Debe tener entre diecisiete y dieciocho años. Es una muchacha a la que
se le percibe una frágil belleza de juventud castigada por circunstancias
ajenas a su persona. No me cabe duda de que es extranjera en una tierra -la
nuestra- donde nunca se le pidió a nadie que explicara de donde venía y hacia
donde dirigía sus pasos. Toca el acordeón en la sevillana calle Sierpes sentada en una banqueta testigo
fiel de sus andanzas sonoras. Lo toca
maravillosamente bien y mientras lo hace solo levanta su cabeza para esbozar
una leve sonrisa cuando suena alguna moneda en el platillo que tiene a sus
pies. Solo toca temas muy populares y la interpretación que hace del “Tema de Amor” de la película “El Padrino” me parece de una gran
belleza. Difícilmente soy capaz de pasar delante de un músico callejero sin
depositarle alguna monedilla. Valoro de manera extraordinaria el color musical
que ponen estos urbanitas del compás en las calles céntricas de una Ciudad que
nació para la Música y la Poesía.
Quizás por una deformación lectora el acordeón es un instrumento
musical que siempre me lleva al París
de la bohemia; al Sena brumoso de
novelistas soñando en las buhardillas y a las noches otoñales de fríos y
desamores. Esta muchacha me conmueve y desde la atalaya de mis ya muchos años
vividos la veo como si fuera un naufrago que utiliza su acordeón como tabla de
salvación. Sin duda habrá llevado una dura vida llena de privaciones e ignoro
cuando y quien le enseñó a tocar el acordeón. Toca la muchacha del acordeón el
“Tema de Amor” de Nino Rota y me imagino a Michael, el hijo preferido de don Vito Corleone, enamorado hasta las
trancas de un bellezón siciliano. Al final esta muchacha nos viene a decir con
sus notas que en la vida todo termina cuadrando y por eso Sicilia y Sevilla
empiezan con S. Dios bendiga y le de suerte en la vida a la
bella Muchacha del Acordeón. La Ciudad
atrapada para siempre por los dulces acordes callejeros. Que nunca pare la Música.
Juan Luis Franco – Lunes Día 2 de Mayo del 2016
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