Desde hace unos años se ha puesto de moda colocar imanes de distinta índole en las puertas de los congeladores de los frigoríficos. Son referencias porosas de nuestros sentires y aficiones. Una manera de crear mundos exteriores al frigo donde la vida se nos muestra firmemente pegada a través de los imanes. La mañana del sábado, mientras colocaba en el interior del frigo las viandas correspondientes, me entretuve en recontar los imanes allí colocados. Me salían un total de 23 imanes y ya el espacio disponible está copado casi en su totalidad. Aunque siempre se puede hacer un pequeño hueco si el imán a colocar mereciera la pena. Nunca es tarde si el imán es bueno.
Los imanes de mi frigo tienen un orden cronológico que tengo perfectamente controlado. El primero que abrió la terna fue uno de Mapfre-Hogar con un numero de teléfono por si el vecino de arriba se dejaba algún grifo abierto. Ya y de manera paulatina aquello fue un no parar. En la parte más espiritual allí están el Señor de la Salud de San Nicolás; Pasión; el Gran Poder; la Esperanza Macarena y también el Cachorro y la Candelaria. Tampoco podían faltar algunos dedicados al Equipo de mis amores y desvelos. Tres imanes con escudos del Betis de distintas épocas. Siempre con la esperanza de que ellos me ayuden a que el interior del frigo nunca lo tenga vacío. Cuando Dios aprieta y nos pone la vida en números rojos siempre se empieza por desalojar los frigoríficos.
Allí imantados a mis sentimientos flamencos están Camarón, Paco de Lucía y Enrique Morente. Imanes de distintas zonas de Sevilla incluyendo tres dedicados al Barrio de Triana. Uno muy querido de Santiago Apóstol que me trajo mi nieto procedente de tierras gallegas. Una lagartija, entre verdosa y azulada, que inevitablemente me recuerda a las que aparecían en las pantallas de los cines de verano. Sinceramente este ultimo imán de la lagartija no recuerdo si fue un regalo o una compra. Igual se coló reptando por la pared hasta la ventana de la cocina. Los caminos de las lagartijas son variopintos y misteriosos (por favor no hacerles daño que son altamente beneficiosas en el equilibrio de la Naturaleza). Había en mi generación niños diabólicos que les cortaban el rabo para poder disfrutar de como se seguía moviendo incluso fuera del cuerpo de la lagartija.
Los imanes se agarran fuertemente a los exteriores de los frigoríficos como también nosotros nos agarramos con fuerza a los interiores de nuestras vidas. Todo en clave de perfecto ensamblaje en las agarraderas. Lo imantado como fuerza telúrica para que nuestro despegue definitivo se produzca con los menores desgarros posibles. La Tierra tiene efectos naturales de imantación y los astros bambolean en el universo buscando siempre el imantarse unos con otros. Un pequeño imán estampado en un frigorífico no deja de ser un pequeño retazo de nuestra personalidad. Una agarradera existencial.
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