La Primavera ni está ni se le espera
La lluvia en los cristales golpea fuertemente
Las calles amanecen sin lágrimas de cera
Es un tiempo difuso sin futuro no presente
Se esquiva la pena con coraza de valiente
Y los clarines del miedo nos confunden
Entre inquietudes y aplausos que se funden
El virus traicionero nos ata a la ventana
Donde florece bravío el clavel grana
Barcos veleros que ni atracan ni se hunden
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