La mujer en el Flamenco siempre ha sido un elemento absolutamente primordial. Bailaoras de una enjundia extraordinaria y cantaoras de soles y lunas que pasearon y pasean la grandeza del Arte Jondo por este planeta llamado Tierra. No es casualidad que el trono del Cante Flamenco lo ocupe una Reina sevillana a la que llamaban “La Niña de los Peines”. El Arte Flamenco mas contemporáneo nos ha deparado en el Cante, el Toque y el Baile una luminosa estela de grandes artistas donde, de manera destacada, la mujer ocupa un lugar preferente. Marina Heredia, Estrella Morente, Rocío Márquez, María Terremoto, Esperanza Fernández, la Macanita o Argentina configuran una esplendida muestra de grandes cantaoras del presente. Todas distintas en las formas pero coincidentes en un fondo donde reposa la verdad de la liturgia jonda del Flamenco. En la figura onubense de Argentina se dan cita el talento, la pasión y el conocimiento. Con ese bagaje era casi imposible que su discurso flamenco no estuviera preñado de un Arte depurado y emocionalmente expuesto a los aires andaluces. La puesta en escena de Argentina es un canto a la excelencia estética donde todo guarda una exquisita armonía. Cuando canta Argentina por Tangos, arropada por sus inseparables guitarristas y el eficaz y sabio compas de “Los Mellis”, se expande el olor del romero por la marisma huelvana. Las olas del mar bravío se amansan para poder escucharla y por la Capilla de los Marineros una lagrima morena resbala por la mejilla de la Reina de la calle Pureza. Canta Argentina y los ruiseñores se hacen dueños de sus silencios y esclavos amorosos del soniquete flamenco. Mi padre me decía que la vida se encierra en un buen Fandango. Bien cierto es pero si el Fandango es de Huelva y lo canta Argentina la vida es algo que siempre será motivo de gozo. Argentina, un país hermano donde los aires siempre suelen ser buenos y las cuentas casi nunca cuadran. Argentina, una cantaora que nos lleva en volandas con su Cante al Reino del gozo y la emoción. Huelva la vio nacer; Sevilla la vio crecer como artista y Andalucía la bautizó meciéndola en la cuna eterna del Flamenco. Una cantaora que cuando canta se para el tiempo.
Argentina o el Cante hecho mujer.
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