martes, 1 de octubre de 2024

Respuestas al cuadrado

Mi amigo Javier siempre lo responde todo por partida doble. Tú le dices: “Oye, ¿vistes al Betis anoche?” Te responde: “Si que lo vi, si que lo vi”. Respuestas al cuadrado. Dos por el precio de una. Indagando las cosas con paciencia casi siempre encontramos respuestas a los interrogantes que nos rodean. Javier nació con un hermano gemelo que falleció durante el desarrollo del parto. Solo él pasó con suerte del interior al exterior llevando de por vida el estigma de ser un gemelo sin posibilidad de desarrollarse en esa parcela. He llegado a la conclusión de que la duplicidad de sus respuestas viene condicionada por su hermano fallecido. Cuando se despide nunca dice adiós o hasta luego. Siempre dice: “Venga, nos vemos. Venga, nos vemos”. Cierto, volveremos a vernos…..los tres. Mi compadre Enrique es otro caso singular. Es el único que me llama al teléfono fijo pues si le hablas del móvil es como si a Drácula le mientas un crucifijo. Lo de renovarse o morir lo ha cambiado por un: antes muerto que renovado. Cuando me llama ya se que lo hace para hablar….con él solo. Lo de escuchar no forma parte de su ideario. Habla, habla y habla sin dejarte ninguna posibilidad de meter baza en la conversación. Lo dejas hablando y te vas al cuarto de baño o por un vaso de agua a la cocina y a la vuelta allí sigue con su soliloquio. Cuando se despide siempre dice: “Bueno te dejo, ya hablamos”. ¿Hablamos? Es como si hablara con un espejo. Está gente con sus peculiaridades representan para mí un fuerte e imprescindible armazón afectivo. Sin ellos la vida seria menos interesante de ser vivida. La gente es como es y no como nosotros quisiéramos que fueran. Que uno responda al cuadrado y otro sea un hablador compulsivo no hacen más que reafirmar que cada uno es cada cual. Si cambian ya no serían los mismos. Ni ellos ni tampoco nosotros.



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