jueves, 20 de octubre de 2016

Fascistas







El populismo, los populistas, no son un invento sino más bien un mal endémico que los países soportan con más o menos virulencia. Curiosamente siempre aparecen en la escena política cuando los Partidos tradicionales están en horas bajas y la ciudadanía se muestra contrariada por la escasa, o nula, atención que reciben de las altas esferas. Ahí están entonces ellos para salvar –salvarnos- ante el “facherío” dominante. Esa es otra, cualquiera que se encuentre en las antípodas de su ideología o discrepe de la misma será tachado de facha (espejo, espejito mágico....). Poder “calarlos” ha sido una cuestión tan rápida como certera. Son, a que negarlo, antidemócratas por su propia naturaleza ideológica y tan solo se envuelven en la bandera de la Democracia para ocultar sus espurios intereses y llegar al Poder a cualquier precio.  Incluso en esa operación de camuflaje se les escapan algunos tic que los delatan.  No condenan abiertamente el terrorismo y tampoco lo hacen con dirigentes sudamericanos reconvertidos en primates-fascitoides.  Desde hace un tiempo tienen en el centro de sus críticas a Felipe González y esto para el político de Bellavista debe representar todo un orgullo. Ayer unos doscientos energúmenos le han boicoteado  una conferencia que, junto con Juan Luis Cebrián, pensaba dar en la Universidad Autónoma de Madrid.  En eso consiste su concepto de libertad de expresión: impedir por la fuerza que los demás se expresen libremente. En una pancarta tachaban a Felipe González de terrorista y en otra piden la liberación de los “presos políticos” de ETA.  Ser demócrata es una cosa bien distinta y consiste en respetar las opiniones ajenas y la capacidad de expresarse en libertad.  La Universidad es –o debía ser- de todos y no de unos impresentables que solo aparecen por las aulas para armar algarabías de todo tipo.  Estudiar, lo que se dice estudiar, más bien poquito.  Estos “revolucionarios de laboratorio” ya me los solía encontrar en mi clandestina etapa juvenil. Nosotros intentábamos crear sindicatos y formas de organizaciones obreras y ellos andaban enredados en sesudos debates sobre la importancia de la revolución maoísta.  Muchos de ellos provenían de la burguesía (¿ocurre igual ahora?) y con el paso de los años terminaron como ejecutivos de grandes multinacionales, decoradores de interiores o abogados matrimonialitas (eso si, de parejas de alto standing).  Nada nuevo bajo el sol en un país atacado permanente desde la periferia. También por la inoperancia (y cosas más graves) de los grandes Partidos y la descerebrada sinrazón de los antitodo.  Vuelve de nuevo la España del “no pasarán”. Los fascistas nos acechan con ropajes nuevos e ideas antiguas.  ¡Que difícil es ser demócrata en este país!





Juan Luis Franco – Jueves Día 20 de Octubre del 2016



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