Debo reconocer que concurren en mi persona dos elementos fundamentales que a la postre han configurado mi personalidad. Han sido: mi capacidad de soñar y mis dotes de observación. Esto no implica confundir ambos términos. Pues el dejar volar la imaginación no esta reñido con empaparse de la realidad, ni observar implica escudriñar malévolamente las vidas ajenas. Hago mía la frase de Vito Corleone en “El Padrino”…..”me dá igual como viva cada hombre siempre que no afecte a mis intereses”. Vive y deja vivir. No fiscalizar la vida de aquellos/as que no son ni piensan como tú, pero que tampoco dañan tus intereses ni los de la Sociedad donde viven. He visto decenas de veces “La ventana indiscreta”, donde James Stewart convaleciente con una pierna escayolada, “espiaba” a sus vecinos para, observando sus comportamientos, averiguar la verdad que encerraban sus existencias. No era la actitud típica y morbosa de un ventanero, sino más bien refundir el trabajo de campo de un sociólogo y un psicólogo. Observar desde el respeto y una curiosidad existencial el día a día de las personas que te rodean, pueden enseñarte mas que cien tratados sociológicos.
Exceptuando un breve paréntesis como automovilista, mi vida ha transcurrido – y transcurre- de autobús en autobús. Soy usuario en el día a día de los mismo, y dudo mucho que exista una posibilidad mejor de constrastar como se comporta y piensa la gente. Yo recomendaría a nuestros administradores municipales y a los de la oposición, que se mezclaran con el personal en los trayectos de los autobuses. Seguro que no encontrarían un termómetro social y político mas fidedigno de lo que piensa y demanda la ciudadanía. El discurrir urbano de una persona motorizada, implica una dosis de hermetismo, soledad y control que lo convierte en una especie de Robinson Crusoe en la jungla del asfalto. Se ha dicho muchas veces que muchas personas al tomar un volante en sus manos, se transforman en otras bien distintas a las que son en realidad.
He conocido curiosos casos humanos -a través de observarlos y analizarlos- de toda índole. Como muestra un botón: recuerdo en la última casa donde vivi a una vecina soltera que en principio vivía junto a su madre, y al fallecimiento de esta ya definitivamente sola. Tenía un amante que la visitaba exclusivamente –y sin faltar contra viento y marea- los domingos por las mañanas. Siempre subía a verla con un papelón de calentito y dos o tres revistas del corazón bajo el brazo. Cuando me tropezaba con él me saludaba de manera tenue y siempre con prisas y sin levantar la cabeza. Para mí este comportamiento no era extraño pues lo conocía de toda la vida de la zona donde me crié. Sabía que estaba casado y con hijos ya mayores, y cuando visitaba mi antiguo barrio era frecuente verlo con todo el Libro de Familia a cuesta. Las visitas dominicales a mi vecina nunca sobrepasaban las dos horas. Yo me preguntaba….¿serían los calentitos una maniobra para distraer a la madre, mientras él le guardaba “la porra” a mi vecina?. ¿Y las revistas del corazón?. ¿Sería para convencerla que en el mundo del artisteo y la Jet-set es frecuente tener esposa y amante?. Y su santa esposa, ¿no se extrañaba de que todos los domingos desayunase fuera y solo?.
Mi vecina –excelente persona donde las haya- planificaba su vida entre el trabajo y su casa. Con mi familia mantenía una excelente relación y era muy detallista con mis hijas. Cuando algún domingo estaba charlando con nosotros –cosa que hacía con frecuencia- y miraba el reloj decía…..” uy, me voy que hasta al llegar mi chati” (huelga decir que “su chati” era el de los calentitos). Nadie les vió nunca juntos en ningún momento o lugar. Ella alquilaba un piso en Chipiona en el mes de Agosto ( “el Chati” alquilaba otro con su familia). Lo que ya ignoro, es si en vacaciones las visitas furtivas con el papelón de calentitos, el “Diez Minutos”, el “Semana” y el “Hola” serían dominicales o diarias. Lo dicho, observar sin fiscalizar. Vivían su vida –como millones de personas- a su manera y saltándose a la torera ataduras y convencionalismos sociales. Ya lo cantaba el Rey del Bolero, don Antonio Machín, ….”y ahoras puedes tú saber como se pueden querer dos mujeres a la vez y no estar loco”.
Exceptuando un breve paréntesis como automovilista, mi vida ha transcurrido – y transcurre- de autobús en autobús. Soy usuario en el día a día de los mismo, y dudo mucho que exista una posibilidad mejor de constrastar como se comporta y piensa la gente. Yo recomendaría a nuestros administradores municipales y a los de la oposición, que se mezclaran con el personal en los trayectos de los autobuses. Seguro que no encontrarían un termómetro social y político mas fidedigno de lo que piensa y demanda la ciudadanía. El discurrir urbano de una persona motorizada, implica una dosis de hermetismo, soledad y control que lo convierte en una especie de Robinson Crusoe en la jungla del asfalto. Se ha dicho muchas veces que muchas personas al tomar un volante en sus manos, se transforman en otras bien distintas a las que son en realidad.
He conocido curiosos casos humanos -a través de observarlos y analizarlos- de toda índole. Como muestra un botón: recuerdo en la última casa donde vivi a una vecina soltera que en principio vivía junto a su madre, y al fallecimiento de esta ya definitivamente sola. Tenía un amante que la visitaba exclusivamente –y sin faltar contra viento y marea- los domingos por las mañanas. Siempre subía a verla con un papelón de calentito y dos o tres revistas del corazón bajo el brazo. Cuando me tropezaba con él me saludaba de manera tenue y siempre con prisas y sin levantar la cabeza. Para mí este comportamiento no era extraño pues lo conocía de toda la vida de la zona donde me crié. Sabía que estaba casado y con hijos ya mayores, y cuando visitaba mi antiguo barrio era frecuente verlo con todo el Libro de Familia a cuesta. Las visitas dominicales a mi vecina nunca sobrepasaban las dos horas. Yo me preguntaba….¿serían los calentitos una maniobra para distraer a la madre, mientras él le guardaba “la porra” a mi vecina?. ¿Y las revistas del corazón?. ¿Sería para convencerla que en el mundo del artisteo y la Jet-set es frecuente tener esposa y amante?. Y su santa esposa, ¿no se extrañaba de que todos los domingos desayunase fuera y solo?.
Mi vecina –excelente persona donde las haya- planificaba su vida entre el trabajo y su casa. Con mi familia mantenía una excelente relación y era muy detallista con mis hijas. Cuando algún domingo estaba charlando con nosotros –cosa que hacía con frecuencia- y miraba el reloj decía…..” uy, me voy que hasta al llegar mi chati” (huelga decir que “su chati” era el de los calentitos). Nadie les vió nunca juntos en ningún momento o lugar. Ella alquilaba un piso en Chipiona en el mes de Agosto ( “el Chati” alquilaba otro con su familia). Lo que ya ignoro, es si en vacaciones las visitas furtivas con el papelón de calentitos, el “Diez Minutos”, el “Semana” y el “Hola” serían dominicales o diarias. Lo dicho, observar sin fiscalizar. Vivían su vida –como millones de personas- a su manera y saltándose a la torera ataduras y convencionalismos sociales. Ya lo cantaba el Rey del Bolero, don Antonio Machín, ….”y ahoras puedes tú saber como se pueden querer dos mujeres a la vez y no estar loco”.
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