domingo, 2 de agosto de 2009

Dos Hombres y un Destino.

Eran dos hombres. Dos auténticos hombres al servicio de la Ley y el Orden, es decir: entregados en cuerpo y alma en protegernos a todas las personas de bien. Eran dos muchachos en la plenitud de sus vidas, las mismas que han sido arrancadas salvajamente por esta pandilla de alimañas y cobardes asesinos. Uno, se llamaba Diego Salva Lezaun y era natural de Pamplona. Otro, respondía al nombre de Carlos Saénz de Tejada García y nació en Burgos. Ambos eran Guardias Civiles destinados en las Islas Baleares. Dos Hombres: Diego y Carlos y un Destino: Mallorca. Allí fueron cruelmente asesinados por estos canallas, después de dejarles una bomba en los bajos del coche donde iban a iniciar su ruta diaria. Todo premeditado y calculado para reventarlos en el aire. Dos vidas destrozadas en lo mejor de sus existencias y dos familias rotas por el dolor.


Parece ser que nunca antes de ahora habían atentado estos canallas en la paradisíaca Isla de Mallorca. Allí donde nuestro Dios (ellos –los etarras- nunca lo tuvieron ni lo tendrán) dejó caer un rayo de luz y la convirtió en uno de los más bellos rincones del mundo. Allí donde conviven en plena armonía y dando un soberano ejemplo de tolerancia, nativos junto a alemanes e ingleses. Allí, precisamente allí, fue donde estos portadores del terror más abyecto consideraron que su curriculum de bombas en territorio español estaba incompleto. Decía Federico, el granadino universal: ….”Guardia civil caminera, dadme unos sorbitos de agua. Agua con peces y barcos. Agua, agua, agua, agua……”. Hoy –lejanos y amortizados por la Historia los duros años de la Dictadura- no solo no te niegan ya el agua, sino que te dan sus vida por protegerte.


Aquí están omniprentes en su duro acontecer diario. Sirviendo sin desmayo a la Comunidad que les paga (hasta posiblemente menos de lo que se merecen). Servidores del Orden y de la Justicia a los cuáles yo rindo pleitesía y honor desde lo más profundo de mi corazón de demócrata. No puede ser de otra forma.


¿Y que decir de los criminales?. ¿Qué calificativo de desprecio podemos utilizar que no se haya hecho ya?. ¿Se sentirán aludidos por la repugnancia más absoluta que los españoles sentimos hacia ellos?. Lo dudo. Forman parte de una Comunidad (la vasca) donde desgraciadamente todavía no son rechazados de manera unánime. Es de justicia reconocer que la mayoria estan hartos de ellos y los rechazan, pero les queda el apoyo de los radicales abertzales y la actitud pusilánime del nacionalismo moderado (los mismos que los repudian, pero que antes de abandonar el poder en el Pais Vasco, les dan de prisa y corriendo la última subvención a los familiares de los presos etarras). Tampoco –aunque nos duela a los cristianos- podemos comulgar (nunca mejor dicha la frase) con el comportamiento de algún Obispo vasco, que convendría que mirara debajo de la cama donde puso las “Sandalias del Pescador”, antes de equiparar el dolor de las víctimas con la de los familiares de estos asesinos.


No quiero seguir. No me apetece seguir teorizando sobre algo tan grave. Ya todo se ha dicho de nuevo y sin duda mejor que el autor de este triste, solidario y rebelde “Toma de Horas”. Hay que buscarlos, apresarlos y que se pudran en las cárceles. Son mafiosos en el más denigrante sentido del término y deben pudrirse entre rejas. Los políticos a los que votamos y los jueces que ellos nombran tendrán siempre la ultima palabra para acabar con esta pandilla de criminales.

Sólo nos queda (a los creyentes) rezarle a Dios por Diego y por Carlos. Unirnos solidariamente con el dolor de sus familiares y amigos, y decir a pleno pulmón y con los sentimientos a flor de piel:…”DIOS SALVE POR SIEMPRE A LA GUARDIA CIVIL”.

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