domingo, 27 de febrero de 2011

Con un ritmo sin cabeza



¿A dónde vas, siguiriya,
con un ritmo sin cabeza?
¿Qué luna recogerá
tu dolor de cal y adelfa?
- Federico García Lorca -

En el capítulo de comentarios del excelente y más que recomendable blog flamenco del impagable Manolo Bohórquez, “La Gazapera”, una persona llamada Inés, escribía en este apartado una más que razonada exposición sobre una carencia de la que adolece el Mundo del Flamenco actual: la reflexión a través de la vía del Ensayo. Esta es una verdad que solo admite una duda en los términos que le contestaba el amigo Bohórquez: Ensayo siempre y cuando se mueva en el terreno de la rigurosidad y la objetividad, y no como algunos bodrios “desarrollados” hasta la fecha. Necesaria y urgente la demanda de Inés y necesaria y puntualizadora la contestación de Bohórquez. Remataba el comentario esta señora –o señorita- de forma tan certera como que: “la elaboración de un corpus de pensamiento que se pueda aceptar como tal por la comunidad científica”.

El Flamenco abarca diversos aspectos que comprenden el terreno de lo tradicional, lo cultural, lo artístico, lo sentimental, lo comercial, lo profesional o lo industrial. Tan flamenco es fabricar una guitarra que tocarla acompañando el Cante en el mágico intimismo de una Peña. Tan Flamenco es un pase de modelos con trajes de faralaes, que una escenificación teatral de cualquiera de los grandes talentos del baile actual. Tan Flamenco es el Diccionario Enciclopédico del Flamenco de José Blas Vega y Manuel Ríos Ruiz, que un cante que araña las paredes del alma en una fiesta con Juan Talega. Todos estos elementos que lo configuran merecen, de tarde en tarde, ser sometidos al noble ejercicio de la reflexión, la consideración y la propuesta a través del Ensayo. Optimizar el Flamenco en definitiva con una dimensión global y enriquecedora, y no a través del sectarismo, la manipulación y el localismo asfixiante. El Ensayo riguroso y objetivo es la guinda que le faltaría a este hermoso pastel cocinado y exportado desde Andalucía.

En mi biblioteca actual dispongo de más de 500 ejemplares dedicados al Flamenco y, debo reconocer en un ejercicio de masoquismo, que los he leído casi todos. Curiosamente el capitulo dedicado al Ensayo (no confundir ensayo con algún libelo absolutamente infumable) es escueto y poco consistente intelectualmente. Los últimos libros de Flamenco que me han llegado (la mayoría de la Editorial Almuzara de Manolo Pimentel) son un canto –cante- a la esperanza. Curiosamente (por la ausencia que existía hasta ahora) están escritos por mujeres jóvenes y con unos trabajos de investigación rigurosísimos y altamente clarificadores. No cito algunos de ellos por no obviar a nadie, reconociendo que la lectura de los mismos me ha engrandecido como aficionado y estudioso. Insisto de todas formas que son trabajos, excelentes trabajos, de investigación, pero continua latente la orfandad del Ensayo. Existen mentes brillantes para cubrir con creces esta laguna intelectual flamenca.


Debemos apostar por un futuro flamenco donde convivan en armonía todas sus variantes. Todas nos llevan –o deberían llevarnos- a un puerto donde convivan armoniosamente tradición, modernidad, vanguardismo, profesionalidad, comercio e industria. Siempre con lo sentimental y lo romántico por bandera. Banderín de enganche de aquellos que asumen que la Cultura está para condimentar los espíritus sensibles. Flamenco, o todo lo contrario a lo que nos “venden” todos los lunes en el Canal Sur (¿la nuestra?) donde se confunde la “chusma” con la fiesta. Todo eso si “muy moderno y muy progre”. Lo de siempre, si no han podido cargarse Sevilla, ¿van a poder con el Flamenco? Menos Patrimonios Inmateriales para el Flamenco y más Patrimonios Culturales defendidos en la cuna que le vio nacer.

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