Parece que fue ayer cuando estábamos apurando los últimos días del 2010 y dentro de muy poco será el 2011 quien nos enseñe el pañuelo del adiós. Presumíamos que ambos competirían en cual de ellos se merecería el calificativo anglosajón de “annus horribilis” y, la verdad, no nos lo han puesto nada fácil. Malo de solemnidad fue el ya lejano 2010 y no menos malo ha sido el que está a punto de terminar. La Ciudad estrenó Alcalde, don Juan Ignacio Zoido, y el país lo hizo con un nuevo Presidente del Gobierno, don Mariano Rajoy. Ambos ganaron las elecciones por “goleada” (mayorías absolutas) y ambos, como era previsible, se encontraron con unas “ronchas” descomunales. Sabían de todas formas lo que se iban a encontrar y el permanente lamento solo conduce a la paralización de los gravísimos problemas a los que, sin más demora, tienen que enfrentarse. Los socialistas pagaron muy caro una formar de gobernar instalada en la excusa permanente y alejada del sentir mayoritario de la gente. Como siguen insistiendo en que la única responsable de su descalabro ha sido la Crisis (más bien la nefasta gestión de la misma), presumo que les queda una larga travesía en el desierto. El “Zoidazo” sevillano ha tenido hasta la fecha mucho ruido y pocas nueces. Nuestro Alcalde dedica una parte nada desdeñable de su tiempo en apoyar la candidatura “juntera” del siempre perdedor, don Javier Arenas. Mientras, la Ciudad, espera sentada en el sempiterno banco de la paciencia que se emprenda, ¡de una puñetera vez!, el camino de su recuperación económica, social, urbanística, cultural…. Habrá que esperar a que pasen las elecciones autonómicas en Andalucía para comprobar cuantas promesas de don Juan Ignacio se llevan a feliz término. Sigue flotando en la nube que proporciona la victoria y pocas veces mira hacia abajo. Con el paso de las elecciones andaluzas se darán para la aplicación practica del “Zoidazo” unas condiciones objetivas bastante optimas: Gobierno, Autonomía y Ayuntamiento en poder del PP, ¿hay quien de más? Nos queda un largo recorrido lacrimógeno por la “herencia recibida” pero, insisto, aún asumiendo el estado en que los “salientes” han dejado las “arcas”, ya toca remar contra viento y marea. Los tiempos de las excusas ya no dan más de si. En lo personal debo reconocer que el año que se nos va ha estado cubierto de luces y sombras (demoledoras sombras). Mi nieto crece feliz, y mi madre ya no pudo aguantar más y se despidió de su Sevilla el pasado 21 de Octubre. Por mi parte, yo continúo resistiendo contra viento y marea. Los años me han enseñado que al final todo gira en torno a la magnificencia: tus amigos magnifican tus virtudes y, tus pocos enemigos, magnifican tus defectos. Corren tiempos difíciles, extremadamente difíciles, para muchas familias y/o personas de la Ciudad, y los nubarrones se empecinan en frenar cualquier atisbo de luz. Pero debemos aprender de cuanto nos rodea. Votamos políticos y luego mandan los banqueros. Nos piden austeridad gente sin escrúpulos que ya no sabe donde esconder su –nuestro- dinero. Nos manipulan para que solo seamos “carne de urna”.
Nuestros mejores hijos tienen que marcharse al extranjero mientras que los “inútiles integrales” campan a sus anchas por estos lares. Se va, por fin se nos va, dentro de unos días un 2011 sin que tengamos garantías de que el próximo no sea igual de nefasto. Si continuamos siendo elementos pasivos de nuestras vidas poco o nada bueno podemos esperar.
Mientras, vivamos la Navidad desde el fondo de nuestros corazones. Recuperemos el niño que un día fuimos y cantemos al unísono: “Pero mira como beben los peces en el río, pero mira como beben por ver a Dios nacido….”. Si no estamos “al loro”, se terminarán llevando los peces, el río y hasta la cuna del Niño. Tiempo al tiempo.
Nuestros mejores hijos tienen que marcharse al extranjero mientras que los “inútiles integrales” campan a sus anchas por estos lares. Se va, por fin se nos va, dentro de unos días un 2011 sin que tengamos garantías de que el próximo no sea igual de nefasto. Si continuamos siendo elementos pasivos de nuestras vidas poco o nada bueno podemos esperar.
Mientras, vivamos la Navidad desde el fondo de nuestros corazones. Recuperemos el niño que un día fuimos y cantemos al unísono: “Pero mira como beben los peces en el río, pero mira como beben por ver a Dios nacido….”. Si no estamos “al loro”, se terminarán llevando los peces, el río y hasta la cuna del Niño. Tiempo al tiempo.
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