“En la sociedad
globalizada nos creíamos
que lo veíamos todo
y ha resultado que
no vemos nada”
- Tatiana Bilbao –
Arquitecta.
Cuando escribo estas líneas es la tarde de un Sábado Santo. Acabo de ver en la
televisión como Nuestra Señora de la Esperanza trinitaria
pasa, henchida de belleza y sevillanía,
por la Plaza de La Campana (que Virgen más guapa y cuanto señorío atesora esta Hermandad). Siento en mis entrañas de sevillano que con el paso de Ella y con el profundo dolor de la Soledad
de soledades esto se está acabando. Pero,
lamentablemente, sería de necios no admitir que esta Semana Santa será recordada por los lamentables sucesos de la “Madrugá”. Estos salvajes
acontecimientos han abierto los noticiarios de todas las televisiones estatales
e incluso se han hecho eco de estos actos vandálicos distinto y renombrados
medios extranjeros. El Jueves Santo
me recogí después de hacer la
Estación de Penitencia con mi querida Hermandad de Pasión. Venía plenamente
reconfortado y dichoso. Me resultó de las más placenteras que recuerdo y me
sentí, una vez más, enormemente orgulloso de pertenecer a esta sevillana y
ejemplar Corporación. En mi tramo había gente muy joven que representa
un modelo de disciplina y cariño a unas tradiciones que unos energúmenos están
dispuestos a boicotear. Poco podía esperarme que al despertar con las primeras
luces del amanecer la radio me iba a dar tan malas y perversas noticias. Se han
cargado (era lo que pretendían) la “Madrugá”
y a muchas personas les han producido daños físicos y, sobre todo, psíquicos
que difícilmente podrán olvidar. Vivimos expuestos en el alambre de la
incertidumbre en una sociedad carente de valores cívicos y democráticos donde
el vandalismo, la intolerancia y la barbarie campan a sus anchas. Son
depositarios de la irracionalidad más salvaje y ante ellos no cabe más recurso
que aplicar tajantemente el peso de la Ley. Pero , a que negarlo, la
ciudadanía tiene la triste percepción de que gozan de una impunidad que les
hace crecerse cada día. Vivimos en Sevilla; pagamos nuestros impuestos en Sevilla y queremos que desde Sevilla se le ponga coto a esta pandilla
de desalmados (vamos a dejarnos ya de tanta monserga de “Aldea Global”). La Semana Santa de Sevilla siempre ha sido (y será) un fiel
reflejo de la época y la sociedad que le ha tocado vivir. Con el vandalismo con
claras muestras de grandes avances nuestra Semana
Santa se nos muestra en la actualidad con una fragilidad ciertamente
preocupante. Bien está invocar permanentemente desde el “buenismo” a los procesos educativos y regenerativos pero, a que
engañarnos, cuando un árbol tiene las raíces y las ramas podridas de poco sirve
ya mantenerlo a base riegos y abonos. ¿Mano dura entonces? Sinceramente tampoco creo que sea la solución
pues de sobras sabemos como se las gasta este país cuando tira de porra. Por si necesitamos algún ejemplo práctico de
posibles soluciones recurramos a un Juez
de Granada llamado don Emilio Calatayud. Mientras tanto las arcas de los Ayuntamientos tendrán que seguir
invirtiendo millones en reparar los estragos del vandalismo y la limpieza de
las continuas “botellonas”. Dicho esto y para ser justos debemos
reconocer que nuestras autoridades locales y nacionales prestan un excelente
servicio para el buen discurrir de nuestra Semana
Mayor. La Policía
Local y la
Nacional trabajan
por encima de sus posibilidades y LIPASAM
se esmera en defender a la Ciudad de los ataques
de tanto guarro como estos días (y el resto del año) anda suelto.
Recordemos, eso si, los buenos momentos vividos y esperemos
que más pronto que tarde el sentido de la Democracia sea un ejercicio de responsabilidad y
respeto hacia las vidas ajenas. Lo
cierto es que cuando ya son muchos los años cumplidos cuesta trabajo no militar
en las filas de los escépticos. Aunque
por esta tierra de soles rigurosos y lunas plateadas siempre nos quedará La
Esperanza.
Juan Luis Franco – Domingo de Resurrección de 2017
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