A Manuel Henares Ortega, frondosa rama del tronco del Faraón.
El próximo 7 de julio se cumplirá un siglo del nacimiento de Manuel Ortega Juárez. Manolo Caracol para la gloria eterna del Cante Flamenco. Nace en el Corral del Fraile en la calle de las Lumbreras, epicentro de la Alameda sevillana. Estos días –afortunadamente- la Ciudad que le vió nacer está rindiendo pleitesía a quién posiblemente haya representado la cumbre suprema del Arte Jondo. Numerosos han sido los actos y referencias a su personalidad artística y cantaora. Como colofón se ha restituido –despues de una larga estancia en la Casa de las Sirenas- su monumento en la Alameda. Por cierto Sebastián Santos, escultor del mismo, ha manifestado su disconformidad con que hayan variado el pedestal sin ni siquiera consultarle. Aquí es difícil que te regalen una rosa sin que te cortes con alguna espina. Volvamos a Caracol que es lo que hoy nos ocupa. Este genio cantaor de la Alameda de Hércules proviene de una saga cantaora y torera que no tiene parangón en nuestra piel de toro. Hagamos un somero recordatorio sobre el particular: es tataranieto de el Planeta. Biznieto de Enrique el Gordo y Curro Durse. Sobrino-nieto de el Paquiro y del Cuco. Nieto de el Aguila. Sobrino de Gabriela Ortega. Primo de Enrique el Almendro (de quien se dice tomó sus famosos fandangos caracoleros). Primo de Joselito. Hijo de Caracol el del Bulto (un personaje con un gracejo y unas ocurrencias verdaderamente memorables). Padre de Lola, Enrique, Manuela y Luisa Ortega. Suegro de Arturo Pavón. En fin, para no extenderme más aquí dejamos este frondoso y artístico árbol andalúz . Podemos añadir que su padre era gaditano y su madre malagueña. Nunca en nuestro terruño se dieron concatenados tantos artístas del Flamenco y el Toreo.
Manolo Caracol se dá a conocer siendo un niño (era conocido como el Niño de Caracol) en el Concurso de Cante Jondo de Granada. El mismo que en 1922 organizaron Falla, Garcia Lorca, Zuloaga y Andrés Segovia entre otros. Don Antonio Chacón presidia el jurado. Quedó ganador Diego Bermudez “el Tenazas de Morón”, que contaba con 72 años de edad. Se premió con un accésit al Niño de Caracol, que fue la verdadera sensación del Concurso formando un gran revuelo.
La vida cantaora y artística de Caracol desde entonces es tan extensa y fructífera que os remito al excelente libro que Catalina León Benítez ha escrito sobre el cantaor sevillano (Manolo Caracol – Cante y pasión – Edit.Almuzara). En el breve espacio de este Toma de Horas no podríamos ni relatar la boda de Caracol, que duró tres días con sus correspondientes noches. Por cierto se casó en San Lorenzo con una guapísima jerezana llamada Luisa Gómez Junquera, actuando de padrino el torero Cagancho.
Dos son los pilares donde se sustentan y toman forma mis sentires flamencos: Manuel Vallejo y Manolo Caracol. Esto no es obice para reconocer que la cima del Cante Flamenco la configuran dos hermanos gitanos nacidos en la Puerta Osario, me refiero claro está a Tomás Pavón y a la Niña de los Peines.
Ni que decir tiene que el mayor artista que ha dado este Arte parido y amamantado en Andalucía ha sido Pepe Marchena. Nunca en mis largos años de aficionado y estudioso del Flamenco “entre al trapo” en la falsa polémica generada a principios de los setenta. La misma consistía en diferenciar peyorativamente el Cante-gitano del Cante-payo y el “Cante-grande” del “Cante-chico”.
El Cante lo hace grande en definitiva quien lo interpreta. Lo demás son teorías con los pies de barro. Esto, aunque algunos todavía anden erre que erre, ya ha pasado al olvido de lo culturalmente vacio y sin contenido dialéctico.
El Cante se asienta en la nebulosa de los tiempos en los ecos de el Planeta, el Fillo o Tomás el Nitri. Luego aparece la mítica figura de Silverio (el llamado Papa del Cante) para poner orden y futuro en este anárquico estado de ecos dispersos. Don Antonio Chacón y Manuel Torre abren dos vías distintas pero complementarias, que ya con la plena incoporación de la guitarra, dejarían marcada la senda por donde discurriría el Arte Jondo hasta nuestros días. Sin obviar, claro está, la excelsa e importantísima figura gaditana de Enrique el Mellizo. Ya, dentro de la contemporaneidad, el Maestro de los Alcores Antonio Mairena, sellaría con su impagable legado y su espléndido discurso cantaor el Cante con las mas nobles expresiones culturales. Como colofón histórico-cantaor,Antonio Fernández Díaz “Fosforito” se nos presenta –tanto en el fondo como en la forma- como un elemento vertebredor de primerísima importancia flamenca. A partir de aquí el Cante esta hecho y estructurado definitivamente, los que esten por venir bastante harán con aportar sin estropear este magnífico edificio sonoro flamenco. En los últimos tiempos apareció un gitanillo rubio de la Isla de San Fernando llamado José Monge Cruz “Camarón”, que definitivamente instalaría al Cante –con la mágica guitarra de Paco de Lucía- dentro de la modernidad mas exquisita (lo que hayan hecho de su herencia flamenca “sus herederos cantaores” nunca será culpa suya).
Caracol, en todo este discurrir flamenco de algo más de dos siglos, se nos aparece nimbado con una aureola de auténtico genio del Cante. No necesita ninguna llave pues el posee el llavero entero. Es a la vez ortodoxo y heterodoxo. Su Cante araña las paredes del alma, y los distintos estilos pasan por su garganta empapandonos de lágrimas negras y pétalos de rosas al paso de la Macarena. Manolo Caracol no es el mejor Cantaor, es algo más: es la personificación suprema del Cante. Ni más ni menos.
Para terminar –y sin ánimo de pontificar, pues ya hace tiempo que me jubilé del Flamenco activo- hoy se observa una cierta tendencia en el Cante hacia la lírica. Suena bonito pero sin alma. Mal camino creo que es este, pues musicalmente el Flamenco y el Jazz no se pueden encorsetar en un pentagrama. Pediría a modo de ruego -por el bien del Cante- a algunos cantaores de la actual élite flamenca que escuchen la extensa y rica discografía caracolera. Sin exclusión de nada ni de nadie, pues Caracol representa el Cante del pasado, del presente y del futuro. ¡Gloria eterna al Genio de la Alameda sevillana y a cuántos dieron grandeza al Flamenco!.
El próximo 7 de julio se cumplirá un siglo del nacimiento de Manuel Ortega Juárez. Manolo Caracol para la gloria eterna del Cante Flamenco. Nace en el Corral del Fraile en la calle de las Lumbreras, epicentro de la Alameda sevillana. Estos días –afortunadamente- la Ciudad que le vió nacer está rindiendo pleitesía a quién posiblemente haya representado la cumbre suprema del Arte Jondo. Numerosos han sido los actos y referencias a su personalidad artística y cantaora. Como colofón se ha restituido –despues de una larga estancia en la Casa de las Sirenas- su monumento en la Alameda. Por cierto Sebastián Santos, escultor del mismo, ha manifestado su disconformidad con que hayan variado el pedestal sin ni siquiera consultarle. Aquí es difícil que te regalen una rosa sin que te cortes con alguna espina. Volvamos a Caracol que es lo que hoy nos ocupa. Este genio cantaor de la Alameda de Hércules proviene de una saga cantaora y torera que no tiene parangón en nuestra piel de toro. Hagamos un somero recordatorio sobre el particular: es tataranieto de el Planeta. Biznieto de Enrique el Gordo y Curro Durse. Sobrino-nieto de el Paquiro y del Cuco. Nieto de el Aguila. Sobrino de Gabriela Ortega. Primo de Enrique el Almendro (de quien se dice tomó sus famosos fandangos caracoleros). Primo de Joselito. Hijo de Caracol el del Bulto (un personaje con un gracejo y unas ocurrencias verdaderamente memorables). Padre de Lola, Enrique, Manuela y Luisa Ortega. Suegro de Arturo Pavón. En fin, para no extenderme más aquí dejamos este frondoso y artístico árbol andalúz . Podemos añadir que su padre era gaditano y su madre malagueña. Nunca en nuestro terruño se dieron concatenados tantos artístas del Flamenco y el Toreo.
Manolo Caracol se dá a conocer siendo un niño (era conocido como el Niño de Caracol) en el Concurso de Cante Jondo de Granada. El mismo que en 1922 organizaron Falla, Garcia Lorca, Zuloaga y Andrés Segovia entre otros. Don Antonio Chacón presidia el jurado. Quedó ganador Diego Bermudez “el Tenazas de Morón”, que contaba con 72 años de edad. Se premió con un accésit al Niño de Caracol, que fue la verdadera sensación del Concurso formando un gran revuelo.
La vida cantaora y artística de Caracol desde entonces es tan extensa y fructífera que os remito al excelente libro que Catalina León Benítez ha escrito sobre el cantaor sevillano (Manolo Caracol – Cante y pasión – Edit.Almuzara). En el breve espacio de este Toma de Horas no podríamos ni relatar la boda de Caracol, que duró tres días con sus correspondientes noches. Por cierto se casó en San Lorenzo con una guapísima jerezana llamada Luisa Gómez Junquera, actuando de padrino el torero Cagancho.
Dos son los pilares donde se sustentan y toman forma mis sentires flamencos: Manuel Vallejo y Manolo Caracol. Esto no es obice para reconocer que la cima del Cante Flamenco la configuran dos hermanos gitanos nacidos en la Puerta Osario, me refiero claro está a Tomás Pavón y a la Niña de los Peines.
Ni que decir tiene que el mayor artista que ha dado este Arte parido y amamantado en Andalucía ha sido Pepe Marchena. Nunca en mis largos años de aficionado y estudioso del Flamenco “entre al trapo” en la falsa polémica generada a principios de los setenta. La misma consistía en diferenciar peyorativamente el Cante-gitano del Cante-payo y el “Cante-grande” del “Cante-chico”.
El Cante lo hace grande en definitiva quien lo interpreta. Lo demás son teorías con los pies de barro. Esto, aunque algunos todavía anden erre que erre, ya ha pasado al olvido de lo culturalmente vacio y sin contenido dialéctico.
El Cante se asienta en la nebulosa de los tiempos en los ecos de el Planeta, el Fillo o Tomás el Nitri. Luego aparece la mítica figura de Silverio (el llamado Papa del Cante) para poner orden y futuro en este anárquico estado de ecos dispersos. Don Antonio Chacón y Manuel Torre abren dos vías distintas pero complementarias, que ya con la plena incoporación de la guitarra, dejarían marcada la senda por donde discurriría el Arte Jondo hasta nuestros días. Sin obviar, claro está, la excelsa e importantísima figura gaditana de Enrique el Mellizo. Ya, dentro de la contemporaneidad, el Maestro de los Alcores Antonio Mairena, sellaría con su impagable legado y su espléndido discurso cantaor el Cante con las mas nobles expresiones culturales. Como colofón histórico-cantaor,Antonio Fernández Díaz “Fosforito” se nos presenta –tanto en el fondo como en la forma- como un elemento vertebredor de primerísima importancia flamenca. A partir de aquí el Cante esta hecho y estructurado definitivamente, los que esten por venir bastante harán con aportar sin estropear este magnífico edificio sonoro flamenco. En los últimos tiempos apareció un gitanillo rubio de la Isla de San Fernando llamado José Monge Cruz “Camarón”, que definitivamente instalaría al Cante –con la mágica guitarra de Paco de Lucía- dentro de la modernidad mas exquisita (lo que hayan hecho de su herencia flamenca “sus herederos cantaores” nunca será culpa suya).
Caracol, en todo este discurrir flamenco de algo más de dos siglos, se nos aparece nimbado con una aureola de auténtico genio del Cante. No necesita ninguna llave pues el posee el llavero entero. Es a la vez ortodoxo y heterodoxo. Su Cante araña las paredes del alma, y los distintos estilos pasan por su garganta empapandonos de lágrimas negras y pétalos de rosas al paso de la Macarena. Manolo Caracol no es el mejor Cantaor, es algo más: es la personificación suprema del Cante. Ni más ni menos.
Para terminar –y sin ánimo de pontificar, pues ya hace tiempo que me jubilé del Flamenco activo- hoy se observa una cierta tendencia en el Cante hacia la lírica. Suena bonito pero sin alma. Mal camino creo que es este, pues musicalmente el Flamenco y el Jazz no se pueden encorsetar en un pentagrama. Pediría a modo de ruego -por el bien del Cante- a algunos cantaores de la actual élite flamenca que escuchen la extensa y rica discografía caracolera. Sin exclusión de nada ni de nadie, pues Caracol representa el Cante del pasado, del presente y del futuro. ¡Gloria eterna al Genio de la Alameda sevillana y a cuántos dieron grandeza al Flamenco!.
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