo de este Alfa y Omega televisivo acuden a
distintas tertulias donde nos muestran a las claras su manera diáfana de
analizar todo cuanto nos ocurre en la actualidad. Tienen soluciones para todo y
en sus cajones duermen placidamente las recetas que arreglarían todos los
problemas que aquejan a España (los
hay que han pasado de profetas a presidiarios). Actúan en función de las
ideologías de las Cadenas que los
contratan. Una de las formas más seguras
de mantener sus puestos de trabajo es mantener un cierto halo de acritud en sus
planteamientos. Evidentemente nada que ver con los admirables debates en blanco
y negro de José Luis Balbín en el
añorado programa de “La Clave ”. Allí se
podían reunir falangistas, socialistas, liberales y comunistas sin que nadie
fuera interrumpido durante sus intervenciones. Eran otros tiempos donde la
grosería ni estaba ni se le esperaba. ¿Son todos los tertulianos iguales? Para nada y algunos de manera minoritaria
aportan a nuestro país una necesaria dosis de sentido común y
racionalidad. Son, a que negarlo, los
menos valorados pues hablar cuando se puede y escuchar cuando se debe nunca
fueron referentes al alza de nuestra querida España. La clase política ha
abierto una senda peligrosa para la buena convivencia y algunos tertulianos la
recorren llenando sus alforjas. Vivimos instalados en la mentira, el exabrupto
y la corrupción sin comprender que no debemos pretender que los tertulianos hablen
por nosotros. ¡Que país!
Juan Luis Franco – Miércoles Día 4 de Mayo del 2016
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