lunes, 11 de abril de 2011

Por sus obras los conoceréis


Pues eso, no solamente los conoceremos sino lo más importante que también los recordaremos. Ese monumento al despilfarro y al mal gusto urbanístico y/o artístico que sitúa en su justa dimensión la era monteserinesca tiene nombre y apellidos. Se llama algo así como: Metropol Parasol (vulgo “Las Setas de la Encarnación”). Un proyecto que ha superado con creces su presupuesto inicial (supera, y a la espera de saber su costo definitivo, los 100 millones de euros). La Hermandad de la Sagrada Mortaja en un gesto –tan desacostumbrado en la Ciudad- de sevillanía ha declinado pasar por debajo de tan “emblemático” edificio. Desde el Ayuntamiento han querido llevar la enorme polémica suscitado en la Ciudad, ante este “engendro” difícil de calificar, al terreno de la estética. Nos dicen: “Es comprensible que haya sevillanos que les guste y a otros que no”. Todo lo “enrean” con el innoble propósito de desviar el meollo de las cuestiones. Las preguntas concretas que habría que plantearse serían: 1) ¿Puede la Ciudad “con la que nos está cayendo” hacer un desembolso de esta magnitud? 2) ¿Es la Encarnación y su entorno el sitio idóneo para este carísimo ejercicio arquitectónico de falsa modernidad? 3) ¿A que obedece el que se haya disparado el costo real con lo presupuestado en su fase preliminar? 4) ¿Ha conseguido ya Paco Lobatón localizar al arquitecto alemán padre de la idea”. Saldrían algunas preguntas más pero para que insistir si todas se quedarán sin respuestas. Paso por ese lugar obligado por mi ruta cotidiana y sinceramente duele levantar la cabeza y ver este carísimo mamotreto carente de sentido. Son desoladores los comentarios que hacen los paseantes que tienen una doble sensación de cabreo e indefensión. ¿Ha hecho bien la Mortaja eludiendo su paso por esta zona herida a perpetuidad? Sin ningún genero de dudas y, ojala cundiera el ejemplo. Pero al final iremos –o mejor irán- en fila india para asomarse a la nada desde encima de la nada. Nuestro señor Alcalde tiene proyectado poner por allí una tribuna con sillas, para que algunos sevillanos vean pasar las numerosas cofradías que por allí buscan la Carrera Oficial. Cuando pase algún tiempo y la frágil memoria de esta sufrida y permisiva Ciudad haya engullido esta tropelía urbanística, nadie sabrá quien –o quienes- la perpetraron. Créanme que aquello al final se habrá levantado solo y a unos costos bajísimos. Cerca, muy cerca de allí, se está dejando morir a la Iglesia de Santa Catalina y al Convento de San Leandro. Pero, nos dirán, “que cojones, que la arreglen los curas que solo saben pedir”. Quiera Dios que esta pesadilla de gestión pase pronto y podamos abrir una nueva etapa donde estas cosas no puedan volver a pasar. Los ataques -a la hora de destruir o de construir- a esta Ciudad forman parte indisoluble de su Historia de siempre. Cada etapa ha intentado superar a la anterior en el capitulo de los despropósitos y a fe que casi siempre lo han conseguido. Parece ser que será usted señor Zoido nuestro nuevo Alcalde. Le haría un primer ruego de sevillano comprometido con la causa de defender y cuidar a la Ciudad: rotule bien grande y lejos de los vándalos quienes eran los que mandaban en el Ayuntamiento cuando se edificaron estas “Setas”, sin bosques ni princesas encantadas pero, eso si, con muchos gnomos. Es importante que se sepa en el futuro quienes nos gobernaron y como fuimos capaces de resistir impasibles tantas tropelías y barbaridades.

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