miércoles, 8 de mayo de 2013

La nobleza heredada




Hoy es un día 8 de mayo del Año del Señor del 2013.  Hoy nunca será para mí un día como otro cualquiera. Hoy, concretamente tal día como hoy, cumple un año mi nieta Lola. Mi “Chiqui” es una bendición del Cielo que junto con mi “Chico” han conseguido que todo, con los años, cobre sentido para mí.  Dejando aparte lo de la experiencia, la madurez y la mesura creo que envejecer es un verdadero “coñazo”. Cada día te vas acercando más a la decrepitud y los achaques te esperan agazapados a la vuelta de la esquina. Pero es “Ley de vida” y, afortunadamente, podemos decir con Pablo Neruda: “Confieso que he vivido”. Ves a jóvenes y a “jóvanas” a tu alrededor y no puedes por menos que sentir un cierto punto de nostalgia por los paraísos perdidos. Pero, afortunadamente, todo en la vida tiene sus efectos compensatorios. Como por ejemplo: ser abuelo; gozar de buena salud física y mental y tener la agradable sensación de haber intentado ser, al machadiano modo, bueno. Pero lo primero es lo primero y ese lugar siempre lo ocuparán tus nietos.  Ellos son proyectos incipientes de personas que se encuentran en las mejores manos posibles. Sevillanos en ciernes en definitiva.  Comprobar cada semana el profundo cariño que le profesan mi yerno y mi hija a sus hijos (mis nietos), y el tiempo que le dedican, es lo más gratificante que hoy puede ocurrirme.  Es más, incluso puedo hasta asumir que la Gloria no exista. Cada vez que visito a mis nietos me descubren nuevas facetas en su hermoso aprendizaje de la vida. Te preocupas si sabes que están simplemente resfriados y haces tuyo el dolor de padres y abuelos castigados por la barbarie criminal.   Mi “Chiqui” es dulce como un caramelo de miel y en su risa está presente la presencia del Dios Padre.  Siempre ha sido la gran equivocación del ser humano el buscar la felicidad en la pertenencia y nunca en lo pertinente: los cariños más verdaderos y cercanos.  Por eso hoy, concretamente hoy 8 de mayo del 2013, es un día de especial relevancia para mí.  Mi nieta Lola cumple un año y yo cumplo con mi necesaria cuota de felicidad.  Ojala el que mora en el Salvador con la cruz al hombro me conceda una buena porción de años para verlos crecer.  Sinceramente yo no tengo ninguna prisa en rendirle cuentas al Sumo Hacedor (y espero que Él tampoco la tenga).  A pesar de los pesares aquí estoy feliz y contento, y no existe en el mundo nada como Sevilla para envejecer.  Felicidades a mi “Chiqui” por su primer año de existencia y a mí por tener la dicha de ser su abuelo.

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