Evidentemente no solo corren malos tiempos para la lírica, sino lo que es peor: también para la calma, el sosiego y la…..bueno, dejemos de momento aparcada la esperanza por si fuera verdad que es lo último que se pierde. Constatando la realidad y sin entrar en falsos alarmismos, podemos afirmar al día de hoy que los andaluces –haciendo honor a nuestra fama de “exageraos- no estamos inmersos en una crisis, tampoco en dos, son definitivamente tres. Al igual que el número de los Reyes Magos de Oriente. Tres por falta de una. Tenemos primero la que afecta a todos los países desarrollados (¿). Luego una más concreta que nos “regala” nuestro sufrido y amado país. La última y tercera es la que nos “aporta” nuestra querida Andalucía. Son tres como los ases de una baraja. Solo que la misma estaba trucada por los tahúres de las finanzas y la política, y nadie pareció darse cuenta que nos hacían trampas y se lo llevaban “calentito”.
Reconozco que en un ejercicio de masoquismo me empapé casi en su totalidad el último debate sobre el Estado de la Nación. Esperaba –como muchos ciudadanos- que dado la que estaba cayendo, hubiera un sentimiento de cordura por parte de los dos principales partidos de este país. Un Pacto de Estado (¿les suena los de la Moncloa?) para sacar a España del grave atolladero donde está metida, remando todos en la misma dirección. Craso error, pues como siempre cada uno a defender a muerte su territorio electoral. El partido gobernante a lo suyo: distraer al personal de los problemas fundamentales con maniobras en plan cheque-regalos de “elcorteinglé”. Nos dicen que la culpa de que no remontemos el vuelo la tiene la oposición que se niega a colaborar. ¿Existe elaborado (de verdad y en serio) un plan estratégico para salir de la crisis?. ¿Qué colaboración por tanto le piden a la oposición?. Estos a su vez acusan al Gobierno de ir a la deriva y no dar una a derechas (ni a izquierdas). Lo culpan de todo lo habido y por haber, empujando la diligencia por el desfiladero para ver si se termina cayendo al vacio. Se trata de descargar toda la artillería sobre el Partido en el poder para un oportuno recambio. Los intereses generales de los sufridos ciudadanos quedan olvidados y aparcados. Tanto por unos como por otros. De nuevo -¿y van?- toma cuerpo y forma la teoría de las dos España, que tan agudamente nos recordaba don Antonio Machado….”Españolito que vienes al mundo te guarde Dios, una de las dos Españas ha de helarte el corazón”.
El noble y productivo espíritu de la Transición española se ha difuminado en los últimos tiempos de una manera sumamente penosa. No sería justo escamotearle a nuestro actual Presidente del Gobierno los méritos atesorados en esta cuestíon. La “eficaz” tarea del creado Ministerio de la Igualdad con su titular (¿o es titulara?) al frente es sintomática (por cierto que culpa tienen los vecinos del bonito pueblo gaditano de Alcalá de los Gazules para que vayan allí a montarles “el pollo”). ¡Que hemos hecho para merecer esto!.
Cuando Adolfo Suárez, Felipe González y José María Aznar (en su primera etapa) habían conseguido enterrar históricamente los ruidos de sables, consiguiendo que España avanzara hacía la modernidad a través de un ejemplar proceso democrático, llegaron don José Luís y don Mariano para ponerlo todo patas arribas. Los debates constructivos se convirtieron en agrias y desaforadas polémicas. Los nacionalistas notaron sus “sacos” vacios y empezaron a afilar sus cuchillos. La culpa la tiene siempre el infame centralismo español que los “oprime” (llamarse oprimidos desde el País Vasco o Cataluña cuando tienen la Renta per cápita más alta de España, la tasa más baja de paro, poseen además el mayor número de camas hospitalarias, y también disponen de las mejores infraestructuras viarias y el mayor número de plazas universitarias, se nos antoja desmesurado. ¿Opresión? ¡entonces como llamamos a lo de Andalucia “miarmas!.
Si en algo coinciden todos los analistas caseros o foráneos, es en el gran fracaso de la Educación en España. La alternancia en el poder no ha logrado subsanar graves defectos en el fondo y en la forma. No se ha logrado –fundamentalmente- sustituir metodos dictatoriales por disciplina responsable. No se han conjugado derechos con deberes. Ni se ha cambiado pasotismo por solidaridad. La carencia de valores es alarmante y algo se habrá hecho mal –después de varios planes educativos-, para que un amplio sector de nuestra juventud pase de todo y solo esperen ansiosos la hora de la “botellona” y los “canutos”. Bien es verdad que no son todos pero tampoco son “cuatro gatos”.
Pero como en España todo es manifiestamente empeorable, las últimas médidas gubernamentales son dignas del legado esperpéntico de don Ramón María del Valle-Inclán. Las menores no pueden comprar alcohol o tabaco en ningún establecimiento, pero si pueden abortar o comprar sin receta la píldora del día después (¿seguro que esta no tiene contraindicaciones?). Todo esto –evidentemente- sin permiso ni conocimiento de sus padres. ¿Cómo se puede aconsejar a los hijos ante fallos educacionales –el embarazo no deseado lo és- sin conocer estos “detallitos”? ¿Qué interés existe en abrir cada día mas la brecha entre padres e hijos?. Lo de los ordenares portátiles regalados es el chocolate del loro. ¿La mayoría de los jóvenes los van a utilizar como una eficaz herramienta de trabajo en sus estudios y no para chatear y perder el tiempo?. ¿Quiénes serán los responsables de garantizar un uso eficaz de estos ordenadores?. ¿Los padres, los profesores o los Presidentes de la Comunidad de los bloques?. ¿Va a redundar esto en una mejor calidad de la enseñanza?. A esto se le llama toreo de salón. Bonito, rumboso, pero contra mas lejos del toro (la realidad) mucho mejor.
Afortunadamente no todas las medidas son negativas. Se van conceder cheques-regalos de mil euros (creo que quinientos el Gobierno y los restantes las Comunidades autónomas, más otros mil que aportarían algunos concesionarios) para relanzar la venta de vehículos. Así el que necesite urgentemente cambiar de coche ya podrá hacerlo. De los cinco años que tendrá que pagar la “roncha”, ya sabe que los tres primeros meses los invita el Gobierno. Algo es algo ¿no?. Lo dicho, la Historia de España desde nuestros ancestros mas remotos ha estado plagada de sangrientas contiendas. Episodios y gestas de las mas diversas. Grandes personajes y perversos personajillos. Pero aburridos, lo que se dice aburridos, no nos han tenido nunca. Instalados permanentemente en la tragicomedia si se quiere pero aburridos jamás. ¡Libertad, pobre libertad, cuantos desmanes se cometen en tu nombre!.
Reconozco que en un ejercicio de masoquismo me empapé casi en su totalidad el último debate sobre el Estado de la Nación. Esperaba –como muchos ciudadanos- que dado la que estaba cayendo, hubiera un sentimiento de cordura por parte de los dos principales partidos de este país. Un Pacto de Estado (¿les suena los de la Moncloa?) para sacar a España del grave atolladero donde está metida, remando todos en la misma dirección. Craso error, pues como siempre cada uno a defender a muerte su territorio electoral. El partido gobernante a lo suyo: distraer al personal de los problemas fundamentales con maniobras en plan cheque-regalos de “elcorteinglé”. Nos dicen que la culpa de que no remontemos el vuelo la tiene la oposición que se niega a colaborar. ¿Existe elaborado (de verdad y en serio) un plan estratégico para salir de la crisis?. ¿Qué colaboración por tanto le piden a la oposición?. Estos a su vez acusan al Gobierno de ir a la deriva y no dar una a derechas (ni a izquierdas). Lo culpan de todo lo habido y por haber, empujando la diligencia por el desfiladero para ver si se termina cayendo al vacio. Se trata de descargar toda la artillería sobre el Partido en el poder para un oportuno recambio. Los intereses generales de los sufridos ciudadanos quedan olvidados y aparcados. Tanto por unos como por otros. De nuevo -¿y van?- toma cuerpo y forma la teoría de las dos España, que tan agudamente nos recordaba don Antonio Machado….”Españolito que vienes al mundo te guarde Dios, una de las dos Españas ha de helarte el corazón”.
El noble y productivo espíritu de la Transición española se ha difuminado en los últimos tiempos de una manera sumamente penosa. No sería justo escamotearle a nuestro actual Presidente del Gobierno los méritos atesorados en esta cuestíon. La “eficaz” tarea del creado Ministerio de la Igualdad con su titular (¿o es titulara?) al frente es sintomática (por cierto que culpa tienen los vecinos del bonito pueblo gaditano de Alcalá de los Gazules para que vayan allí a montarles “el pollo”). ¡Que hemos hecho para merecer esto!.
Cuando Adolfo Suárez, Felipe González y José María Aznar (en su primera etapa) habían conseguido enterrar históricamente los ruidos de sables, consiguiendo que España avanzara hacía la modernidad a través de un ejemplar proceso democrático, llegaron don José Luís y don Mariano para ponerlo todo patas arribas. Los debates constructivos se convirtieron en agrias y desaforadas polémicas. Los nacionalistas notaron sus “sacos” vacios y empezaron a afilar sus cuchillos. La culpa la tiene siempre el infame centralismo español que los “oprime” (llamarse oprimidos desde el País Vasco o Cataluña cuando tienen la Renta per cápita más alta de España, la tasa más baja de paro, poseen además el mayor número de camas hospitalarias, y también disponen de las mejores infraestructuras viarias y el mayor número de plazas universitarias, se nos antoja desmesurado. ¿Opresión? ¡entonces como llamamos a lo de Andalucia “miarmas!.
Si en algo coinciden todos los analistas caseros o foráneos, es en el gran fracaso de la Educación en España. La alternancia en el poder no ha logrado subsanar graves defectos en el fondo y en la forma. No se ha logrado –fundamentalmente- sustituir metodos dictatoriales por disciplina responsable. No se han conjugado derechos con deberes. Ni se ha cambiado pasotismo por solidaridad. La carencia de valores es alarmante y algo se habrá hecho mal –después de varios planes educativos-, para que un amplio sector de nuestra juventud pase de todo y solo esperen ansiosos la hora de la “botellona” y los “canutos”. Bien es verdad que no son todos pero tampoco son “cuatro gatos”.
Pero como en España todo es manifiestamente empeorable, las últimas médidas gubernamentales son dignas del legado esperpéntico de don Ramón María del Valle-Inclán. Las menores no pueden comprar alcohol o tabaco en ningún establecimiento, pero si pueden abortar o comprar sin receta la píldora del día después (¿seguro que esta no tiene contraindicaciones?). Todo esto –evidentemente- sin permiso ni conocimiento de sus padres. ¿Cómo se puede aconsejar a los hijos ante fallos educacionales –el embarazo no deseado lo és- sin conocer estos “detallitos”? ¿Qué interés existe en abrir cada día mas la brecha entre padres e hijos?. Lo de los ordenares portátiles regalados es el chocolate del loro. ¿La mayoría de los jóvenes los van a utilizar como una eficaz herramienta de trabajo en sus estudios y no para chatear y perder el tiempo?. ¿Quiénes serán los responsables de garantizar un uso eficaz de estos ordenadores?. ¿Los padres, los profesores o los Presidentes de la Comunidad de los bloques?. ¿Va a redundar esto en una mejor calidad de la enseñanza?. A esto se le llama toreo de salón. Bonito, rumboso, pero contra mas lejos del toro (la realidad) mucho mejor.
Afortunadamente no todas las medidas son negativas. Se van conceder cheques-regalos de mil euros (creo que quinientos el Gobierno y los restantes las Comunidades autónomas, más otros mil que aportarían algunos concesionarios) para relanzar la venta de vehículos. Así el que necesite urgentemente cambiar de coche ya podrá hacerlo. De los cinco años que tendrá que pagar la “roncha”, ya sabe que los tres primeros meses los invita el Gobierno. Algo es algo ¿no?. Lo dicho, la Historia de España desde nuestros ancestros mas remotos ha estado plagada de sangrientas contiendas. Episodios y gestas de las mas diversas. Grandes personajes y perversos personajillos. Pero aburridos, lo que se dice aburridos, no nos han tenido nunca. Instalados permanentemente en la tragicomedia si se quiere pero aburridos jamás. ¡Libertad, pobre libertad, cuantos desmanes se cometen en tu nombre!.
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