viernes, 21 de noviembre de 2025

Gastar mucho para vivir poco


Todo queda ya reducido a entrar de cabeza y sin paracaídas en la planicie del voraz e implacable consumismo. Gastar sin freno en cosas que en el medio plazo quedan amortizadas por otras que las sustituyen. Demostrado queda que no es lo mismo consumir que consumismo. Lo primero entraría de lleno en cubrir necesidades primarias (cosas que muchas personas, incluyendo niños, no pueden hacer) de una supervivencia donde se intenten cubrir aquellas cosas que demanda nuestro cuerpo y, a ser posible, también nuestra alma. Lo segundo es la programación hábilmente ejecutada por otros y que nos inculcan todas las formas posible para que compremos muchas cosas inútiles y fácilmente prescindibles. Aquí la Publicidad con sus grandes dotes de seducción juegan un papel predominante. No es casual que el sostén financiero de muchas Empresas dependa de la Publicidad que contraten sus servicios. Audiencia y Publicidad siempre suelen caminar cogidas de la mano. Esto no es malo por si mismo y el meollo de la cuestión siempre será que tipo de cosas se nos están publicitando. Siempre será la Ética (hoy completamente desaparecida en casi todos segmentos de la Sociedad Española) quién determine que productos responden y cuales no a la calidad del producto que nos están vendiendo. La buena o mala publicidad quedan en muchas ocasiones oscurecidas por el montante de dinero que siempre hay en juego. Es nuestra tarea intentar racionalizar lo que compramos; a quien se lo compramos y como lo pagamos. No terminamos de convencernos que la vida se fundamenta en tener tiempo libre para poder disfrutarlo en aquello que nos hace crecer como humanos. Vivir no puede consistir solo en acumular cosas inútiles que terminan durmiendo el sueño de lo efímero y volátil dentro de un cajón. Tiempo, la vida es fundamentalmente tiempo y del uso que hagamos de él dependerá si nuestra vida ha merecido la pena. Gastar la vida en cosas que nos humanicen.
Todo se hace de manera compulsiva. Compramos la Lotería de Navidad (por si tocara donde veraneamos) en Agosto. Empezamos a comer mantecados en Octubre y encendemos las luces de Navidad a mediados de Noviembre. Han convertido al Niño Jesús en sietemesino. El origen de la Fiesta (la Natividad) ni está ni se le espera. Todo se hace para que el dinero duerma lo menos posible en los bolsillos de la gente. Este año se celebra en nuestra Ciudad (¡por fin!) que los adornos navideños de las calles tendrán algunos elementos de la Cristiandad. Pero entonces, ¿aquí que es lo que celebrábamos? ¿No se trataba del Nacimiento de quien responderá al nombre del Mesías? Todo queda al final relegado envuelto en papel de regalo y parafernalia consumista. Regalar y recibir regalos es hermoso y cuando se hacen de corazón nos resulta altamente gratificante. Aunque tampoco estaría de más regalar de vez en cuando Amor, Solidaridad, Paz, Buenas Intenciones y Empatía con quienes peor lo están pasando. Siempre sin olvidar que las necesidades fundamentales de muchos niños no se resuelven tan solo con una muñeca o un balón. ¿Demagogia? Puede ser pero que nadie intenté buscar a Dios en los escaparates de las tiendas o en los excesos que otros nos programan para que piquemos el anzuelo. Santa Teresa buscaba a Dios en los pucheros. Lo importante es siempre buscarlo ( a ser posible en clave machadiana). La Fiesta de los niños donde todo gira (o debía girar) en torno al Niño de todos los niños. Gastar mucho para vivir poco.

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