martes, 18 de octubre de 2016

La Historia interminable






El futbol en esta Ciudad siempre se ha caracterizado por su fuerte componente sentimental y su, algunas veces mal entendida, gran vehemencia. Forma parte insoslayable de nuestra cultura popular y sin la misma es difícil que se produzca una verdadera vertebración social. Los ilusos estaban convencidos que con la entrada de la Democracia ya España (Sevilla ni les cuento) dejaría de lado los ardores futboleros. Demostrado queda por activa y por pasiva que “la pelota” (no confundir con “los pelotas”) puede con todo y con todos. Un partido de la Selección española paraliza un país y un Sevilla-Betis hace lo propio en nuestra Ciudad.  Los sociólogos insisten que todo aquello que la gente sustenta de manera pacifica y lúdica es bueno (o malo según los resultados) para cuerpos y almas.  El futbol hace tiempo que entró en la Literatura gracias a las reivindicación literarias de grandes escritores. También, cuando jugadores como Andrés Iniesta o Pirlo cogen y distribuyen el balón, forma parte del Arte. Lo perverso es la utilización que la clase política (con excepciones) y los mercaderes hacen del balompié dejándolo desprovisto de toda nobleza. Este pasado sábado un amigo me invitó a su casa para ver el Betis-Madrid.  Craso error pues solo pude aguantar la primera parte del mismo. Nunca había visto a un Betis tan anodino y tan ramplón.  Bien cierto es que el Madrid o el Barcelona le pueden meter seis goles a cualquiera.  Lo triste es que el Equipo merengue se los metió al Betis sin necesidad de correr siquiera. Literalmente ganó y goleó sin despeinarse. Fue la mayor goleada que el Betis ha recibido en su campo en toda su Historia. Estamos situados a un punto del descenso y con unas expectativas a corto plazo realmente preocupantes. Aunque las comparaciones sean odiosas en esta Ciudad lo que hace el Sevilla siempre tiene un paralelismo con el Betis y exactamente ocurre igual en sentido contrario.  El Sevilla, sin todavía jugar bien, está a un punto de la cabeza de la Liga y camina con paso firme por la Champions League. Tiene al equipo filial en la Segunda División haciendo un digno papel (mientras, el Betis-B, está en Tercera y pierde con el Sevilla-C).  Con un amplio y sufrido historial bético a mis espaldas nunca me dejaré atrapar por el pesimismo pero negar la evidencia es hacerle un flaco favor al Equipo de las Trece Barras y los cien barrotes loperianos.  En Sevilla hace ya algunos años que la competitividad en los derbis no existe ni se le espera.  Cada nueva temporada significa un nuevo proyecto verdiblanco y, por ende, una nueva frustración para la Afición.  Este último creía sinceramente que tenía muy buena pinta pero dos meses de competición oficial y mi gozo en un pozo. Que el Betis en un futuro, más o menos lejano, saldrá adelante es algo que no me ofrece la menor duda.  Mientras, estaría bien que más buscar responsables se busquen soluciones desde la mesura, el beticismo y el sentido común. Alguna vez tendríamos que preguntarnos lo siguiente: ¿Cómo es posible que el cuarto Equipo español en número de socios, el tercero en merchandising y el quinto en interés televisivo no levante cabeza? Preguntas a las que ni el mismísimo Iker Jiménez encontraría respuestas. Toca, una vez más, resistir.  La Historia interminable o el cuento de nunca acabar.  Veremos, sentiremos y esperaremos.





Juan Luis Franco – Martes Día 18 de Octubre del 2016



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