lunes, 16 de diciembre de 2013

Cultura Cofrade





Sinceramente nunca he tenido reparos en reconocer que carezco de eso que se llama “Cultura Cofrade”.  Eso si, dado que la Semana Santa y sus aconteceres históricos y/o antropológicos forman parte de la Ciudad nada de la misma me puede resultar ajena. Estamos ante un evento donde se confunde y/o se mezclan la fe, la tradición, la belleza estética, los sentimientos más profundos y el concepto de tribu en su más noble acepción. La Historia de Sevilla va inseparablemente unida a la de su Semana Mayor. De las tres Hermandades a las que pertenezco es en la Hermandad de Pasión donde me siento con una vinculación más estrecha. Existen muchos aspectos cotidianos de las Hermandades que sinceramente, aparte de no entender muy bien, a mí se me representan cansinos y reiterativos.  Dicho esto sin ningún animo de criticar a nada ni a nadie. La Semana Santa tiene infinitas lecturas y considerar la nuestra como la única verdaderamente valida no deja de ser un ejercicio de sectarismo.  En torno a la Candelaria estarán siempre mis raíces y un camino sentimental que, de manera directísima,  siempre me llevará al encuentro del niño que todos –dicen- llevamos dentro. Del Gran Poder ningún sevillano necesita responder al motivo que lo lleva a hacerse hermano. Sobran las explicaciones y siempre los sentimientos más profundos tendrán la última palabra: la que siempre nos termina llevando a San Lorenzo. En la Hermandad de Pasión es donde mi fe y mis sentimientos más sevillanos encuentran su caldo de cultivo. Allí se cumplen de manera sincronizada cuanto la Semana Santa tiene para mí de verdadera y profunda.  Pero carezco de “Cultura Cofrade” para tener una opinión autorizada sobre muchos aspectos del, parece ser, complejo mundo de las Hermandades.  Han nombrado a un nuevo Pregonero oficial  en una Ciudad donde ya hay tantos pregones como palomas.  El del 2014 lo dará don Francisco Berjano Arenado, Hermano Mayor de la Vera-Cruz y Juez de profesión, al que aparte de no tener el gusto de conocer le deseo toda la suerte del mundo. Le han dado, eso si, un par de consejos que forman parte de las obviedades de esta Ciudad: “Que disfrute y que sea él mismo” (¿).  Como asumo mi condición de analfabeto cofrade ignoro que cualidades debe adornar un Pregonero aparte de “disfrutar y ser él mismo”.  Reconozco que el Pregón hace tiempo que se me presenta como algo obsoleto y que necesita una profunda renovación (en el fondo y en la forma) para adaptarlo a los tiempos actuales. En fin, para no escaparme del resbaladizo campo de las contradicciones me he permitido hacer sugerencias de cosas que no entiendo. Perdón por el atrevimiento.

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