viernes, 8 de abril de 2011

La frialdad de los bancos vacios




No me refiero a esos bancos corazones inmisericordes de los cuerpos de las finanzas. Allí donde se acumula el dinero y se presta o se niega según convenga a sus intereses y, siempre matizado por situaciones políticas y/o sociales. No, los bancos a que hago referencia son de madera y están ubicados en el interior de nuestros templos sevillanos de la cristiandad. Se quejan nuestras jerarquías eclesiásticas, desde la misma Roma imperial, que estamos padeciendo una catastrófica crisis de fe. La gente se ha olvidado de Dios por creer que Dios se ha olvidado de ellos. Dicen no necesitarlo y pueden, perfectamente, vivir sin El. La Sociedad en su conjunto tiene más presente al Becerro de Oro que al Dios de los judíos. Entrar en alguna iglesia sevillana, donde no haya radicada ninguna Hermandad de Penitencia o Gloria, resulta verdaderamente patético y desolador. Un par de personas mayores cumplimentando el pasaporte para los cielos y poco más. Nadie, absolutamente nadie, que busque tan solo, en una sociedad compulsiva y estresante, un poco de sosiego y de paz espiritual. En las iglesias se entra para buscar a Dios y, lo más importante, para buscarse a uno mismo. ¿Qué responsabilidad tienen sobre este desolador panorama nuestras autoridades eclesiásticas? Sinceramente creo que bastante, aunque no sería justo descargar íntegramente sobre sus espaldas la cruz del pasotismo y la ignorancia. Hoy día funcionan unos resortes ideológicos perfectamente programados para, desde una falsa progresía, airear a bombo y platillo las miserias de algunos “herederos” de Cristo. La canallesca e infame pederastia ha eclosionado el mundo de las conciencias, y al Papa Benedicto –en un gesto que le honra y engrandece- no le han dolido prendas –hábitos- en reconocer la magnitud de tamaña mezquindad ejercida contra los más débiles. De poco ha servido demostrar que la gran mayoría de sacerdotes ejercen una noble y sacrificada labor en defensa de los desprotegidos (fundamentalmente los niños del Tercer Mundo). Han sido de todas formas muchos, muchísimo, los casos de pederastia (con el arropamiento y ocultación de algunos jerarcas de la Iglesia) como para no darle al tema la importancia que requiere. Pero generalizar este espinoso y mezquino tema forma parte de una campaña programada de difamación contra la Iglesia en su conjunto. Que un misionero se juegue diariamente la vida en África para atender las necesidades más primarias de los niños (abandonados a su triste destino), nunca será noticia para algunos. En Sevilla la fuerte implantación social (interesante para los políticos. Sobre todo en elecciones) de Hermandades y Cofradías ha condicionado que los ataques a la Iglesia estén situados en el contexto de lo “políticamente correcto”. De un tiempo a esta parte se ha impuesto en la Sociedad española el concepto de “creyente no militante” (¿). La Iglesia (oficial) se resiste a abrir puertas y ventanas a la verdadera democracia y permanece encastillada en conceptos que, algunas veces, se nos representan arcaicos. La religiosidad popular al sevillano modo ha tenido numerosos “choques” históricos con la “oficialidad” de Palacio. No se trata de desnaturalizar nada, sino más bien de entrar en el meollo de los problemas sociales y políticos que nos afectan y, donde ninguna institución (civil o religiosa) se tenga que sustraer de opinar e intervenir. Cuando nuestros nietos conozcan el final de esta Crisis, habría que recordarle a muchos sevillanos que fue prioritariamente Caritas quien encabezó la lucha contra las necesidades más primarias de la gente. Pero de esa “parte de la Iglesia” parece que no interesa hablar en demasía. Llenar los bancos vacíos de las iglesias sevillanas no va resultar fácil. Corren tiempos donde mandan los falsos pragmáticos. La televisión es el “Gran hermano” que condiciona y programa el grado de ordinariez y pasotismo que padecemos. ¿Reflexión, meditación, sosiego, paz espiritual, búsqueda de Dios a través del rezo? ¡Vamos hombre! Estamos enzarzados en cosas más fundamentales: como saber si es verdad que Jesulín (de Ubrique) llevaba dos meses sin ver a su hija Andreita. ¡Que país!

1 comentario:

José Manuel Holgado dijo...

Tienes razón en tu texto sobre los bancos vacíos de las iglesias, pero recuerdo a quien me lea que Iglesia somos todos los bautizados, inclusive los imbéciles que piden en los arzobispados que los borren de los libros parroquiales, como si pertenecer a la Iglesia fuese obligarorio por ley. En tu lista de las buenas personas hay que incluir una enorme mayoría de gente joven que, a su modo estan también haciendo Iglesia y que no brillan tanto como las maldades que sacan a la luz los medios audiovisuales. Otra cosa es que nuestra Iglesia nunca ha tenido una buena oficina de publicidad y creo que lo hace bien, como dijo Aquel, "que tu mano derecha no sepa lo que hace tu izquierda". En resumidas cuentas: que ayudemos todos y el Señor pondrá el resto.